Vistas de página en total

martes, 14 de agosto de 2012

Mariposas.

La mirada de la chiquilla de los ojazos verdes se posó en el vuelo de la pequeña mariposa de alas moradas que danzaba esperando que la suerte le diera una nueva flor en la que posarse y alimentarse del delicioso néctar. La mariposa se posó sobre el hermoso cáliz de la rosa roja que coronaba el rosal de aquel jardín y comenzó a alimentarse. En ese instante apareció en el enorme jardín Julius con una bata atada a la cintura y se sentó junto a la chica de la mirada perdida en el volar de aquel maravilloso insecto, que ya había recolectado suficiente néctar y vuelve de regreso a su casa. El muchacho se sienta, la besa en la mejilla para intentar captar su atención, y le dice al oído:
-Lo siento.- En un susurro que solo oye la niña del pelo rubio y pecas en las mejillas.
-No pasa nada...-Dice ella sin apartar la mirada de la flor.
-¿No estás enfadada?-Dice Julius con un hilillo de voz.
-No.- Dice ella de forma cortante.
-Bien, porque no podría vivir mi vida sin ti.-Dice él.
-Tendrás que hacerlo, me muero.-Dice ella clavando su mirada por primera vez en los ojos del muchacho.
-No...-Dice mientras las lágrimas surcan su rostro.
-Sí, y tú eres el culpable de mi dolor.-Dice la muchacha.
Murió con el corazón roto y las lágrimas sin aflorar fuera de si, ahogando su alma y acabando con su vida. El muchacho se encargó de darle una muerte digna y un funeral lujoso para que todos la recordaran por como fue en vida, fueron todos sus antiguos amantes a llorar la perdida de aquella joven tan querida por todos, fueron sus familiares a rezar por su alma y fue Julius, como penitencia por haberla hecho tanto daño.

No hay comentarios:

Publicar un comentario