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domingo, 30 de septiembre de 2012

Creo que el Mundo Va Mejor.

El otro día caminaba por una callejuela secundaria, de vuelta a casa, cuando vi a un señor de unos sesenta años pidiendo en la calle, me sentí muy mal, porque en ese momento no llevaba dinero encima y no le pude dar nada.
De pronto veo a una niña, de unos cinco años, que le pide a su madre una moneda y, bajo la mirada atenta de su madre, su padre y su hermano, se acerca, con mucho miedo en la mirada, al señor y le deposita la moneda que le había pedido a su madre en el vaso y después sale corriendo hacía su madre. Les adelanto y me quedo escuchando su conversación:
-Hija, ¿Por qué has hecho eso?- Le pregunta la madre a la niñita de ojos azules y pelo medio rubio.
-Por que, si algún día no tenemos dinero para comprar comida, me gustaría que alguien hiciera eso por mi.-Dice la niñita refiriéndose al gesto increíble que acababa de realizar.
A mi casi se me saltan las lágrimas, me dieron ganas de girarme hacía aquellos padres y decirles: Seguid educando así a vuestros hijos, cuanta más gente como esta niña haya, mejor irá el mundo. Muchas gracias.
En serio, si esos padres están leyendo está líneas: Gracias. Esa niña es el detalle que me demuestra que la gente aún puede ser buena, que no solo hay maldad en las personas, que todavía queda gente como aquellos ojazos azules que es capaz de ver que, si alguien está mal, no siempre es su culpa y que muchas veces necesitamos ayuda de la gente que nos rodea, de las personas que nos quieren y, en el extremo más absoluto, de las personas que ni siquiera nos conocen. Esa niña es buena, es una niña excepcional, espero que las circunstancias no corrompan aquellos ojos ni aquel corazón puro, espero que la maldad del mundo quede tapada por todas las personas que son como esa niña. De verdad, podéis llamarme sensiblera, pero aquella niña se me ha quedado clavada en el corazón simplemente por ser capaz de olvidar todo su miedo para ayudar a aquel que lo necesita, por ser capaz de ver que ella también puede acabar siendo aquel hombre, por ser increíblemente madura con solo cinco añitos. De verdad que me emocioné, intenté que las lágrimas no rebosaran mis ojos, pero ahí estaban acechando tras ver la bondad de primera mano. Me sentí increíblemente agradecida con aquella niña y aquellos padre que, al fin y al cabo, han sido el ejemplo de esa niña y los responsables de que haya salido una persona tan increíble en un mundo tan despreciable. Gracias por ser así. Pequeña, si algún día lees esto, gracias por demostrarme que el mundo no es horrible y que siempre quedarán niñas increíbles como tú que me saquen las lágrimas de alegría de mis ojos.
Y a todos los que estáis leyendo esto: Espero que toméis ejemplo de aquella niña, yo ya lo he hecho: AL día siguiente pasé por esa calle de nuevo y deposité una moneda en el vaso de aquel señor. ¿Quién sabe? Igual le he cambiado la vida o igual he conseguido cambiar el mundo. Con nuestros gestos podemos decidir que es lo que queremos ser y hacer que el resto del mundo sea diferente a como es, espero que siempre cambiemos a mejor. Gracias.

miércoles, 26 de septiembre de 2012

Juego de Sombras.

Despierto, camino, busco.
Pero ya sabes que nunca encuentro.
Salgo a la callejuela de enfrente,
registro fielmente el frío horizonte,
sé que no estás, pero solo quiero
pensar que algún día vas a estar.
Ver tu brillo especial, ese que se queda
siempre detrás de mi mente, volando,
fuera siempre de este mismo horizonte.
Clavo mi fría mirada, en tus cálidos ojos,
busco en su interior una respuesta,
a la pregunta que sigo realizando,
a la mirada que sigo buscando,
a los brazos que sigo deseando...
Busco una pregunta a estas
miles de respuestas que se posan,
fuertemente, sobre mi cabeza.
Camino sin rumbo fijo, hacía ningún lugar,
tal vez buscando el camino, que siguió
ayer mi preciosa estrella fugaz.
Limpio el rastro que sigo, para que nadie
me siga, para seguir siendo yo la única
que conozca tu boca...
Sigo caminando y veo que mis huellas,
igual que mis lágrimas, se van borrando.
Que ya no necesito buscarme,
hace tiempo que, gracias a ti,
creo que ya me encontré.


martes, 25 de septiembre de 2012

Cuando la Luna Decida que puedo Sonreír.

