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jueves, 30 de agosto de 2012

Unas Cuantas Palabras Más.

Correr, saltar, andar, volar...
Formas de escapar de la verdad.
Dibujar, escribir, crecer, sentir...
Formas de arriesgarse y vivir.
Camino, buscando siempre
la forma más fuerte
de ser feliz, aunque solo sea
durante un maldito instante.
Siempre escribiendo la verdad,
mi verdad, aunque sea dura,
aunque no me guste escribirla,
aunque las horas de dolor sean,
hoy por hoy, una cosa ya olvidada.
Aunque el pasado me atrape
por culpa de mis palabras.
Dibujo sobre este lienzo
mi vida en un suspiro olvidada.
Reflejo sobre estas palabras cada
sentimiento en el que quedé enlatada.
Atrapé en los recuerdos tu mirada,
busqué una forma de olvidarla,
pero no existe forma alguna de que
te saque así por que sí de mi alma.
No existe forma alguna de que
esta tonta sea capaz de olvidarla.
Me encamino hacia el futuro
con mi voz siempre gritando
fuerte, impasible, sin miedo, con ganas
de ser siempre algo más fuerte y vencer.
Camino mirando el paisaje que a todos
los lados luce, mi vida, un brillo inhumano.
Corro desde el pasado, para llegar a un futuro
siempre más lejano y feliz que el anterior.
Siempre corriendo, sin parar a entristecer
mi alma fuerte que corre hacia la libertad.

miércoles, 29 de agosto de 2012

Nieblas.

Correr calle abajo, pararme en la carretera y mirar a los lados. No hay nadie. Son las cuatro de la mañana, ¿Quién en su sano juicio está a esas horas por la calle, un martes? Nadie, yo ando con sumo cuidado intentando no llamar la atención de las sombras, caminando bajo el baho de la noche. Bajo la tempestad que se acerca, impasible. "Cuidado con donde pisas." Me aconsejo a mi misma en voz baja. Las sombras de la noche hacen que mi cuerpo tenga más miedo aún del habitual. Me aproximo a la gasolinera a comprar un poco de agua embotellada para evitar probar el agua de mi motel, algo me dice que me daría una indigestión importante y debía estar perfecta para el día duro que me esperaba. Aquella noche se me estaba haciendo eterna entre el humo de los coches y la niebla de la madrugada. No parecía que el sueño quisiera visitarme o que yo dejara que me venciera. Me daba miedo soñar... Me daba miedo acercarme al abismo de nuevo, me daba miedo que desde mis sueños te recordara sin remedio. Camino de nuevo, de regreso al motel, con las mejillas encendidas por el frío y la mirada perdida en la oscuridad. Me detengo, miro el campo de mi derecha y me detengo. Decido cambiar mi destino y pongo rumbo al banco donde nos solíamos sentar, aquel banco en el que por primera vez me abrazastes, en el que hemos pasado tantas cosas... En el que me has visto aguantar las lágrimas solo para que tú no me vieras llorar. Me siento, cojo el agua y bebo. El baho sobresale por mi garganta lentamente, "Vuelve." Digo en voz baja, aunque nadie me oiga porque estoy sola. Decido sentar en la mesa, no me gusta sentarme en esos bancos de madera, acabo tumbándome sobre la mesa y observando las estrellas, las pocas estrellas que se pueden ver en la ciudad. Veo una sombra acercarse y pongo mi cuerpo por completo en tensión, si quieren dañarme lo tendrán complicado. Una cara amiga sale de entre las sombras, no me lo puedo creer.
-¿Qué haces ahí sola?-Dices y me sonríes como si no hubieras hecho nada.
-Pensar.-Contesto, no pienso dejarte que vuelvas a infiltrarte en mi mente, no quiero que me vuelvas a hacer sentir lo que sentí hace poco... No, no quiero que revivas viejas heridas que cicatrizaron con el paso del tiempo. Me vuelvo a tumbar sobre la mesa, me quedo mirando de nuevo las estrellas, y noto como tú te sientas en el banco, siempre haces lo mismo. Yo me quedo en la mesa y tú te sientas en el banco. Te veo de reojo y puedo ver que me miras desde tus ojos marrones con un brillo suave de tristeza mezclado con soledad, no quiero dormir... No quiero volver sola al motel y tumbarme en mi fría cama, eso solo hará que te recuerde con más fuerza y suficiente tengo con tenerte allí presente, sentado a mi lado mirándome a los ojos y tan cerca de mi que puedo notar tu aliento sobre mi frente. No puedo girar la cara, me toparía de lleno con tus labios y me sería completamente imposible no besarte. Me levanto de la mesa y me siento con las piernas cruzadas enfrente de ti.
-¿Qué haces tú aquí?-Pregunto y todos notamos que me tiembla la voz.
-Pasear.-Contestas tú y noto que me mientes. Eso me da miedo, ¿Qué podrías estar haciendo que no quieres que yo me entere? Un escalofrío se pasa por mi espalda y yo pego un respingo sobre la mesa. Tú me ves saltar y sonríes.
-¿Quieres mi chaqueta?-Me ofreces y yo niego con la cabeza. No quiero nada que lleve tu olor, me costó mucho deshacerme de él cuando tuve que olvidarte a la fuerza. Me despego un poquito más de tu lado, me alejo de tus ojos que me absorven en el infinito brillo que esconden. Incluso en la noche puedo distinguir aquellas partes de tus ojos que era un poco verdosas, incluso en la noche veo como brillan. Mátame, será mucho más rápido que torturarme con unos ojos que tengo prohibido besar...
Me levanto definitivamente de la mesa y me encamino hacia el motel. Espero que decidas quedarte ahí sentado, si no me darán ganas de besarte. Te levantas y me sigues, a cierta distancia y en completo silencio. Paseamos en silencio por las frías callejuelas, me detengo un par de veces y miro por encima de mi hombro para comprobar que sigues ahí. Sigues ahí, impasible, me sigues en la noche, esperando a que llegue a mi destino. Cuando llego, me giro y te miro fijamente a los ojos, después me vuelvo a girar y me meto en la habitación del motel sin darte tiempo a reaccionar e impedirme que entre sola. No quiero volver a verte, porque no quiero volver a quererte. Recuerda: Te he olvidado y ahora soy más fuerte.

lunes, 27 de agosto de 2012

Inolvidable

Caminar por la calle, sola. Pensar en ti y golpearme la cabeza para sacarte de mi, para volver a calmar mis estúpidos pensamientos y que dejaran de atormentarme. "No siento nada por ti." Me repito una y otra vez sin lograr que escapes de mi mente, sin conseguir el resultado deseado. Te mantienes en mi cabeza... Hasta que llego allí, hasta que veo todos los rostros amigos sonriéndome, me acerco, les abrazo y en seguida desaparece lo amargo del pasado. Me paso la tarde haciendo el tonto, disfrutando de la compañía de todas esas personas que me quieren y me hacen ser feliz con cualquier mal chiste y poder olvidarme de todo. Sonreír con cada tontería que me dice, sonreír como una gilipollas cuando me hace cosquillas... Mejor no pensar, mejor olvidar, que pase lo que quiera. Yo tengo muy claro que no me importará ser feliz aunque para ello deba arriesgar mi corazón. Seré paciente con el destino, esperé un montón de tiempo a encontrar a alguien que más o menos me hizo feliz, esperaré a saber si tú puedes hacer lo mismo. Ten muy claro que no ocultaré en ningún momento lo que pienso ni lo que siento, yo siempre soy sincera, pero no te lo diré hasta que esté preparada, hasta que sepa que no quiero al otro, que tú me quieres un poco y que puedo ser feliz a tú lado. Me da igual que más adelante me hagan daño, me da igual siempre que me queden los recuerdos. Porque nada es para siempre pero si lo suficientemente largo para que sea inolvidable.
Pasear de vuelta a casa, pensando, sola. No saber que pensar, intentar aclarar mis ideas y no encontrar la forma. Caminar helándome, sabiendo que en el bolso llevo una chaqueta, no querer sacarla. Prefiero que la sensación de frío demuestre que sigo con vida, que todavía siento, que todavía no he creado ese estúpido caparazón que todo el mundo se crea para no dañarse. No lo haré nunca, seré siempre yo, porque aunque no me crean: soy fuerte. Soy una chica muy fuerte con un estúpido sentimiento que la hace ser más buena de lo que debe, querer a la gente más de lo que debe, dar más de lo que recibe, ser yo. No quiero seguir estando sola, no quiero volver a sentir que nadie está ahí. Por suerte me es difícil pensar que no hay nadie ahí. Porque tengo un montón de gente que si me ve llorar me abraza lo más fuerte que puede, que me dice que soy genial y que no merezco esto. Tengo a mi lado gente que no me merezco, tengo a mi lado gente que siempre digo que es increíble, y no miento. Estar triste y que todos los que estáis conmigo os volquéis en hacerme sonreír, que todos los que estáis ahí me digáis que no merece la pena llorar ni estar triste por alguien que no me merece. Por eso os quiero tanto, por eso me parece que voy mejorando, porque ya no me deprimo con cualquier tontería, porque ahora soy resistente al propio fuego y mis cenizas reconstruyen mi alma de cero.
Soy una tía con la cabeza en su sitio y dos dedos de frente, soy realista, sé como hacer al resto del mundo sentirse bien, pero me da miedo ser feliz... Y eso que yo quiero arriesgarme, pero algo me frena. Lo que pase, pasará. Que más da, si tiene que cruzarse en mi camino que lo haga, yo estoy preparada para asumir lo que sea. Espero que cuando llegue el momento eso que me frena desaparezca.

