Vistas de página en total

sábado, 30 de septiembre de 2017

Bi-sibilidad

Te dicen que no vales
Que estás rota.
Te dicen que estás confusa,
Que se te nota.
Te dicen que cómo va a ser,
si hace nada estabas con aquel.
Te dicen que si te va más une,
No te puede atraer le otre.
Que nada de lo que siento,
Puede suceder.
¿Y qué quieren si mi amor,
No entiende de género,
No entiende de versos,
Sólo entiende de amor?
Si las sonrisas se encuentran,
Sean de una o de otro.
Si los labios que acaricio,
No me importa su nombre.
Si las noches entre sábanas
Me saben a poco si me atan
Si me reducen a una norma,
Que está mal; que no es verdad,
Una norma que nos mata.
Una norma que
Hay que eliminar.

jueves, 14 de septiembre de 2017

Miedo a la Oscuridad.

Otra noche a oscuras, con miedo a la oscuridad.
Aunque SÍ es cierto que hoy es un poco diferente, menos lúgubre, ÉL está a mi lado. Va a hacer un mes que pasamos bajo el mismo techo, entre las mismas sábanas, compartiendo el calor de nuestros cuerpos. Y sin embargo hoy tengo miedo.
Y no es por él, está dormido, roncando plácidamente a mi lado.
Simplemente tengo miedo de la inutilidad de mi cuerpo, de mis movimientos torpes al andar, del dolor que me apuntala desde  la nuca a la planta del pie.
Tengo miedo de mi enfermedad, que me devora de nuevo, como un huracán que arranca cada brizna de hierba de cuajo, como el vendaval que se lleva volando las casas, sin ni siquiera esfuerzo. Tengo miedo de mi cuerpo; de mí misma, y ese es sin duda el peor miedo de todos los que existen.
Estar en silencio en la noche, a oscuras como ya dije, intentando contener las lágrimas de mi miedo para no despertarle. Intentando calmar mi mente aterrorizada que intenta devorarme, arrebatarme la piel a tiras y dejarme indefensa ante lo que temo.
Mañana, esa es mi meta hoy, llegar mañana al hospital y ser capaz de hablar sin que se me atraganten las palabras, hablar sin que el miedo atenace mi alma. Hablar sin romper a llorar después de aguantar los calambres que me inmovilizan la pierna y la espalda.
Y después de ser capaz de explicar lo que me duele, obtener una respuesta. Algo que también me da miedo, que quien me atienda no tenga respuestas a lo que me pasa, a esto que me duele, que vuelvan a dejarme indefensa de nuevo sin ninguna opción de saber algo más en claro. Y lamentablemente esta es la opción más probable, que quien me atienda no sepa que decirme, que no sepa cómo tratarme, que me diga que me tome lo que yo crea conveniente y libere urgencias de un paciente. Que vuelvan a invisibilizar el dolor que siento, porque total, ¿Qué importo si no tengo dinero? ¿Qué importo si tampoco puedo conseguirlo? ¿Qué importo si lo que tengo no lo entienden ni los médicos?
No sé si este texto verá la luz, si lo estás leyendo, en parte es un grito de auxilio. Una llamada de atención a la gente autosilenciada, alzaros y luchad por quienes no podemos, ayudadnos a mejorar el mundo que conocemos. Porque sin vosotros, nuestro mundo está perdido; porque nosotros no podemos luchar solos.