Desperté en mi cama, sola, esperando una respuesta certera de mis músculos, algo que me indicara que quiero seguir hacia delante y sonreír siempre al mundo. Caminé como alma en pena por mi casa, buscando tu sonrisa en las esquinas, pero ya no estabas reflejado en aquellas paredes, hacía demasiado tiempo que no paseabas tu mirada por aquellas estancias vacías de tu amor, vacías... Que recuerdos me traen esas palabras, vacía estaba cuando te apareciste en mi mundo, sin necesidad de sufrir ni pasarlo mal por mi y te inmiscuiste para conseguir hacerme sonreír, para que dejara de lado aquellas lágrimas que se amontonaban en mis ojos. Nunca creí que el amor que rebosaban mis poros pudiera ser captado de esa forma y tan rápido por alguien... Nunca creí que olvidara el pasado en un solo suspiro, en un solo segundo que se hizo eterno, en el mismo instante en el que me encontré con tus labios. Descubrí que la vida se detiene si te besa la persona más importante para ti, descubrí que una simple mirada me embelesa y me quedo absorta en el brillo de tus ojos verdes, que demuestra mi locura, me quedo paralizada y solo soy capaz de sonreír, solo soy capaz de mover mis labios para demostrar que eres lo único que me hace feliz. Miro el sofá y creo que, en mi subconsciente, esperaba que estuvieras dormitando sobre él y cuando no te veo allí mi corazón se estremece y te echo de menos, otra vez. Otra noche más entre la soledad de mis sábanas, un alba más sin que tú seas el que me despierte, otra mañana pegada a la alambrada de la melancolía, otro día sin nada por lo que sonreír, bueno sí, que dentro de menos días te puedo ver. No me importaría recorrerme cielo y tierra para darte todos los besos que tú quieras, pero no soy yo la que lo impide, es una pared de piedra imposible de destruir, un muro infranqueable que se levanta entre nosotros y solo se disipa cuando ambos tenemos tiempo. Cuando la luna decide que es hora de dejarme sonreír de nuevo.
Paseo inquieta por casa, no sé que puedo hacer para no clavar mi mirada en el reloj y pedirle por favor que haga que el tiempo corra más rápido. No sé como conseguir pasar los tres días que me separan de estar acurrucada en tu seno, por fin. No sé como hacer para que el alba no me traiga tu recuerdo... Para que no me duela tanto estar tan lejos y a la vez tan cerca de ti. No me explico como dos términos tan dispares se mezclan en mi cabeza y se ponen de acuerdo para atormentarme, para hacerme que la realidad sea otra, que te eche de menos y al mismo tiempo piense "Está a una hora de mi." Pensar que estás lejos y no saber como saldar esa distancia y, tres días después, saldar esa distancia y cuatrocientas más. Porque tengo tiempo, porque la luna me deja, porque nada es como todos creen, porque el magnetismo que me ata a mi casa el resto del tiempo, desaparece para hacerme feliz. Busco tu voz en la oscuridad, camino a ciegas con las manos extendidas hacía el futuro que se acerca, cada vez más rápido, cada vez más fuerte, cada vez con más ganas, cada vez más cerca del final y de un nuevo comienzo que dé nuevas metas y hazañas.
Ato mi pelo en una coleta y salgo a caminar, me gusta sentir el viento en mi rostro pálido, además está lloviendo, eso me motiva aún más. Camino por las callejuelas, por el monte, por el río... Y de repente me doy cuenta de que estoy muy cerca de tu casa, que podrías estar por aquella zona y que no sabría que decirte si nos encontramos, me daría tanta vergüenza admitir que paseaba sin rumbo para evitar acordarme del tiempo que me queda sin ti. Me da tanto miedo que pienses que soy distinta de lo que tú pensabas...
Sigo huyendo hacía donde sea, me da igual, solo camino, no tengo nada por lo que luchar todavía, no tengo a donde ir porque todo me recuerda que no te tengo aquí conmigo, que no estás, que queda poco para que vengas y luego te vayas, sin más. Me quedo sentada en tu puerta diez minutos y luego me levanto, despacio, en busca de escapar de todo. Escapo a mi casa y sigo recordando que ya no estás, pero por una vez espero el día de verte con ilusión y no siento que no merece la pena nada.