viernes, 24 de agosto de 2012

Yo Secaré tus Lágrimas.

Las luces de la calle comienzan a encenderse mientras Endiena corre calle abajo, llega tarde, su vestido de raso azul comienza a ensuciarse con el roce de la acera, la muchacha no se da cuenta. O le da igual. Corre, corre como si le fuera la vida en ello, va buscando un lugar en el que debe quedarse, una esperanza que le ate a lo que le queda de vida. Un destino que describa sus pasos en una arena que nunca se la lleva el viento. Un nuevo disfraz que esconda todo su miedo y lo transforme en toda la belleza que aquellos atigrados ojos esconden. Una vida diferente y llena del amor que tanto se merece.
 La lluvia comienza a descender desde el cielo, el cabello pelirrojo de la chiquilla se comienza a empapar, sigue dándole igual. La niña solo quiere llegar rápido a algún lugar lejos del dolor que tantas noches llorando la ha causado. Lejos de él. El culpable de su dolor y de su felicidad, él, su antigua razón para existir, ya no existe. Llega a su casa, empapada, descalza, con los zapatos en la mano y los delicados pies de un negro ceniza. Sube cada escalón sin la energía que había demostrado en aquella extraña carrera, no demuestra nada de alegría por llegar a casa, solo ha llegado nada más. Abre la puerta de arriba, se descalza y entra en la casa vacía. Se tumba en el sofá, mirando al techo, no tiene nada que hacer y no le apetece llorar, todavía no. La muchacha se queda así un par de horas, el sueño no quiere vencerla, prefiere torturarla y hacerla permanecer despierta y pensar. El techo era de un blanco impoluto que ponía nerviosa a la muchacha, pero ella no tenía ganas de levantarse del sofá, no tenía ganas de nada.
Despierta entre una fina nebulosa infestada de agonía, mal estar, estupidez y sopor. La noche ha sido rara, los sueños no han dejado de recordarle lo que le falta: Unos brazos en los que esconderse del miedo.
Se levanta del incómodo sofá con un dolor de espalda horrible y va hacia su cuarto, todavía es pronto, aún puede dormir. Se mete en la cama, se recosta suavemente sobre la almohada y deja que el sueño venza la batalla. La luna se ve entre las cortinas verdes translúcidas. La luz dificulta mucho el descanso del cuerpo y el alma.
Despierta de nuevo otras seis veces, que más da, va a seguir allí acurrucada, el frío no la atrapará jamás, el miedo ya la tiene atrapada. La soledad se descarga sobre sus cansados ojos en forma de lágrimas, sus sollozos son audibles en todas las estancias de la casa, pero ahí se nota el nivel de su soledad: Vive sola. Nadie oirá sus lloros, nadie secará sus lágrimas. Levanta la vista y ve en el cuarto su reloj, marca las doce de la mañana. Decide levantarse e ir a comer algo a la cocina, oye que llaman a la puerta. Abre, tras de ella aparece Eloked, el muchacho de la fiesta de ayer. ¿Cómo habría conseguido su dirección? Da igual, ella le invita a entrar y le pide disculpas por el desorden. El chico está estupefacto, Endiena ha abierto la puerta en ropa interior. Su precioso cuerpo ha quedado casi al descubierto y el chico no es de piedra. Se sienta en el sofá y espera a que aparezca ella con un tentempié (Y que venga con algo de ropa.) Ella aparece por la puerta de la salia tal cual, en ropa interior, pero con una bandeja y comida sobre esta. Se disponen a hablar, aunque el chico se siente un poco incómodo, hablan de la fiesta de ayer, de como había encontrado la casa de la muchacha (Un amigo de ella le dio la dirección), de si estaban ambos solos... Endiena lleva la bandeja a la cocina, el muchacho no puede evitar seguirla, cogerla por la cintura y besarla. Ella se sube sobre la encimera y sigue besando al chico. Increíble, ya no tiene tanto miedo. Solo necesitaba un poco de cariño para que el miedo se disipara.
Acabaron juntos, se amaron durante seis años y luego ella murió durante el parto de la única hija que tuvieron. Creció feliz y sabiendo que su madre dio su vida por ella.

jueves, 23 de agosto de 2012

Hadas.

Ver unos bichos volando por el aire, sentarnos bajo la copa de un árbol, sentir que cae sobre mí un polvo extraño y comenzar a flotar, sin saber el por qué, solo flotar en el aire y verte preguntar por qué desde el suelo, no poder oírte, ver tus ojos azules brillar de espectación e intentar pronunciar tu nombre "Aliema". Llegar a la rama más alta, y pararme, sentarme sobre esa rama. Observar que hay alguien más allí arriba, que se acerca levitando sobre la rama, que no me puedo mover... Que sensación más peculiar, siento miedo mezclado con curiosidad, eso no es lo habitual... Suelo sentir solo miedo. Busco con la mirada una nueva forma de escapar, demasiado tarde, la muchacha, preciosa, ya está sentada a mi lado. Me mira directamente a mis verdes ojos y yo me embobo mirando los suyos, de un color morado anaranjado impresionante. Me acurruqué bajo las ramas, trataba de esconderme de ella, su belleza me deslumbraba. Se acercó lentamente a mi, con sus rizados cabellos ondeando en el aire, me besa y yo cierro los ojos. Un acto reflejo.
Cuando los abro ya no estamos en el árbol, ya no tenía que clavarme la rama en el trasero, ahora bajo mis pies, descalzos (Juraría que antes llevaba unos zapatos...) , hay una pradera de hiera... ¿Morada? ¿La hierba desde cuando es morada? Da igual, por primera vez me fijo en la vestimenta de la muchacha: Un vestido de fino raso que deja ver todos sus recovecos, puedo observar sus perfectos senos a través de la fina tela... Me quedo parada observando su cuerpo, es absolutamente perfecto, no tiene ni un solo rincón que me disguste, me quedo mirando su ombligo, redondo, perfecto, precioso, como toda ella. La chica me invita a seguirla, se gira y tras de sí veo que tiene dos majestuosas alas que finalizan en un precioso trasero. Creo que me maravilla la línea que se marca en su espalda, supongo que es el camino que sigue su columna vertebral y que finaliza en donde se posan mis ojos. Me levanto despacio, medio embobada, la sigo como un perrito desvalido, la sigo. Solo veo una cosa: Ella, el resto del paisaje me es innecesario, solo me interesa ella. No sé su nombre, no sé que es, pero me maravilla toda su majestuosa belleza, me maravilla lo brillante y pálida que es su piel, me maravilla los tersos  que tiene los senos, me maravilla lo perfecto que es su trasero, me maravilla lo rizado y dorado que tiene el cabello, me maravilla lo impresionantemente perfecto que es su rostro, el increíble color de sus achinados ojos, la curiosa forma de sus orejas, me maravilla.
Caminamos durante horas, pero a mi me parecen segundos perdida en los recovecos de aquella majestuosa criatura, segundos observando sus brillantes y esculpidos senos... Segundos que me llevan a levantar la vista y encontrarme de frente con un estupendo manantial de aguas cristalinas en el que hay unos treinta seres como ella, tan mágicos y bellos como la muchacha que me ha llevado hasta allí. Ella se despoja de la tela que cubría un poco su precioso cuerpo, me quedo frente a la cosa más hermosa que me puedo imaginar y solo soy capaz de articular una onomatopeya de asombro. Ella sonríe y me quita lentamente mi ropa, acabo desnuda, frente a la chiquilla, que me besa en los labios de nuevo y me mete en el agua con el resto de las muchachas. Una tarde de increíble tentación por todas partes.
Cuando el sol comienza su retirada, Ajmas me levanta de mi asiento submarino y me saca del agua. Mi piel se estremece. Me lleva a un lugar apartado y , allí, me vuelve a besar unas cuantas veces más. Finalmente me despego de ella y me susurra en el oído "¿Quieres quedarte aquí con nosotras? Te conseguiremos unas alas y será una más de la familia" Yo acepto, me quedo en aquel mágico lugar y soy increíblemente feliz, jamás sabréis las cosas tan impresionantes que vi allí.

