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viernes, 29 de noviembre de 2019

Te Jodes

Últimamente suelo caer en reprimir mis ansias de cabrearme, de decir las cosas como las siento y como quiero expresarlas, simplemente porque necesito que más gente nos lea. Pero cuando todo mi trabajo es ignorado, cuando el esfuerzo que hago no sirve de absolutamente nada, solo puedo pensar en que he ignorado mi rabia para nada.
Cuando se trata de movimientos sociales, en los que pones la cara para enseñar a la gente a puñetero respetarte, te toca tragar mucha mierda, muchísima, y lo peor de todo es que esperan que la tragues con una sonrisa en los labios. Y estoy hasta los cojones de hacerlo. No tengo que ser amabale, no tengo que soportar que me trates como la mierda, no tengo que aguantar tu paternalismo y que te creas que sabes más que yo solo porque soy joven. No tengo que soportar te mientras tú no te molestas ni siquiera en leer lo que te enlazo o te enseño. Estoy harta de que se me menosprecie, de que se ignore mi trabajo, y que luego nos digan que enfadandonos no vamos a lograr nada.
Perdóneme que me cabree, es que nos están asesinando.
Nos están asesinando bajo el silencio cómplice y bajo la idea absurda de que no podemos cabrearnos, de que la rabia no es el puñetero camino. Creo que el puñetero esclavismo no se consiguió abolir con "por favor" y "gracias". Muchas personas murieron en el camino hasta que se avanzó. Igual en todas las revoluciones sociales, ningún avance se ha conseguido con pasividad y asertividad, y estoy tan agotada de que me digan que mi rabia es incompatible con mi objetivo, la justicia no es nada sin la rabia.
Siento rabia porque cada 6 horas se denuncia una violación en España. Porque llevamos casi 95 mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas en lo que va de año. Porque prefieren buscar legalizar la puñetera "muerte digna" antes que dignificar la vida de las personas discapacitadas. Porque la puñetera ley de accesibilidad no se cumple, y aunque se cumpliera, es una ley excasa que sólo prevé una parte minúscula de la accesibilidad que es necesaria a día de hoy. Estoy cansada, cabreada y harta de que se acose a mis compañeras trans y racializadas con excusas de un supuesto "feminismo radical" que no tiene nada ni de Feminismo ni de radical. Peleo cada día contra la idea de rendirme, de dejar de luchar por lo que me parece justo, porque sé que si me rindo me voy a arrepentir muy pronto de haberlo hecho. Pero no me digas que no me enfade, que cuide mis formas, no me digas que sea amable o que no vale la pena. Porque estoy harta.

Toda la vida peleando para que nos dejen ser nosotras mismas, para dejar de estar atadas a unos roles de género asesinos que nos reducen a una puñetera caricatura. Celia Amoros no habló de cómo se nos niega la maldad a las mujeres, para que ahora me vengas con que cuide mis formas que así no consigo nada. Sí, con ira, con rabia y peleando es como se consigue todo en este jodido mundo. Y yo llevo peleando 22 años por todo lo que tengo hasta el día de hoy, y sigo peleando por todo lo que quiero conseguir para el día de mañana.