sábado, 22 de septiembre de 2012

Merry & Rodri :3

MERRY:
Empezaré desde la persona que mejor conozco, porque son 12 putos años de pura felicidad a su lado, aunque a veces una de las dos no estuviera al cien por cien, sacándonos sonrisas mutuamente en los peores momentos y siendo completamente sinceras la una con la otra. Porque sabes que te quiero más que a mi propia vida y que sería capaz de matar a más de uno con tal de impedir verte llorar, que me ayudas cuando lo necesito y que siempre me querrás por lo que soy :) (Esta loca que a veces es inaguantable)
Te quiero y hoy es tu cumpleaños, así que me toca ser sincera y decirte lo mucho que te quiero:
Te quiero y lo sabes, pero lo que no sabes es que un millón de veces me he aguantado alguna hostia a cierta persona, que siempre me encantan tus abrazos y más cuando los necesito pero no quiero admitirlo. Que no sabes la de veces que gracias a ti no he derramado mil lágrimas y que se me para el corazón cuando sé que vas a llorar, que no tienes ni idea de lo mucho que te quiero y que necesito que sigas a mi lado para siempre impidiendo que haga tonterías y haciendo que las personas se queden "Ahí!" Metiéndoles un grito que asusta ;) (Espero que recuerdes ese 3-9-2012) Gracias, gracias por todo, que no sé que sería de mi a estas alturas si no supiera que tú estás ahí, gracias a ti por presentarme a tanta gente maravillosa, gracias por presentarme al mejor chico de todos :3 Gracias por aquellos días en el patio del colegio, a la hora del recreo del comedor, escuchando música y cantando a pleno pulmón, gracias por definirte cada día un poquito más y de ser tú misma. Gracias, por ser tú. No tengo que definirte más, los que te conocen saben a que me refiero cuando escribo: GRACIAS POR SER MARÍA GARCÍA FUENTES. http://www.youtube.com/watch?v=8KHH9W_Xsbc    Aunque suene muy mal, aquí está nuestra canción ;)

RODRI:
Hola Rodri, sé que no te conozco mucho, que no sé demasiado sobre ti, que no podría decir nada que el resto del mundo no supiera, pero solo quiero decirte que eres muy importante para mi, que me alegro muchísimo de haberte conocido y de que ahora seas mi amigo, que no me importa que estés como un puta cabra (yo también lo estoy XD) Que me encanta que siempre me saludes con un : "Hola pene" o un simple "pene." Que, aunque suene infantil, siempre me saca una sonrisa boba XD Que me encanta verte hacer el idiota, porque una se siente normal y todo a vuestro puto lado, que jamás me había estado tan cómoda con tanta gente al rededor, porque sois tan... Diferentes...
Espero que sigas en mi vida unos... MIL años más, que pueda verte crecer, pero nunca cambiar. Porque eres perfecto tal y como eres y no quiero que cambie ni un ápice de tu personalidad tonta y divertida que consigue sacarme una sonrisa cuando estoy triste. Gracias, de verdad, gracias por ser como eres y de alegrarle la vida a todos con tu gilipollez.
Bueno, pues eso, que muchisimas felicidades, que te quiero un montón y que espero que este cumpleaños haya sido de los mejores de tu vida ;) Muchas felicidades enano, aunque seas más alto que yo XD.

jueves, 20 de septiembre de 2012

Lágrimas de Agua Dulce.