miércoles, 22 de agosto de 2012

Lástima que te Vayas.

Despiertas en esta habitación, solo, con la camiseta del pijama encharcada en sudor y lágrimas, con el corazón roto y las palabras de amor todavía sin decir. Te levantas de tu cama, sin ganas de nada, con mucho calor, te metes en la ducha y dejas que los vapores traten de limpiar tu alma, nada, no lo consigues. La luna todavía está brillando en el cielo, pero tu sueño ya se ha esfumado escoltado por todo ese amor que te han arrebatado. Te vistes, caminas por la calle oscura, buscando un rastro de la persona que perdiste por no ser suficiente bueno, o eso es lo que tú te crees. Caminas solo, en silencio, con las lágrimas rebosando tus ojos y con el corazón encogido en el pecho. Caminas solo y no te encuentras a nadie que pueda hacerte compañía.
Una noche descubres que puedes confiar en ti, que tal vez no destruyas todo lo que ames, te arriesgas, ganas y te lo juegas todo a una carta, que siempre te hace perder. Pierdes. Te levantas de la mesa del destino y vuelves a bagar, pero esta vez no vas solo, vas con otra persona, alguien que es capaz de acompañarte y que no te va a dejar que te arriesgues, lástima que prefieras arriesgarte a hacerle caso, lástima que la pierdas en un solo instante por encontrarte a otra persona que no te hará sentir lo mismo, lástima que te vayas... Lástima, porque tal vez esa persona fuera la adecuada, tal vez te arriesgaras por alguna razón que ahora no comprendes, tal vez la quisieras de verdad y no mintieras cuando la mirabas a lo ojos y la decías que la querías. Tal vez, pero eso ya da igual, ya no estás y esa niña tonta sigue queriéndote, pero es fuerte, pero puede con el dolor, porque el dolor ya es parte de ella misma, porque todo lo que la ha destrozado por dentro la ha hecho resurgir de sus cenizas más fuerte, más confiada, con más valor... Es fuerte, tenlo presente, puede que ahora mismo si te arrepintieras corriera a tus brazos, pero no va a seguir ahí siempre, no se arriesgará a volver a sufrir, o tal vez sí, deberías probar, pero no quieres y no te puede convencer de ello.
Caminas solo de nuevo, buscas la luna en el cielo, no la encuentras, vuelves a estar perdido en la oscuridad pero ella ya no creo que vuelva, ya no está, ahora es feliz, y no se arriesgará. Puede que siga queriéndote, que no te digo que no, pero le da tanto miedo que tú no te arriesgues que no lo va a hacer ella. Ya luchó suficiente por no llorar cuando todo estaba perdido, ya avanzó un millón de veces tras derramar un millón de lágrimas, ahora está bien y no dará marcha atrás, siento que te hayas perdido a una chica como ella, de verdad, te la merecía pero no tuviste el valor suficiente. Ahora vuelves a estar perdido, ahora vuelves a necesitar los mismo brazos y esos brazos ya encontraron un lugar en el que quedarse y ser queridos, un lugar en el que no los dañen... Lástima, de verdad, porque hubieras sido feliz y me hubieras escuchado, hubieras sido muy feliz si te hubieras arriesgado por aquellos ojos marrones y no te hubieras quedado esperando a que otros ojos te dieran el amor que te daban esos.

martes, 21 de agosto de 2012

Stay Strong, Baby.

Hoy me he levantado con una energía sacada de la almohada, sacada de los sueños que tengo que cumplir, porque yo no me voy a rendir porque las cosas no hayan salido como a mi me gustaría, porque la distancia me hace fuerte, porque las lágrimas han rebosado un millón de veces mis ojos, pero siempre se acaban secando. Hoy me levanté con la sensación de que va a ser un buen día, un día diferente a lo habitual, un día nuevo, que se le va a hacer, lo que pasó, pasó. Y punto.
No voy a destrozarme porque se haya acabado todo, porque soy fuerte, porque he aguantado un millón de cosas más difíciles que esta... Y ahora nos va a costar hacerme daño, nos va a costar hacerme encerrarme de nuevo bajo mis sábanas, nos va a costar destrozar la fortaleza con la que he ido creciendo como persona. Nos va a costar rememorar viejos tiempos... Nos va a costar, pero soy fuerte. Las lágrimas cesaron rápido, los sollozos se hicieron inaudibles, las carcajadas regresaron, acompañadas del apoyo de la gente que quiero, de las personas más increíbles que puedas conocer. Porque son geniales, me da igual lo que opine el resto del mundo, son absolutamente geniales. Me siento bien, hoy me siento genial, con una energía rebosante que no sabía que tuviera y con unas ganas increíbles de continuar y cumplir sueños. De seguir siendo yo y un poquito todos. Porque me he quedado con cosas geniales de las personas que se han cruzado en mi vida, de esos que me han sacado mil sonrisas y que me han dedicado otras mil. Y hoy me he propuesto ser feliz, demostrar que estoy bien, dentro de lo que cabe. Demostrar que sigo siendo yo la chica que sonríe en lo peores momentos para que sepas que está ahí contigo, que no te va a abandonar, que te apoyará cuando lo necesites... Soy esa chica que te sonreirá aunque por dentro se esté muriendo de dolor, porque no me gusta que el resto del mundo esté mal por mi culpa, porque no me parezco lo suficientemente importante como para haceros sentir mal. Soy yo, sabéis que no me veo capaz de ser mala, no me veo capaz de vengarme de nadie, que no me veo capaz de dañar a nadie... Y aquí estoy, con mi sonrisa de oreja a oreja, con una fuerza sacada de la amistad y el cariño, y con muchas ganas de salir para a delante. Os llevaré conmigo hacia el futuro, os llevaré muy dentro del corazón y sentiré que no puedo estar sola y vosotros estáis allí. Y esto es todo lo que tenía ganas de decir, que estoy bien, que no os preocupéis, que no me he roto, que soy resistente al propio fuego. Soy la calma en tu tempestad, recuérdalo.

lunes, 20 de agosto de 2012

Si me voy, ¿Tú vienes?

Camino sola, busco.
Busco mi compañera,
busco alguien que
se quede conmigo.
Camino sola, escribo.
Escribo cada segundo
que sigo con vida,
merece la pena vivir,
porque siempre estoy
cerca de ti.
Pero las palabras
se quedaron perdidas,
en un pasado, recogidas.
Pero las miradas furtivas,
se acabaron, dando fin a lo
que habíamos comenzado.
No importa, seguiré luchando,
tengo fuerza suficiente para
afrontarlo.
Lo gracioso es verte, porque no
parece tan difícil, pero llego a quererte
y se me complica todo en un instante.
Me precipito, pienso, renuncio, dejo todo,
intento enterrar el pasado, lo revivo...
Dejo de ser esa niña asustada,
encuentro la suerte, encuentro mi hada.
Dejo de sentir el miedo, busco entre la gente,
alguien que se quede... Alguien que vele
por esta tonta, que ahora no tiene otra
que recordarte siempre con mucho cariño,
te has quedado en mi mente, para siempre.
Busco un trozo de calle, un trozo de casa,
un trozo de ciudad, que no me traiga de nuevo
tu nombre, tu olor, tus recuerdos que me hacen
sonreír y morderme el labio inferior.

