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martes, 7 de septiembre de 2021

La Monstrua de todos mis traumas

Quién soy a día de hoy, tiene muchísimo que ver con quién fui, quién me dijeron que debía ser y quién quiero o quería ser. Pero también ha sido un proceso de cambio, un proceso largo que aún sigue pasando. Me declaro monstrua, en todos sus significados. Me declaro la mala de historia, que tantas veces me dijeron que no podía ser y a veces he sido sin querer. Me declaro la deformidad misma de mi cuerpo, la disidencia que me envuelve el alma para dotarla de un nuevo significado más. Me declaro fea, aunque esta declaración aún duela, pero no quiero seguir luchando por encajar en unos cánones que me han impuesto y que no me pertenecen.
Mi cuerpo, mi mente, mi lucha y mi vida. Todo lo que me define está construido sobre la monstruosidad que la sociedad ve en mí. Me dicta y me manda que sea, y yo desobedezco desde la rabia más interna. No, no me da la gana de que ser monstrua siga siendo una mala etiqueta. No me da la gana que la monstrua siga siendo la que siempre pierde mientras el príncipe cishetero blanco normativo, se lleva a la princesa a otra cárcel. Quiero salvarme a mí misma de las garras de ese ideal, no quiero ser la princesa ni quiero que lo sean las demás. Quiero que esa figura pasiva y decorativa del capital, deje de ser el sueño de cualquier niña. La monstrua es libre, es capaz de escapar de ello y ser en libertad. No tiene que rendir cuentas a nadie, no tiene que agradar, tiene que ser ella. Y ella soy yo, ella somos todas las que nos negamos a ceder ante ese ideal, ante ese papel que nunca debió existir, para empezar.