Las estrellas desprendían aquella noche un brillo celestial que engancho la fría mirada de la muchacha que no podía dormir, que se había quedado enlatada en los recuerdos que nunca se volvería a repetir, porque nada volvería a ser como antes después de esa fría noche de verano que se veía cerca del amanecer y que escondía tras de sí una estela de penumbra y arrepentimiento. Se levantó de la cama en busca de un poco de clama, se sentó en el amplio alféizar de su ventana y comenzó a contar las estrellas hasta que la estrella madre se plantó en el cielo e impidió la visibilidad del resto. Ella se desperezó y se adentro en el baño. Se colocó frente al espejo, mirando fijamente sus ojos verdes.
-Buenos días, Lidia, ¿Qué tal estás hoy?-Se preguntó a sí misma en un intento porque la vida fuera más alegre para la joven solitaria.-Muy bien y hoy va a ser un día fantástico.-Termino contestándose demostrando su inagotable positividad. Se vistió y salió a la calle con una sonrisa fingida en el rostro y las lágrimas acechando tras sus pupilas, tratando de ver la luz del sol, intentando escapar de aquella sensación de vacío que invadía posesivamente su corazón y atenazaba su garganta. Caminó por la callejuelas de la ciudad, con el rostro siempre tapado con su capucha lila que trataba de llevar cada vez que salía a la calle, sus miles de defectos la hacían sentirse horrible y no merecedora de los ojos que la observaban mientras caminaba por las calles, no le gustaba que nadie la mirara directamente a los ojos y al mismo tiempo seguía buscando a aquella persona que supiera mirar dentro de ellos y ver toda la amabilidad, gratitud, simpatía y miles de experiencias que aquella chiquilla, de apenas veinte primaveras, había pasado y por la razones por las cuales seguía viviendo cada día con una sonrisa.
Sus pasos la habían llevado de nuevo al río, en el que un verano atrás, había sido la persona más feliz del mundo y había creído encontrar aquel que pudiera ver sus virtudes a través de la niebla de su mirada. Pero todo había resultado un vil juego del destino que había desatado en la muerte del muchacho y la vuelta a la soledad de Lidia, que luchaba por vivir cada mañana aquello que él ya no podría. Buscó un lugar apartado en el que sentarse y se sentó a contemplar el agua del riachuelo llegar a la potabilizadora y marchar río abajo de nuevo. Aquel proceso la hipnotizó y el sonido del las aguas bajando río abajo la encandiló aún más. Sin darse cuenta estaba en ropa interior y metido en el río hasta la cintura. Una suave brisa enfrió su cuerpo y un escalofrío lo recorrió durante un pequeño instante. No volvió a respirar si sentirse bien, no volvió a dudar de lo que debía hacer, no volvió a necesitar encerrarse bajo sus sábanas para que las lágrimas no la ahogaran. No volvió a su casa para no sentirse sola, se quedó en aquel río, acompañada de los peces, acompañada de su propia compañía y se sintió mejor de lo que se había sentido en toda su vida.

lunes, 17 de septiembre de 2012

Una Dósis de Realidad

En un segundo busqué
la forma de esconder
todo mi dolor.
En una caricia encontré
la manera de escapar
del miedo de mis piernas.
En una mirada saqué
conclusiones que fueron ciertas
desde el primer momento.
En mil besos me dejé
parte de mi alma,
para demostrarte la verdad.
En las lágrimas derramadas,
nunca creí que sacara,
una sonrisa alegre...
Desde el fondo de mi alma.
Con una letra, todo mi cuerpo,
esboza una sonrisa,
porque te recuerdo.
Con solo un número, un escalofrío
recorre mi ser y quiero correr,
hasta donde quiera que estés,
para abrazarte.
Ahora solo quiero buscar
la forma de quererte desde
este primer instante,
jurar encontrar la forma
alegre de guardarte para
nunca olvidarte.
deberías recordar lo que
robaste desde el primer día,
¿O acaso ya se te olvidó?
Te llevaste mi corazón.