Lluvia de Estrellas.

La lluvia había amainado pero, el mar, aún estaba algo revuelto. El oleaje arrastraba todo lo que encontraba en su camino y lo llevaba a la profundidad del olvido, para jamás regresar. Airen observaba el horizonte, observaba el sol anaranjado en la recta final de aquel tormentoso día. Las tormentas no relajaban el alma de la muchacha, le traían demasiados recuerdos, las gotas de lluvia mojaban su piel pero no lavaban sus pensamientos. Decidió sacar sus pies del agua cuando la marea comenzaba a tirar de ella. Se sienta en la roca de la cala y ve como desaparece el sol, después se tumba sobre la cala, mira las estrellas y cierra los ojos para retener las lágrimas que acuden a limpiar su organismo y a hacerla sentir mejor.
Un chisponazo despertó a Airen en la cala, cuando abrió los ojos pudo ver la majestuosa lluvia de estrellas que había ido a ver allí, le gustaría estar acompañada, pero mejor ver aquello a estar sola en casa compadeciéndose de sí misma. Un escalofrío recorrió la espalda de la muchacha y la hizo dar un respingo sobre la fría roca. Un peso se posó en sus pestañas haciendo ver que el sueño había traído con sigo unas pequeñas lágrimas que desquitaron el miedo de la mente de la chiquilla y le trajeron un poco de calma.
Unos ojos atigrados se vislumbran entre las ramas de la cala y el aire frío mueve las suaves hojas. Airen se asustó y escondió su rostro detrás de las ramas, vio un niño pequeño entre la negrura que se acercaba desnudo hacia ella.
-¿Qué haces aquí solito?- Pregunta Airen cogiéndole del brazo y poniéndole su chaqueta sobre el cuerpecito desnudo.
-Mi madre se ha ido sin mi.-Dice el niño comenzando a llorar. A Airen se le rompe el corazón al ver al niñito, por lo que coge el teléfono y llama a la policía.
Airen acabó adoptando al niñito al no encontrar a sus padres ni a nadie que fuera de su familia, se cree que sus padres se suicidaron tras abandonarle en la playa nunca se encontró una respuesta a las preguntas que hizo el niño al crecer, nunca se encontró una explicación a aquel suceso, nunca se encontraron suficientes manos para secar las lágrimas que causaron esos padres que no se vieron con fuerzas para salir a delante. Pero Airen consiguió hacer feliz a aquel chico que acabó llamándose Aidan y teniendo una maravillosa familia que lo quiso todos los días de su vida.

sábado, 18 de agosto de 2012

Lluvia en el Jardín.

Las lágrimas corrieron al encuentro de las palabras venideras de los labios que deseaba besar, que resbalaron por sus mejillas un montón de veces y que ahora se paralizaban en un intento por reprimir mis lágrimas. Paseé la mirada por la estancia en la que ambos nos encontrábamos y que sería testigo de lo que allí aconteciera. Fuera la lluvia amenazaba con aguar les la fiesta a los niños, pero yo deseaba que lloviera, me tranquilizaba tanto sentir las gotitas de lluvia mojando mi pálida piel...
De pronto me detuve en tus labios de nuevo, no podía evitar sentir un increíble deseo de besarlos, pero todavía no es el momento, veo que la tormenta se desata en el jardín, que las gotas mojan los cuerpecitos de los niños que corren a refugiarse en la casa. Yo le cojo del brazo, lo levanto como puedo del sofá y lo arrastró al jardín. Él sonríe al notar la lluvia sobre su joven cara. "Lástima que seas ciego, te estás perdiendo un paisaje impresionante." Pienso y evito decir en alto, no me gustaría ofenderte, prefiero que sigas en el jardín conmigo.
Noto un peso sobre mis hombros, me abrazas tiritando. Yo te miro desde unos centímetros más abajo a los increíbles ojos azules que no pueden ver más allá de su oscuridad y siento rabia, rabia de que te estés perdiendo la vida, rabia de no poder demostrarte lo que ocurre en el jardín, rabia de que no hayas visto nunca el sol ni el cielo estrellado en una noche de verano. Siento rabia, pero también siento amor. Amor por la belleza que captas en tus palabras para simplemente decirme que me quieres, amor por las miradas vacías que significan tanto para esta tonta, amor por tus caricias... Amor, sin más. De repente tomo una decisión, en un solo segundo mi mente enloquece y realizo la acción más extraña que jamás me verás hacer: Te beso, me acerco a ti y te plato mi mejor beso. Tú cierras los ojos y disfrutas el momento, algo que demuestra que tal vez me quieras, que seamos felices... Tranquila, no te embales, que solo ha cerrado los ojos. Me despego de ti, te miro a las cuencas vacías. Tú buscas mi rostro, lo estrechas entre tus manos y me vuelves a besar, cuando me despego de ti me susurras al oído "Te quiero" Mientras tus cuencas vacías me observan. Yo suspiro, no pensaba que te escucharía decir eso nunca, no pensaba que fuera feliz, no pensaba que fuera capaz de arriesgarme. Pero lo he hecho, y lo he hecho por ti.

viernes, 17 de agosto de 2012

Adiós.

Pasear por la calle vacía, buscando la mirada de alguien que me diga que no estoy tan mal, que me diga que es tonto, que en realidad no me merece. Porque es que yo no soy capaz de creer que no me merece, porque a veces creía que no le merecía yo a él, porque cada noche o tarde eran geniales cuando estabas tú conmigo. Aunque hay un montón de gente que te tacha de bobo, yo siempre matendré que no eres bobo, que eres una persona increíble y que, aunque me joda, te quiero. Pero te acabaré olvidando, porque he olvidado muchisimas cosas antes que tú, porque he pasado por un millón de cosas que me han ido reforzando el corazón y ahora no se ha roto del todo. Así que quiero que sepas que no te guardo rencor, que me ha encantado que te hayas cruzado en mi vida, que me has hecho muy feliz este tiempo. Y que te deseo que seas lo más feliz que puedas con la persona que puedas :)
Que muchisimas gracias por todos estos recuerdos que me quedan y que gracias por el amor que me diste, que no fue poco, aunque lo niegues. He sido feliz... Poco tiempo, pero he sido muy feliz. Gracias de verdad por todo, que seas tan feliz como lo he sido yo, que te encuentres con alguien que te quiera tanto o más de lo que te he querido yo, que no me importa, no me duele tanto como yo me esperaba, no te negaré que he derramado lágrimas por ti, porque realmente mereces la pena. Quien diga lo contrario, miente.

miércoles, 15 de agosto de 2012

Te Quiero.

