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lunes, 11 de octubre de 2021

Versos a destiempo.

Que me muero de ganas de meterme en tus bragas, es cierto.
Pero son aún más fuertes las ganas de escribirte en la espalda mil besos.
Soñarte despierta sabiendo que no te tengo,
porque no eres mía, somos juntas y es lo que quiero.
Porque te quiero libre, volverte cuerda y solo atarte a la cama con consentimiento.
Susurrarte al oído estas palabras mientras te acaricio todo el cuerpo.
saborearte las curvas, los socavones y los recovecos.

Y es que has llegado como llega siempre el invierno: 
a prisas, sin avisar y metiendo miedo.
Te has convertido en risa, rubor, amor y sentimiento.
Has hecho mi vida un cuento imperfecto que me sabe a poco si estás lejos.

Y es que no puedo imaginarme lo que tiene que ser explorarte,
lo que tiene que ser estar contigo en cualquier parte,
besarte sin miedo, comerte la boca, morderte el cuello y besarte la frente.
Mezclar el deseo y el amor libre en nuestros encuentros.
El fuego que nos nace y que siento por dentro,
me sabe a gloria, me sabe a ti, me sabe a diosa y a cielo.

Y es que has llegado como llega siempre el invierno: 
a prisas, sin avisar y metiendo miedo.
Te has convertido en risa, rubor, amor y sentimiento.
Has hecho mi vida un cuento imperfecto que me sabe a poco si estás lejos.

Deseo devolverte las horas que te robo en mi pensamiento,
en forma de sueños que ir juntas cumpliendo.
Sacarte sonrisas, carcajadas y algún orgasmo a destiempo,
sentarme a horcajadas en tu regazo y dejar que llegue el deshielo.
Abrazarte en la cama, mirarte a los ojos y susurrarte mil "te quiero".

Y es que has llegado como llega siempre el invierno: 
a prisas, sin avisar y metiendo miedo.
Te has convertido en risa, rubor, amor y sentimiento.
Has hecho mi vida un cuento imperfecto que me sabe a poco si estás lejos.

Después de ti.

Vuelvo a sentirme una bola de inseguridades incierta, un amasijo de sufrires que son todos míos. Hijos de esta tormenta que es mi mente y que me quitó la calma.
Vuelvo de nuevo a tener pensamientos que me dan miedo, pensamientos que no quiero tener. Vuelvo a mis tormentos y me toca las narices volver.
Sigo peleando contra esta puñetera idea de que no soy suficiente, de que soy todo lo malo de este mundo y que no me merezco nada. Lucho por quererme, pero no se hace fácil.
Me paso las noches en vela y por fin duermo un poco al llegar la mañana, pero no es suficiente para sanar todas estas semanas.
No puedo seguir peleando contra mí misma y contra todo lo que se me pasa por la cabeza. No tengo fuerza suficiente para seguir resistiendo y no hundirme en la miseria de vez en cuando. No después de todo lo que ha pasado.
No soy capaz de mirarme en el espejo, mi reflejo me devuelve todos y cada uno de mis complejos. Y me quedo aquí, mirando a la nada y tratando de sonreír.
Este cuerpo no me vale, no me gusta, me duele y me sangra y me hace daño. No quiero habitarlo, no quiero vivir en él. Quiero resquebrajarme y dejarlo tras de mí, como una envoltura inútil.
La imagen que tengo de mí no es justa, nunca lo ha sido, nadie me odia más que yo. Nadie me tiene más asco del que puedo tenerme yo. Nadie me dice las cosas que me digo en las madrugadas cuando no puedo dormir. No es justo pero es mi mente hablando a través de años de violencias injustas de todos lados.
Soy un conjunto de remiendos que hice y deshice un millón de veces, pero esas costuras se han dado de sí. Porque mi barriga sobresale por encima de todo eso y me tapa las cicatrices de oro que tejí.
Pienso en mi cuerpo sin mirarlo, solo pensando en la imagen que tengo de mí, y me doy tanto asco que me da miedo sentirme así.
E intento dormir otra vez, intentando no pensarlo más, tratando de callar la vocecilla de mi cabeza que no para de hablar mal de mí. Pero esa voz sigue ahí al día siguiente, esperando cualquier momento de debilidad para seguir haciéndome daño. Esa voz, por mucho que me joda, soy yo y es todo lo que me hiciste sentir. Es toda mi rabia y todo lo injusto que tuve que vivir. Es todas las veces que me has dicho que nunca seré suficiente. Todas las veces que me escondí cuando gritabas. Todas las veces que lloré en silencio hasta que llegaba el alba.
Es todos mis traumas y mi miedo a ser un poco más tú que yo. Es todos mis recuerdos de aquello que dolió y duele. Es todo el silencio de mis noches en las que me gritabas en la cabeza. Es todo el odio y la vergüenza.
Y otra noche que escribo a tantas personas que me jode que nunca lo lean. Y otra noche que escupo aquí la rabia tratando de apaciguar mi cabeza. Pero solo sirve para ordenar por qué me odio y decirme que no es culpa mía.
Solo sirve para decirme algo que yo ya sabía.