domingo, 16 de septiembre de 2012

Recuerdos Enlatados en una Pared

Mi mirada se posa sobre aquella pared, en las gotitas de pintura que se habían quedado para formar parte de cada historia, de cada recuerdo, de cada beso... Paseaba mi mente entre las formas que era capaz de imaginar en la pared, en cada recuadro encontraba una hermosa figura que me traía los recuerdos que iban ligados a aquella pared, unos recuerdos que perdurarían en ella hasta que, los que debían recordar, abandonaran la casa donde se crearon sus sueños, donde nacieron sus ilusiones, donde se repartieron mil besos y mil veces se lloró, pero esas lágrimas siempre hubo alguien que las acabó secando. Vi marcharse por la puerta otro transeúnte más de mi vida, otra alma que perduraría en aquella pared para siempre y recordé aquellas tardes de sofá viendo películas antiguas, mientras escuchaba el latido de su corazón en mi oído, abrazados en el minúsculo sofá, tapados con una manta para que el frío no nos atrapase, comiendo palomitas y riendo y llorando con cada situación. Recordé como me quedaba embobada mirándote a los ojos, sin poder evitarlo, porque me absorben hacía una realidad diferente, una realidad mejor. En ella nunca sales por aquella puerta, nunca me dejas sola de nuevo, siempre estás ahí, siempre me secas las lágrimas que se van apoderando de mis ojos. Por eso es mejor quedarme embobada y no pensar que aquello no es eterno, que un día saldrás por aquella puerta para no regresar, suerte que todavía queda mucho para eso. 
El ruido del timbre me despierta de mis recuerdos, disipa esa fina nube que se ha formado sobre mi cabeza y que ahora ya no recuerda. Me levanto del sofá, me acabo de dar cuenta de que estoy sola en casa. Contesto, tú. ¿Qué haces que no estás trabajando? Cuando subas lo averiguaré. Entras por la puerta, empapado en lágrimas y sudor. No quiero saberlo, sé que no quiero saberlo. ¿Cuánto tiempo estuve recordando? No pudo ser tanto como marca el reloj... La mirada se posa sobre las agujas de ese reloj, que antes marcaban dos horas y media menos. Tú me despiertas de mi ensoñación con un beso, eso tranquiliza todo mi cuerpo, me abrazo a ti, aunque noto que estas sudando y es lo que menos te puede apetecer, pero tú me abrazas más fuerte y noto como tus lágrimas se posan sobre mi pelo, como te escondes de la tristeza entre mis cabellos.Y yo te abrazo más fuerte. 
Te cojo de la mano y te siento en el sofá y, entonces, te digo:
-No sé lo que te pasa, pero no quiero verte llorar, así que, ¿Ves aquella pared? En ella fue donde me besaste la primera vez que subiste a esta casa, allí fue donde me dejaste sin aliento por primera vez. Y quiero que pienses en aquella tarde, que recuerdes todo lo que sentimos en cuestión de segundos y que sonrías otra vez. Después puedes contarme lo que haya pasado.
Vi a mi amor esbozar una sonrisa fingida, le vi mover los labios y contarme lo que ocurría, y más tarde también le vi marchar, pero solo porque le obligó la vida. Si ella no le hubiera obligado, hubiera continuado a mi lado, porque realmente me quería y eso es lo que yo siempre guardaré en esa pared, siempre lo mantendré enlatado para recordar todo lo que ha pasado. 

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Ironía Extraña.