El sol entraba por el ventanuco de la habitación de la muchacha mientras esta trataba de apurar las últimas horas de sueño entre las sábanas húmedas del calor de la noche. Abrió lentamente sus ajos marrón miel y se sentó en la cama, comenzó a estirarse y a bostezar. La luz solar era tan intensa que hacía que ella a penas pudiese mantener sus grandes ojos abiertos.
De repente se abre la puerta del cuarto y entra Juonis por la puerta con una bandeja, en la que está el desayuno de la chiquilla.
-Buenos días, princesa, ¿Has dormido bien?- Dice el padre a su medio dormida hija.
-Sí, he dormido muy bien, gracias papá.-Dice ella a media voz, todavía algo adormilada.
Se levanta de la cama y se viste para ir al instituto, para un día de esconderse bajo una capa de frialdad para evitar que la gente la haga más daño del que ya la hacen. Pero solo son seis horas de tortura psicológica y luego verá a Marco, que le irá a buscar como cada día. Le dará un gran beso y hará que toda la angustia que haya recolectado en el día desaparezca de su mente dejando solo el amor que siente por el muchacho. Se pone la cazadora para salir de casa, fuera llueve como nunca, y hay alguien esperando a bajo. El corazón de Eire se desboca en un desenfreno de latidos que responden a una sola pregunta: ¿Será Marco? Abre la puerta del portal rápidamente, con los ojos clavados en la sombra que divisa tras el cristal. Nada, detrás de aquella cristalera no hay nada... Que extraño, juraría que había visto una sombra. Bueno, se le hace tarde y se va medio corriendo hacia el instituto, disfrutando de la majestuosa lluvia que cae sobre su pelo dorado para llenarlo de hermosas gotitas brillantes. Llega al instituto, cambia el chip. Ya no es la chica simpática que es fuera de aquellas paredes, ahora es una muchacha reservada que camina por los pasillos haciendo que le resbalen la puyas de sus compañeros y de la gente que no conoce. Llega a su clase, saca los libros de la primera hora y se va al baño, allí nadie la mira mal o la insulta, es su santuario de tranquilidad. Bebe agua del grifo, helada, y vuelve a su asiento. Pasa las siguientes seis horas esperando a que el reloj marque las dos y media y poder correr a los brazos de Marco y decirle que le quiere.
Finalmente suena el timbre, Eire, sale escopetada por la puerta de la clase, no espera a nadie. Llega a bajo y le encuentra allí, con su pelo pelirrojo brillando bajo la luz del sol que ha salido tras la ruidosa tormenta, con su sonrisa esperando a que ella aparezca. Corre a sus brazos y le besa en los labios, suavemente, pero él le acaricia el rostro y la besa todavía con más pasión. Se despegan, se miran a los ojos.
-Te quiero.-Dicen los dos a la vez con las mejillas sonrojadas.- Te quiero.-Repiten al unísono, una sola voz que demuestra la conexión que hay entre ellos.

martes, 14 de agosto de 2012

Mariposas.

La mirada de la chiquilla de los ojazos verdes se posó en el vuelo de la pequeña mariposa de alas moradas que danzaba esperando que la suerte le diera una nueva flor en la que posarse y alimentarse del delicioso néctar. La mariposa se posó sobre el hermoso cáliz de la rosa roja que coronaba el rosal de aquel jardín y comenzó a alimentarse. En ese instante apareció en el enorme jardín Julius con una bata atada a la cintura y se sentó junto a la chica de la mirada perdida en el volar de aquel maravilloso insecto, que ya había recolectado suficiente néctar y vuelve de regreso a su casa. El muchacho se sienta, la besa en la mejilla para intentar captar su atención, y le dice al oído:
-Lo siento.- En un susurro que solo oye la niña del pelo rubio y pecas en las mejillas.
-No pasa nada...-Dice ella sin apartar la mirada de la flor.
-¿No estás enfadada?-Dice Julius con un hilillo de voz.
-No.- Dice ella de forma cortante.
-Bien, porque no podría vivir mi vida sin ti.-Dice él.
-Tendrás que hacerlo, me muero.-Dice ella clavando su mirada por primera vez en los ojos del muchacho.
-No...-Dice mientras las lágrimas surcan su rostro.
-Sí, y tú eres el culpable de mi dolor.-Dice la muchacha.
Murió con el corazón roto y las lágrimas sin aflorar fuera de si, ahogando su alma y acabando con su vida. El muchacho se encargó de darle una muerte digna y un funeral lujoso para que todos la recordaran por como fue en vida, fueron todos sus antiguos amantes a llorar la perdida de aquella joven tan querida por todos, fueron sus familiares a rezar por su alma y fue Julius, como penitencia por haberla hecho tanto daño.

domingo, 12 de agosto de 2012

Ya no Duele, Tanto.

Increíble, hoy me he cruzado con algo que lleva tu recuerdo, que lleva tu nombre, que lleva tu olor, que lleva tu sangre, que lleva esos recuerdos que trato de enterrar... Lo que he hecho ha sido: Sacar la mejor de mis sonrisas y saludar. Y sí, ha sido como una patada en el corazón, y sí, ha sido un sentimiento horrible, y sí, me he sentido como cuando todo empezó, y sí, he recordado lo que te quería (Sí, lo he dicho en pasado), y sí, las lágrimas han vuelto a acudir a mis ojos con ganas de derramarse por alguien que no lo merece (Todos nos hemos dado cuenta de que eso no me lo creo ni yo.) Y sí, los recuerdos han sido duros... Pero en seguida le he recordado, he recordado como me hace sentir, he recordado que él también sabe sacarme las sonrisas esas que te dedicaba, he recordado lo bien que suenan los "Te quiero" de sus labios, he recordado lo bien que me sientan sus abrazos, he recordado la gente que está ahí, a parte de él. He recordado tantas cosas que, el dolor, ha desaparecido. Por lo menos duele menos, mentira, duele lo mismo, pero el cariño, el amor y todo lo que la gente que me rodea me hace sentir hace que ese dolor parezca menos. Tu mirada ya no es lo que me levanta por la mañana, ahora es su pelo, tu risa no es lo que me motiva cuando estoy triste, son sus abrazos, tus palabras ya no me hacen ser feliz, ahora son sus ojos. Me he quedado pensando en ti, en todo lo que pasamos, en todo lo que me hacías sentir... Pero me han recordado que tú ahora eres la persona que me hace sentir que no estoy sola. Te he echado de menos, durante todo este tiempo, pero ahora se ha llenado el hueco que dejaste en mi corazón, he dejado de sentirme sola, ahora tengo unas personas geniales que me hacen sentirme viva de nuevo, que he vuelto a nacer a pesar de toda las noches llorando en mi cama por ti. Ahora ya no sé lo que era estar contigo, ¿por qué lloré tanto cuando te fuiste? No sé por qué me sentí tan sola, no sé por qué creí que la gente no me haría sentir ni la mitad de lo que me hacías sentir tú. Ya no necesito verte para ser feliz, ahora solo necesito verles a ellos, a todas esas personas que me han hecho feliz.

