Vistas de página en total

domingo, 11 de enero de 2015

Serpientes en la Cama.

Últimamente me noto diferente, ya no me quedan muchas lágrimas, se me han secado de tanto usarlas. Como aquellos rotuladores de colores que tenía cuando era pequeña... Benditos trozitos de luz, cuantos recuerdos enlatados en vosotros.
Yo aquí, en esta parte de mi vida en la que tengo que decidir tantas cosas que ya quedan dichas para siempre, toca definir quién vas a ser para el resto "la que luchó" o "la que se rindió" cuando todo parecía demasiado fácil. Pero es que nada es demasiado fácil, joder, cada cosa que he conseguido me ha costado mucho, he sufrido mucho y aquí estoy. Queriendo rendirme pero sin poder.
 Hay mucho camino por seguir hacia delante, pero esos caminos que se dispersan en la linea de mi vida, son escabrosos y muy duros. Descubres cosas, cosas que tal vez sean superfluas pero te duele descubrirlas ahora. Y gritas tan fuerte como puedes para ahuyentar todo ese miedo, toda esa ira, todo ese rencor. Lejos. No quiero que quede dentro de mi nada de eso. Soy mucho mejor que todo eso. Pero a veces te permites un enfado, una lágrima, un grito ahogado en la oscuridad de la noche... Y todo vuelve a ti maxificado, todo se convierte en monstruos que creías que podías controlar, pero no puedes. Te recuerdan cada error, cada palabra mal dicha en cada enfado mal planeado. Y te hacen sentir débil, te hacen sentir sucio, te hacen... Huir de nuevo de quien eres.
Porque todo viaje empieza igual, toda vida empieza igual, todos empezamos llorando y hacemos lo que sea para que, cuando nos vayamos, sean los demás los que lloren nuestra ausencia. Pero yo no quiero que lloren, yo no quiero que me extrañen, yo no quiero haber sido simplemente algo en sus vidas que deben afrontar para continuar hacia delante. Yo quiero ser parte de todos y cada uno de los personajes que completan mi historia, quiero dejar en ellos una huella mucho más allá del cariño. Quiero estar viva dentro de cada uno de ellos el día que me vaya.
No sé por qué me he puesto tan melancólica estos días, pero no sé. Casi tengo los dieciocho y veo que mi vida aún no ha servido para mucho, solo he sido un conejillo de indias en una historia que aún no sé si quiero que se escriba, una historia que aún no está definida y que con cada paso voy definiendo. Me siento libre y a la vez noto unas cadenas que apresan mis alas, un mazo que golpea duro mi esperanza. Quiero gritar fuerte y me ahogo intentando decir todo lo que quiero para que aquellos que dudan de mí sepan que no me rindo. Para que todos aquellos que dijeron que no podría, vean que aún sigo luchando. Porque aún queda mucho por lo que seguir viviendo y porque aún queda aire en mis pulmones y tinta en mis venas.