Despertar en el cuarto de la persona más importante de tu vida, sentirte realizada, mirar a tu al rededor buscándole con la mirada y darte cuenta de que te mira medio dormido desde el otro lado de la cama. Exhalar un pequeño quejido y estirarte en la cama. Acercarte lentamente a él y besarle suavemente en los labios como saludo, os quedáis abrazados en la cama durante unos minutos más, porque la mañana todavía no ha despuntado del todo. Se estira él también en la cama, se sienta en el borde y se levanta. Tú te quedas ahí, mirando como va a traerte el desayuno, porque él es así. Porque él te quiere hacer sentir como una princesa todos y cada uno de los días de tu vida. Aparece por la puerta diez minutos después con una suculenta bandeja con el mejor desayuno de todos, tu le besas de nuevo y le dejas que se siente en el borde de la cama y que te mire como degustas aquel manjar. No sabes si es lo mejor para ti comer, tú te sientes horrible cada vez que te miras en el espejo, él te recuerda con cada beso que mientes. Él te da razones para continuar viviendo y sonriendo. Porque cuando te quedas mirándole a los ojos el tiempo se detiene y no sabes que llegarás tarde o pronto a tu próximo destino, tampoco te importa mientras ese momento nunca finalice. Acaricias su mejillas, su suaves mejillas, y le miras a los ojos esbozando la mejor de tus sonrisas y sientes que nadie puede estropear ese mágico momento. Le besas, porque no deseas nada más que besarle, porque todo lo que continúa existiendo a tu al rededor es inverosímil si él es la razón que te guía para vivir. Coge una de las uvas de la bandeja y la deposita suavemente sobre tus labios rosados para que comas, solo desea que vuelvas a tener todo el brillo que tenías al principio. Solo desea que vuelvas a ser tú y dejes de lado todo lo que no te gusta de ti misma, que te quieras por encima de todo el dolor y la melancolía. Aunque la verdad sea la que tu ves, no debes dañar tu cuerpo por encima de nada. Ni por nadie. Y menos si ese nadie es aquel que te hace llorar y nunca te hizo reír. Él se lleva la bandeja vacía con una sonrisa en el rostro, está satisfecho de que por fin comas, está feliz de que por fin quieras recuperar toda tu vida y dejar atrás el trágico pasado, que ahora no es más que un montón de cenizas. Deseas decirle que es todo gracias a él, que sigues adelante porque sabes que él está ahí, que nada volverá a dolerte si él sigue siendo el fuerte de los dos. Mientras él te guíe, la oscuridad será imperceptible. Vuelve mientras tú te levantas de la cama, le ves más delgado, más débil... No sabes cuanto tiempo ha pasado desde la última vez que saliste de tu cama para vestirte y pasear por la casa en la que te estás recuperando. Y le ves, cada vez más consumido, con un brillo de alegría en la mirada porque tú te recuperas. Y te sientes como una mierda, y deseas no haberte comido aquel desayuno y deseas vomitarlo todo, para no sentirte tan impotente, para desfallecer al lado de la persona que te hace sonreír todos los días de su vida. Y te vistes, mirando tu reflejo en el espejo y odiándote por sobrevivir y que él no pueda seguir haciendo feliz al mundo con su alegría. En un momento indeterminado, probablemente cuando él te abraza por la espalda, Sientes ese nudo en la garganta y se te escapa una lágrima que él seca con el dorso de su mano. Sabe la razón por la cual lloras, sabe todo lo que sientes que él no pueda continuar su vida y te susurra al oído: "No te preocupes, mi misión es conseguir que tú si vivas." Nada más le importa, solo quiere verte viva de nuevo, solo quiere que tus ojos azules vuelvan a brillar con toda su luz y que la felicidad se marque en ellos de nuevo.
Pero ninguno de los dos está seguro de que su enfermedad se lo permita. Rompéis a llorar, los dos, ambos pensáis que es injusto, que habéis luchado lo suficiente por vuestras vidas y que no deberían arrebatároslas así por las buenas. Así pasáis los días, entre sonrisas y lágrimas, entre tristeza enlatada en la alegría que el resto ven. Y un buen día él ya no está, ella vuelve a sonreír ocultando sus ganas de llorar y vuelve a brillar con toda luz del principio. Él sonríe desde donde quiera que esté, la ve bien, dentro de lo que cabe. Y ella solo es capaz de darle las gracias por todos los desvelos y el amor, por todo lo que él le dio mientras aún le quedaban fuerzas.

sábado, 8 de septiembre de 2012

Jaque Mate.