sábado, 11 de agosto de 2012

La Casa

El sol entraba entre las rendijas que se entreveían en la persiana de la salita, la luz que propagaban era suave pero atenuante de la visión periférica de aquel cuarto. Las pupilas de Gesper se notaban dilatadas en la oscuridad, sus ojos brillaban lo suficiente para reflejar la poca luz que entraba. Se movió en la cama, divisó un bulto en ella, era Yeing. No recordaba nada de lo que había ocurrido esa noche, pero si ella estaba implicada seguro que sería algo bueno. Se levantó despacio, intentando no despertarla, se dio cuenta de que su cuerpo estaba desnudo bajo aquella capa de sábanas blanquecinas. ¿Qué había ocurrido aquella noche? La cabeza le daba vueltas y el estómago se notaba revuelto. Se levantó con sumo cuidado para sentarse a pie de cama, la oscuridad de la casa no le recordaba a la suya propia. ¿Dónde estaba? Mierda, no tenía ni idea de que hacer, solo le quedaba esperar a que se despertase Yeing y le dijese todo lo que ella recordaba... Un quejido a su espalda le hizo girarse y contemplar a la muchacha estirándose mientras entreabría sus ojos verde esmeralda.
-¿Qué pasó anoche?- Preguntó Gesper con un susurro perceptible por ambos.
-No lo recuerdo, creo que bebimos demasiado, ¿Dónde estamos?- Dijo la muchacha que tampoco se ubicaba.
-Pues como no lo sepas tú, mal vamos.- Dijo el muchacho con un tono de preocupación en la voz. Se levantaron, buscaron sus ropas y se vistieron. Ambos estaban desnudos en la misma cama, eso no podía ser bueno. Se apresuraron a acercar su oído a la puerta, detrás solo se apreciaba el más puro silencio. Gesper abrió suavemente el portón, nadie, fuera solo se distinguía oscuridad. Comprobaron que llevaban todas su pertenencias y se apresuraron a intentar salir de aquella extraña casa que les daba tan mala espina.
Cámaras, de repente vieron que a su lado se distinguían en la penumbra unos pequeños puntos de luz que le apuntaban. Siguieron hacia delante, la oscuridad se hacía aún más inescrutable con cada paso. Pero ellos siguieron, abrazados, de morir preferían haber luchado por vivir. Se debatieron durante horas en aquella oscuridad, de pronto se hizo la luz. Divisaron que estaban en un pasillo del que no se distinguía el fondo, que era serio y que estaba coronado por millares de cámaras que les apuntaban directamente a ellos. ¿Qué estaba pasando allí? Un sonido sordo les tumbó en el suelo tapándose los oídos, aquel ruido era demasiado molesto para cualquier ser vivo que estuviera escuchándolo. Por fin, vuelta al silencio sepulcral del principio, ninguno estaba muy seguro de lo que prefería. Caminaron por los pasillos, en silencio, procurando no hacer nada que molestara a la cámaras... Una sala, una silla, una mesa, un papel, una frase escrita con sangre:
"Uno debe morir para que el otro siga con vida"
Ambos se miraron a los ojos, las lágrimas acusaron los ojos de ambos, el miedo atenazó sus almas. Se besaron, ambos sabían lo que ocurriría allí, uno debía morir. Pero ninguno se atrevió a apresurar la respuesta a la pregunta más esperada: "¿Quién?"
La miradas se hacían más contadas y largas, la espera se hacía interminable, debían esperar a que alguien le mandara una señal, ¿Quien debía morir? Eso no estaba claro. Las gotas de sudor corren por el rostro de los muchachos, no quieren morir, no quieren dejar este mundo, solo quieren ser felices sin esperar nada a cambio, ser felices juntos.
Un ruido, alguien mete en el cuarto una daga. Ambos se miran, Gesper la coge.
-Debe de ser la hora.- Dice mientras se acerca la daga al cuello.
-¡No!- Grita ella.- Moriré yo, tú tienes familia, yo estoy sola en este mundo, nadie me echará en falta...- Dijo la muchacha tratando de arrebatarle el cuchillo.
-Te echaré de menos yo.-Dijo Gesper mientras las lágrimas surcaban su rostro.- No podría vivir sin ti.-
-Si mueres tú, ¿Qué será de tu madre y tus hermanas? Eres el único que realmente está velando por ellas.- Dijo y él se relajó un poco.
-Podrías cuidarlas tú, sería lo mejor, todas las cosas que quiero seguirían bien y yo no podría ser testigo de como te suicidas.- Dijo él, observando como la cara de la chiquilla se endurecía con cada palabra y se le clavaba en el corazón aquella mirada de tristeza que demostraba que tal vez estuviera entrando en razón.
-No, tienes razón, pero no podría verte morir sabiendo que si yo quiero podría ponerme en tu lugar.-Dijo ella, ya no podía dejar de llorar.
-Bueno, decidámoslo mañana por la mañana, ahora ya es algo tarde y tengo sueño.- Dijo él sentándose en el suelo abrazado a ella.
La noche transcurrió tranquila y cuando se despertó, en el suelo, vio a Yeing con un charco de sangre y una raja en el cuello. Se había suicidado, por él, y de ello no hacía más de seis horas. Debería haberlo sabido, debería habérselo impedido, ahora lo que más amaba en este mundo había muerto. Se cabreó con el destino, cogió el cuchillo y se corto las venas, se desangró lenta y dolorosamente. No pensaba vivir sin estar junto a ella.

viernes, 10 de agosto de 2012

Espejo de Luna

La calle esta vacía, ni un alma rondando perdido entre las frías callejuelas. La noche era cerrada, la luna brillaba sobre la cabeza rubia de la muchacha que se asomaba en a la ventana de su habitación, su casa estaba oscura, nadie más estaba despierto allí a esa hora. La luna era tan mágica que la muchacha no paraba de mirarla como si pudiera mirar dentro de ella, como si viera algo que el resto del mundo no ve o no se ha parado a mirar. Porque con el ajetreo de la vida, se nos escapan los mejores detalles, aquellos que te dan ganas de sonreír, aquellos que te dan razones para vivir, aquellos que solo te dan las personas especiales, aquellos que se te clavan en el corazón y de allí no los puedes sacar... La muchacha se percató en que la luna se oscurecía un poco, una nube la estaba tapando, así que decidió pasar de observar la luna y ponerse a escrutar la calle. A simple vista no hay nadie, nada, ni una sombra engañosa que pueda parecer lo que no es.
De repente se mueve algo, una sombra, y se le eriza el pelo del brazo izquierdo con un escalofrío que hace que parezca que está desprotegida. La sombra se mueve de nuevo, la mirada de esta se asoma entre la penumbra de la noche, negros, casi no se ven en aquella inmensa oscuridad que separa la realidad de todos y cada uno de los sueños que se viven cada noche, en cada casa, con cada vida, con cada experiencia. La mirada misteriosa se clava en los ojos de la muchacha, que en seguida pretende apartar los suyos pero la magia de la noche se lo impide, se queda embobada mirándole, a los ojos negros, a la profundidad de la oscuridad más remota que estos reflejan. Ambos se observan, mientras el frío se lleva el sueño de Katie, la muchacha del ventanal, el chiquillo levanta la cabeza y coge uno de sus cigarrillos, lo enciende, se lo mete en la boca y fuma. A la muchacha eso no la gusta, pero se ha quedado observando sus ojos, sus ojos fríos que se abren a su mente en un remolino de historias inventadas que relaten lo que ese chiquillo ha pasado para tener aquella triste mirada en aquellos impresionantes ojos.
Katie sintió la extraña sensación de que necesitaba bajar, que algo la impulsaba a los brazos de aquel chiquillo... Que ya no estaba en la calle cuando ella volvió a mirar. Nunca volvió a verle, ni una noche más meditando en el pozo sin fondo de sus ojos, sola. Pero siempre esperó que alguien le volviera a hacer sentir lo que él había conseguido en una sola noche.

miércoles, 8 de agosto de 2012

Claro de Luna.

Las gotitas de rocío se agolpaban en las hojas de los árboles esperando a que una ráfaga de aire las tirara de nuevo al suelo y las destruyera para siempre. Ajned estaba en la hierba mojada, sentada, sin mediar palabra. Solo podía pensar, solo podía quedarse imnotizada con el brillo cegador de cada gotita, solo podía pensar que esas gotitas verían la muerte mucho antes que ella... La desesperación de la soledad la consumía lenta y dolorosamente, de una manera tan cruel que todo parecía más sosegado, más tranquilo, más compadecedor. Pero la maldad de la vida la había echo más fuerte, más resistente, más dura. Las heridas que el destino infringía sobre ella se disipaban mucho más rápido que sobre el resto del mundo, se disipaban cuando tocaba fondo. Lo tenía tan visto que le ayudaba a sobrevivir, le ayudaba a ser quien era, le ayudaba a respirar cada día con la fuerza necesaria para no sentir su propio miedo.
Se levantó del suelo, cogió aire y se dispuso a caminar de regreso a su cabaña en el bosque, el camino estaba plagado de rocas que interferían en su caminata, pero Ajned ya estaba acostumbrada a caminar por allí y se sabía el camino más sencillo. Llegó a la cabaña, abrió la puerta, se metió en la cama y se quedó dormida. Soñó que la mañana le traía un nuevo universo, un nuevo renacer, una nueva vida que curara sus heridas. Los ojos de Ajned se entreabrieron con cuidado cuando el sol entró por entre las cortinas y la deslumbró. Sus pupilas se contrajeron y los ojos se quejaron por el exceso de luz.
Llamaron a la puerta, era Harold, entró en la pequeña cabaña mientras Ajned se ponía su bata verde. Se sentó en la cama de la muchacha y la miró con los ojos encharcados en lágrimas. Nunca demostraba así lo que sentía, nunca le había visto llorar, nunca. La mente de Ajned se desató y le besó, no pensó, solo actuó en su propio beneficio, mejor no pensar y actuar sin más.
Se tumbaron en la cama de la chiquilla abrazados, sin más, no mediaron palabra, solo se tumbaron sobre la cama a estar juntos, a conseguir recuerdos que tapen el dolor de los viejos. La mirada de la luna les dejó una sensación de tranquilidad, de que lo estaban haciendo bien, de que todo sería mejor así, que el destino lo había hecho así y así tenía que ser...

martes, 7 de agosto de 2012

¿Y si...?