jueves, 14 de noviembre de 2019

Harta

Llevo unos días malos, otros más a la lista, en los que me encuentro mal. Porque me duele todo, porque estoy cansada y porque la echo de menos. La verdad es que es un todo. Es el no saber y a la vez creer saberlo todo, pero siempre desde el lado más negativo y oscuro de un futuro que aún no existe. Me duele todo y siento que solo le importa a él, como siempre, que es él quien me apoya y me cuida siempre. Pero a la vez sé que no es justo pensar eso, que hay mucha gente que me quiere y que me ayuda, pero la depresión y esa puñetera vocecilla no ayudan. Y me miro en los espejos y me siento horrible, y me culpo, y me destrozo al mismo tiempo. Y caigo, siempre acabo cayendo, y me hundo en la oscuridad de mi mente mientras esas vocecilla me grita que no valgo para nada. Una vocecilla que a menudo me resulta familiar, una vocecilla que he oído mil veces y no solo en mi cabeza. Y siento rabia de que él aún se esconda en los recovecos de mi mente y me siga haciendo daño, de una forma que ni siquiera él controla. Pero todo lo que me hizo dejó mella para siempre, no tiene cura y por eso tampoco tiene perdón. Mil veces he pensado en olvidarlo, en seguir adelante, y simplemente ignorar que eso pasó y que no me importe con tal de que me dejéis verla. Pero entonces me haces daño otra vez conscientemente, a menudo utilizándola para atravesarme el alma y dejarme más cicatrices que sangran. Pero ya no soy la misma niña, no. Esa niña creció y, aunque siente dolor y la echa de menos, también sabe que ella lo vale todo. Por mucho que la vocecilla le diga lo contrario. Por mucho que tú le digas lo contrario. Esa niña creció, se pintó la cara de violeta, y ahora es otra persona, ya no tiene miedo.
Y eso no implica que no puedas hacerme daño, es el problema del maltrato, que siempre está ahí. Claro que dueles y claro que me haces daño, pero ya no me enfrento igual a ese dolor. Ahora lo acepto, soy consciente de que no puedo controlarlo, y voy creciendo. Anclo mis raíces a la tierra y voy tejiendo mi futuro, despacio, sin pausa pero sin miedo. Pensando que en unos años no te quedará nada que hacer para que yo la vea, pensando en que aunque ella me odie por tu culpa, tendré la oportunidad de hablar con ella de igual a igual y sin que tú te metas. Pensando que todo el dolor que siento no vale de nada más que para seguir resistiendo y pensando en ella. No tengo que salvar a nadie, ese no es mi papel, mi papel es estar ahí cuando me necesite. Para eso soy su hermana. Y pelear porque le hagas el mínimo daño posible, que no acabe con las mismas cicatrices que rasgan mi alma.
Siempre que pienso en ti, lo hago porque me viene a la mente alguna de las mil cosas horribles que me has dicho o hecho, siempre que ocupas mi mente es porque me has herido, pero ella no. De ella me acuerdo cada día, pienso en ella cada día, me pregunto qué tal estará y tengo tentación de hablarla, pero me da miedo ser pesada (siempre ese miedo absurdo) y al final me quedo callada pensando en si estará bien. Pero sé que lo está, porque aunque tú sigas siendo el mismo, ella no es como yo, y además ella me tiene a mí y lo sabe. Espero.
Duele, la verdad, duele. Duele saber tanto y no poder decirlo en voz alta sin poner en riesgo muchas cosas, duele estar cansada constantemente, duele tener que hacer mil cosas solo para no pensar. Duele, pero duele el cuerpo y la mente.

sábado, 2 de noviembre de 2019

No te puto pilles.

Me despierto y te echo de menos. 
Y es curioso porque nunca
he despertado enredada en tu pelo.
Estoy todo el día pensando en alargar
la conversación contigo,
En cómo sacar algo de lo que hablar.
Es posible que me haya pillado
entre tanto mensaje de no te puto pilles,
mientras mi cabeza lo repite
porque no creo que tú quieras lo mismo
no creo que quieras estar conmigo. 
Y otra vez la vocecilla aprovecha para
decirme que no soy suficiente para nadie
que él solo se conforma porque tiene miedo.
Pero en ese momento dices algo
que me dice que tal vez sí quieras lo mismo
y al mismo tiempo la vocecilla vuelve
susurrando: "no te autoengañes, no es para ti."
¿Qué quieres, si es que has llegado como
llega todo lo bueno, sin avisar y dando miedo?
Seguiré compartiendo mi tiempo contigo
mientras sigo descubriendo tu mundo
sin pretender que nada entre nosotras cambie
y al mismo tiempo manteniéndome espectante.