Bajar la mirada y quedarme allí, paralizada, no sé que hacer. Todo mi ser ignora a mi mente, todo mi ser quiere lanzarse fríamente hacia aquella muchacha que ahora solo tenía ganas de matar, aunque antes hubiera sido mi más pura perdición. Levantarme de aquel frío asiento, de aquella manta que está sobre el suelo y que no produce el aumento de calor deseado. Mirar aquel hermoso rostro y sonreír con un claro síntoma de tristeza en el rostro. "Ya no eres la chica de la que me enamoré." Pensé para mis adentros y me giré, conservando la poca dignidad que me quedaba después de todo lo que me habías arrebatado. Me encaminé para casa, con las lágrimas acechando tras estos iris verdes pistacho, sabía que en casa solo me esperaba mi soledad pura y dura, que solo me quedaba tumbarme a esperar la muerte y, en realidad, eso era lo que más me dolía. Tú habías dejado de ser el punto de atención de mis problemas. Tú, para mi, directamente ya no existías. Pero me frustraba que hubieras logrado que solo deseara acabar con mi vida para olvidarme de todo el dolor, porque aquellos días grises ya los había olvidado... Hasta que llegaste tú y nublaste mi felicidad tras todas esas mentiras, tras todos esos engaños, tras todas esas horas llorando por alguien que no sabe lo mucho que he hecho por ella. Llego a mi casa, una rosa azul en la entrada. La piso, la piso con toda la ira que recorre mi cuerpo y las lágrimas surcando mis mejillas sonrojadas por la frustración, la ira, y el desengaño. No, no me voy a dejar pisotear por ti ni una sola vez más, mi corazón a soportado que lo hagas trizas un millón de veces, no voy a dejar que juegues siempre a ser el corderito degollado, siendo de por sí el lobo. Ahora ya no, no dejaré que vuelvas a jugar así con nadie, preciosa, no te dejaré que sigas jugando al juego que te has montado tú solita.
Dejo mis lágrimas apostadas sobre la almohada, dejo cada sentimiento entre las sábanas y salgo de la cama. Me meto en la ducha, lavo cada centímetro de mi, no quiero seguir sintiendo tu tacto sobre mi piel. Salgo de la ducha y coloco mi albornoz sobre mi cuerpo desnudo, comienzo a secar cada centímetro de mi, con cuidado, con esmero. No quiero salir del baño, todo mi cuerpo quiere correr a tu encuentro. No quiero rendir de nuevo mi mente al más salvaje de los instintos animales que aún conserva el ser humano, no quiero volver a mirar tus ojos marrones desde la realidad. No quiero verte, pero ya estoy vestida y me encamino hacia tu portal. No sé como mis pies han conseguido sacarme de casa, no sé como mi alma perturbada por la soledad todavía se aguanta en pie. No lo sé, solo sé que la puerta ya la he cruzado, tu esperabas en el umbral, he pasado a tu lado y te ha dado exactamente igual. Me siento en ese sofá, sé perfectamente lo que quiero hacer, pero algo en mi interior me dice que no sea tonta, que no lo haga, que eso me traerá más dolor del que ya me has causado. Eso frena un poco mi cuerpo, hace que la vida parezca más real y me quedo un segundo observándote desde mis pensamientos. No, definitivamente, tengo que acabar con esta estúpida sensación, de este estúpido deseo inhumano que me lleva a cogerte de la cintura, acercarte a mi y clavarte las uñas de mi mano derecha, la que no te sujeta la cintura, en ese cuello. Veo tus labios enrojecer para luego volverse de un morado pálido que me garantiza que ya casi he acabado. Tú te quedas quieta, mirando como me destrozo la vida, en el fondo sabes perfectamente que esto es la mejor jugada de tu vida, lo peor que me puedes hacer manteniéndome con vida. Dejarme ligado a ti con un hilo que nadie se explica.
Veo la vida escabullirse de tu mirada, veo tus ojos inyectados en sangre aflorar fuera de este mundo, veo tu último suspiro emanar de tu boca.
Tumbo tu cuerpo, muerto, sobre la alfombra rosa y comienzo a echar gasolina sobre ti, veo tus ojos abiertos y me atormenta que puedas estar viendo lo que estoy haciendo así que te los cierro en un intento por callar la vocecita que me dice que he obrado mal. Echo gasolina también sobre los muebles, tranco la puerta y prendo fuego a todo. "¿Con eso no contabas, eh, Ludera?" Pienso para mis adentros y me regodeo un poco de lo mal que te habría sentado que no te recordara para siempre, que no viviera con el mal estar de haberte arrebatado tu juego, me quemo lentamente mientras me despido del dolor que me causaste y de todo lo que ya estaba perdido. Me despido con un precioso Jaque mate que susurro con mi último suspiro.

martes, 4 de septiembre de 2012

Me Encanta.