Caminar por la ciudad, evitando mirar a la gente que pasa, con la cabeza gacha y pensando en mis cosas. No puedo levantar la mirada porque siento todos los ojos que se clavan en mi espalda para criticarme nada más haya pasado, necesitar alguien que esté allí para no sentir el miedo que me causa el puro echo de pasar frente a los que antes me criticaban sin cortarse un pelo. Llegar a mi destino, encontrarme con que soy la primera en llegar, quererme enterrar bajo un millón de capas de abrigo para que nadie me vea, para evitar sus miradas de soslayo, miradas de reproche por algo que escapa a mi comprensión. Sentarme en el suelo con los cascos puestos y la música a todo trapo. Se me escapa una media sonrisa al saltar una de tus canciones en la lista de reproducción de mi teléfono, recuerdo aquella tarde escuchándola y vuelvo a sonreír, creo que alguien lo nota porque en seguida me doy cuenta de que hay varias personas mirándome, y que no es por desprecios, me tienen envidia. Por sonreír cuando se supone que me están poniendo a parir, por estar a gusto en un sitio en el que debería sacar una pistola y asesinarlos a todos. Pero entonces llegas, con tu pelo rubio al viento, con tus baqueros rotos, con tu camiseta negra y tu mejor sonrisa. De esas que solo me regalas a mi. Te me acercas por la espalda, me asustas, yo me quedo en el suelo, pero me quito los cascos y te pregunto que haces ahí, no te esperaba.
-Pues he quedado con unos amigos, ¿Y tú?-Dices siempre manteniendo tu hermosa sonrisa y besándome en los labios.
-Se supone que había quedado, pero no estoy muy a gusto aquí...-Digo intentando ocultar todo lo que me hacen sentir los millares de ojos que me están escrutando con más curiosidad ahora que estás conmigo.
-Pues entonces vente conmigo.-Dices tú con tu mágica sonrisa.
-No habías quedado, no me gustaría molestar.-Dije poniéndome roja.
-Tú nunca molestas.-Dices y me besas en la frente, un gesto tuyo que siempre me ha parecido una monada. Me quedo contigo, me paso la tarde entre risas, tonterías y abrazos tontos que me encantan.
¿Y si lo digo todo en ese instante? ¿Y si todo va bien? ¿Y si me agobio y acabo escapando? ¿Y si el miedo ahoga mis palabras? ¿Y si te parezco una niña tonta que no sabe lo que quiere?
Bueno, da igual, ya he llegado a casa, ya no puedo decir ni hacer nada. Pero ha sido una de las mejores tardes de mi vida.

lunes, 6 de agosto de 2012

Buenos Días.

Angel se despierta a las siete de la mañana con la vaga sensación de que necesita levantarse, mira el reloj, pronto. Pero una nebulosa de incertidumbre le impide dormirse de nuevo, le impide descansar para no pensar, para simplemente dejarse llevar y no pensar en él. Se levanta despacio de la cama, todavía algo dormido, se pone su bata azul turquesa y se sienta en la cama. El silencio de la casa se hace desbastador y la hora no ayuda. El sol ya está iluminando las frías callejuelas de la ciudad y la gente ya hace un par de horas que se ha levantado para otro intenso día de trabajo, pero Angel no debería estar despierto, no hasta un par de horas más tarde y no tenía nada que hacer... Así que Angel, se levanta, va al ordenador y lo enciende, mira en Internet, Sabell se ha despertado hace solo unos minutos y ya no está conectado. No sabe que hacer, ¿Y si le llama? Podría hablar con él, no perdería nada, ¿No? La duda se instaló en su mente a la hora de coger el teléfono y marcar el número, ¿Y si no podía decir nada cuando él contestara? ¿Y si se quedaba empanado mirando el vacío de la habitación? ¿Y si acababa colgando?
Decidió no hacer nada, quedarse allí, sentado, mirando la pantalla de su ordenador mientras las conversaciones se abrían ante sus ojos, no le apetecía hablar con nadie que no fuera él, que se le parara el corazón cuando estaba escribiendo un simple "Buenos días." Es un día difícil para Sabell, la negrura de su alma se ha convertido en frustración y Angel solo sabe hacerle sonreír besándole, pero a través del ordenador... Eso es algo complicado.
La luna todavía se ve en el cielo, las estrellas ya se han escondido para dejar sitio a la estrella suprema, el Sol. Sabell está llorando, no quiere admitírselo a Angel, pero él ya lo sabe. Lo nota en su forma de hablar, de contar todo lo ocurrido en fragmentos que solo ellos entendían tras esa relación tan extraña de casi un año. Nadie podía hacerle tan feliz como lo hacía él, nadie era capaz de sonsacarle sus mejores sonrisas.  Ahora la tristeza acababa con sus vidas, ahora la penumbra de la madrugada sellaba un pacto por el que, a la tarde, ambos acabarían con todo sufrimiento, para siempre.

domingo, 5 de agosto de 2012

Amanece.

En la terraza, Eidan, observa el frío del amanecer vestido solo con su bata. Las corrientes de aire mecen su cabello castaño claro, mientras el cigarro se consume sin apreciar ni una sola hora de vida.
El sol estaba asomando su luz por detrás de los edificios más altos de la desierta ciudad y, Eidan, comenzaba a ver con claridad. La calle estaba despertando en silencio, con una pequeña capa de niebla decorando y creando un ambiente un tanto fantasmal. Las personas comenzaban a salir de sus camas y a vestirse para un día más de vida, para un ajetreo intenso que lo mantuviera ocupados hasta el momento de la noche.
Eidan notó que Aisdeun se había despertado, aún era pronto para ella, y se giró con cautela para encontrársela desnuda, detrás de él, con un vaso de agua que se acababa de beber.
-¿Qué haces despierta?-Preguntó con la mejor de sus sonrisas, a esa chiquilla le había cogido cariño.
-Tenía sed.-Dijo ella con una sonrisa, pero aún un poco adormilada.-¿Vuelves a la cama? Aún es pronto.-
-Voy en un rato, me gusta ver esto.-Dijo y señaló a la ciudad, que ya empezaba a dar señales de vida. Aisdeun se asomó a la terraza y se quedó allí, abrazada a Eidan. Mirando como la ciudad despertaba y nadie lo podía evitar, la señal más clara de que somos hormigas en un mundo enorme, que da igual lo que hagas, siempre habrá alguien que lo hará mejor que tú. Solo hay que encontrar a alguien que aprecie tu forma de hacer las cosas, de hacerle sonreír, de dedicarle una sonrisa y que eso te haga estar contento.
Volvieron a la cama, con pocas ganas de dormir, pero les esperaba un día difícil y necesitarían estar al cien por cien de su fuerza.
El despertador sonó a las doce de la mañana para indicar que el día empezaba para la pareja. La primera en despertarse fue Aisdeun, que preparó un exquisito desayuno para empezar con energía el día. Vio colgado del armario su vestido de novia y se le hizo un nudo en el corazón. Pero en ese instante, Eidan, la cogió por detrás y, en un segundo, la abrazo y besó, de tal forma que todas sus dudas se desvanecieron. Había hecho bien en no casarse, él no era el adecuado y no la haría feliz, sin embargo Eidan la estaba enseñando todo lo bueno de la vida. Le había enseñado a sonreír cuando nada lo merece, a recitar sus sentimientos para que el mundo los oyera y a recibir cariño de un hombre del que no se esperaba enamorar y lo había hecho. Se quedaron allí, mirando su imagen en el espejo del armario, en silencio, solo abrazándose para demostrar que el cariño que se tenían era mucho más intenso de lo que ellos creían.

sábado, 4 de agosto de 2012

El Garaje

Alma caminaba por la calle mientras la lluvia mojaba su fría piel, era pleno verano, pero la temperatura del ambiente era más propia del otoño. bajó suavemente la cuesta y se dio de bruces contra un muchacho robusto, de piel oscura y ojos sorprendentemente claros. Era moreno y llevaba el pelo largo, le quedaba realmente bien, Alma solo acertó a decir:
-Lo siento, no era mi intención...- Antes de que el chiquillo se abalanzara sobre sus labios y la besara. Alma se quedó de piedra, era Jaime, el chico del que llevaba enamorada más de tres años, y ahora estaba besándola. Un sueño convertido en realidad, un sueño que seguro que tenía final. Eso era lo que le pasaba a Alma, en lugar de disfrutar del momento, se emparanoiaba de lo que pudiera ocurrir o no. Despertó de sus pensamientos en el instante en el que los labios de Jaime se despegaron de los suyos y se quedó mirándola fijamente a los ojos. Parecía como si leyera todos sus sentimientos con solo mirarla, y ella se estremeció al sentir que esos ojos atravesaban su alma.
Se despidió del muchacho y se adentró en la tarea que la habían encomendado y que tan bien había empezado. Debía vaciar el trastero de la familia para meter una nueva habitación, para ella, la trasladaban a su propio cuarto en el trastero... Bueno, no estaba tan mal, era un garaje alejado de su casa que tenía baño propio, llegó allí y se dio cuenta de que su labor le iba a llevar unas cuantas horas, se puso la ropa de enfainar y comenzó con lo que debía.
Al rato apareció Jaime por la entrada y se sentó en una banqueta mientras observaba a Alma trabajar, ella se había dado cuenta de que estaba allí pero esperaba que se levantara a ayudarla sin que ella se lo tuviera que insistir, pero acabó hartándose, se dio la vuelta y allí estaba, sentado, con su sonrisa bobalicona.
-No piensas ayudarme, ¿Verdad?- Dijo Alma con un poco de resentimiento en la voz.
-Es que si te ayudo te irás a vivir unos metros más lejos de mi...-Dijo Jaime haciendo desaparecer toda la ira que ella pudiera tener.
-¡Ah! Vale, pero seguiré viéndote todas las mañanas y a todas horas, porque es lo que más me apetece. Verte.-Dijo Alma mientras él se levantaba, la cogía de la cintura y, tras besarla, se ponía manos a la obra para ayudarla. Se pasaron la tarde limpiando el pequeño habitáculo que quedó claramente precioso y espacioso, Alma se mudó allí al día siguiente y le dio una llave a Jaime, por si algún día deseaba ir a verla.

Juegas a dejarme sin Palabras

El agua de la ducha caía suavemente sobre mi piel mientras yo estaba allí, de pie, mirando la pared del lavabo sin nada que hacer. Pensando, solo pensando. Salí de la ducha tan agoviada como entré. Mi mente daba mil vueltas, pensando siempre en lo mismo, siempre con los mismos pensamientos a pie de boca. Sin poder expresar mi absoluta frustración y sin dejar de tener la misma imagen en la mente: Tú.
No podía despertar de aquella ensoñación en la que me habías metido con tu mirada penetrante y tus buenas palabras. Me vestí unas tres veces antes de ponerme el primer modelito que había elegido, caminé por la calle, mientras me caía una suave lluvia sobre mi cuerpo mojado. Le vi, allí, sentado. Con los cascos puestos y moviendo el cuerpo al son de la música. Me acerqué despacio, fingiendo que mi corazón no se desbocaba cada vez que te veía, que me besabas, que te acercabas a mi y me llegaba todo tu aroma y se quedaba allí todo el día. Iba empapada, pero a ti te dio igual, nada más llegué, tu mejor sonrisa y un abrazo impresionante de los tuyos que me dejan sin palabras. Tú también estabas empapado, no me dí cuenta hasta el mismo momento en el que me acerqué y te besé suavemente los labios. Miré tus ojos verdes y me quedé embobada durante un segundo eterno. Nos despegamos un poco y miramos aquel hermosos paisaje empapado que decoraba nuestra historia de amor o solo cariño, no lo sé. Sinceramente, la lluvia cegaba mis pensamientos y mi juicio, la tarde era fría y caminé a tu lado, hablando, solos en un camino que ninguno estaba acostumbrado a llevar.
Caminamos durante horas y dimos de frente con La Cala de las Sirenas, mi lugar favorito. Nos sentamos allí, bajo la lluvia, observando el paisaje de mar. Paseé mis dedos por tu espalda en busca de una mirada o una simple respuesta a una difícil pregunta. Ocho letras y un sentimiento que no sé si sientes... Me lanzo a tus brazos y hundo mi rostro en tu hombro, la frustración a ganado a mi fuerza de voluntad. Me lamento por no poder aguantar las lágrimas y estallar en un gimoteo incesante que no podía dejar de abrazarte. Tú estabas ahí, quieto, abrazándome y acariciando mi pelo pelirrojo. Me tapo la cara de nuevo con tu camiseta y por fin levanto la cara, me estas mirando con tus ojazos directamente a los míos, eso me hace sentir protegida. Me besaste en lo labios y me dijiste:
-No llores, siempre estaré aquí para ti.- Con tu voz penetrante que me hace sonreír cual niña tonta, con las mejillas sonrojadas y un calor en el rostro que demostraba lo mucho que te quería, aunque no quisiera admitirlo. Me puse a tu lado, todavía llorando, y me abrazastes para que no sintiera el frío de la noche.
Nos levantamos de la roca y fuimos a pasear por la arena de la playa, que estaba mojada, paseamos en silencio. Silencios de esos en los que ambas partes saben que la otra está pensando en él o ella. Y acabamos sentados en la arena, observando la luna mientras nos besábamos para dejar constancia de lo que sentíamos, por pequeño que fuera. Para no arriesgarnos a usar palabras que no lo dijeran todo como deberían, para ser felices... El tiempo que se nos permitiera.

miércoles, 1 de agosto de 2012

Rara


Me desjaste sin palabras, me dejaste sin saber que hacer. Por eso esta canción es todo lo que tengo que decir.

Que siga la Música y tape la Tristeza.

Si es que la vida cuando quiere es una puta, si me jode los mejores momentos en los que mi auto estima sube. Vuelvo a recaer, te hecho de menos, lloro, me lamento, descubro que hay gente ahí que espera a que me levante del suelo para darme ese abrazo que tanta falta me hace. Pero siempre vuelves a caer, vuelves a necesitar los mismos brazos y a echar de menos cosas que no deberías. Me lamento solo de una cosa: De sentir dolor. Porque no voy a dejar de ser quien soy por no dañarme. No, porque aunque me duela, también he sido feliz. Aunque claro, las nubes siempre acaban tapandome el sol. Pero es lo que tiene la vida. No sabríamos lo que es la felicidad si no existiera la tristeza, no sabríamos que es el amor sin el desamor. Es un bucle infinito de los que no se puede salir, en los que siempre te metes, hagas lo que hagas. La mejor manera es buscar gente que realmente merezca la pena y acabas sintiéndote agusto en ese sitio, con esas personas y en esos momentos tan... No sé, ¿Increíbles? No sé, solo sé que vuelvo recaer cuando me miro al espejo y vuelvo a verme como antes: Horrible, sola, necesitada de ti, con el corazón encogido y las lágrimas amenazando escapar. Por suerte, ultimamente, no necesito llorar para estar agusto conmigo misma. Solo necesito ver un par de sonrisas que me traen de vuelta a mi realidad: No estoy tan sola. Solo necesito un abrazo de los que ahogan o de los que reconfortan y tengo personas que saben darlos y los regalan, por suerte. La verdad es que me duele, me duele no saber que hacer y al mismo tiempo darme cuenta de que debo olvidarme un poco de todo, que tengo que ser fuerte, que la vida es dura y placentera. Sobretodo dura.
Pero vosotros me dais esa fuerza que yo no tengo y acabo haciendo cosas que no creía que consiguiera, realizando sueños, cumpliendo espectativas... Echándote de menos, sinceramente aún no me creo que no estés, que no pueda contarte lo bien que me siento cuando estoy con la gente a la que quiero y al mismo tiempo me doy cuenta de que, si estuvieras, no les hubiera conocido. En ese instante se me escapa una media sonrisa que es más una muestra de tristeza que otra cosa y me rindo, me rindo y acabo llorando por cualquier estupidez. Y es que la gente que aguanta, en el fondo, no somos tan fuertes. Pero cuando me protegen todos los que quiero, cuando me dicen que soy buena gente, que no me preocupe, que ellos se lo pierden, que simplemente soy yo y nadie debe decir que no me merezco lo que tengo. En esos instantes es cuando me siento fuerte, cuando escalo las montañas que me pongas delante con la fuerza que me dais. Por eso no voy a llorar, hoy no, ahora no, ya lloraré cuando recaiga de verdad.