Pasear por la acera de enfrente a tu calle, detenerme en seco pensando que no estarás mirando por la ventana y decidir mirar. Equivocarme y toparme de lleno con tus ojos marrones mirando mi aspecto desaliñado, querer esconderme bajo tierra para que no sepas todo lo que pasa por mi mente cuando veo tus ojos asomar por detrás de esas preciosas gafas. Correr calle abajo para evitar toparme de nuevo con el vacío cegador de tus ojos, con la sensación de vacío que me causa no poder besarte y cerrar esos témpanos de hielo que tienes incrustados en esos preciosos iris marrones que decoran tan mágicamente tu rostro, tú lo dices todo y ellos ocultan lo que tú gritas. Llego exhausto a la esquina de la calle y me siento en mi portal para tomar aliento. Me quedo allí, sentado, con la mirada clavada en la parte de arriba de aquella cuesta, donde está tu ventana, donde hace unos minutos estabas tú, mirándome impasible desde allí. Congelando mi corazón y calentando mi mente. Se escapa la lluvia de las nubes oscuras, yo sigo sentado en la entrada de mi casa, con la mirada perdida en la oscuridad de tus ojos. Con la mente clavada en ese segundo en el que me crucé de lleno con esos flamantes ojos marrones. Y me quedé encandilado para siempre con ellos, aunque mi amor por ti viniera ya de antes. Pero es que aquellos ojos absorben el alma de cualquiera y la transforman para crear un ser que depende únicamente de la luz que emanan esas pequeñas piezas marrones. No soy yo, algo me ocurre, mi cuerpo está agotado pero mi mente sigue pidiendo que vuelva corriendo cuesta arriba a buscar esos ojos, esos labios, esas mejillas sonrojadas, esos cabellos cobrizos, esas manos delicadas que me encantaría que estuvieran recorriendo mi espalda. Despierto levemente de mi letargo y observo una sombra recorrer la cuesta hacia donde yo estoy sentado. Veo brillar una melena cobriza y mi pelo se eriza como si hubiera visto un fantasma. Sin dudarlo dos veces, todo mi ser, ignora mi miedo y levanta mi cuerpo que en seguida corre al encuentro de los ojos que han capturado mi alma para siempre. Detenerme a escasos metros de tu flamante cuerpo, jamás te había visto entera, solo podía observar tu belleza desde esa alta ventana que había sido testigo de tantas noches a la puerta de tu casa, esperando verte salir y decir buenas noches a una estrella fugaz.
Tú te acercas, con los ojos clavados en los míos, yo me quedo allí, paralizado, sin saber bien que decir, sin saber como reaccionar, sin saber lo que pasa por tu mente en aquel segundo que tardaron nuestros labios en encontrarse. Por fin consigo cerrar esos fríos ojos.
-Por cierto, soy Sudane, ¿Tú?- Dije como pude al despegar mis labios de los tuyos.
-Yo no soy nadie, solo sueños de los transeúntes que se pegan a la ventana y se recrean torturando a los soñadores.- Dijo la muchacha mientras su imagen se fundía con el fondo de la calle, mientras desaparecía el amor de mi vida ante mis ojos sin poder hacer nada. Esperé bajo aquella ventana el resto de mi vida, esperé a que aquella muchacha me recibiera con su flamante sonrisa y me dijera que volvía a ser mi sueño. Suplicar cada día a las estrellas que me devolvieran aquello que amo, aquello que deseo, aquello que espero como un tonto, aquello que me encanta y se me escapó de entre los dedos.

lunes, 3 de septiembre de 2012

Difícil Seguir el Camino, Más Difícil Olvidarte.

Despertar, empapada en sudor, sonreírle al mundo y salir de mi cama. Encaminarme calle abajo, sola. Con ganas de ti, con ganas de que aparezcas por una de las esquinas, con tus ojos marrones brillando con la luz del sol, con tus cabellos ondeando con la fuerza del viento y saber que no estoy sola, y sentir que hay un millón de personas esperando a que me despierte y salga de la cama y siga luchando. Que siga con mi vida sin esperar que vuelva aquel que ya he olvidado, esperando a que llegue otro que me merezca y me quiera tanto como yo a él. Alguien que simplemente me haga feliz. Me despedí de la mirada atenta de los transeúntes y me puse a caminar por las calles, intentando que aquellas que vieran mis pasos estuvieran vacías, porque a veces la soledad es necesaria para aclarar los pensamientos, pero solo a veces. Me paré en la tienda, mirando el escaparate, tantas cosas y era tan difícil elegir el regalo perfecto... No quería quedar mal, porque la persona que recibía mi regalo era una de las personas más importantes de mi vida, pero tampoco quería pasarme. Así que me puse un tope en el precio y me adentré en la tienda. Acabé pasándome del precio, pero con el regalo perfecto. Mis putos pensamientos no se callan, dejad que disfrute del día, que hoy hace un poco de frío y eso me encanta.
Ignoré mis pensamientos en un intento imposible por olvidarlos, en un intento imposible por no escucharlos. Me paseo entre las callejuelas, con los brazos fríos, aunque tengo la chaqueta puesta. Ver las nubes acechar por detrás del sol y sonreír, me encanta la lluvia. Notar como las gotas despiertan cada célula de mi piel con el frío de la mañana, notar como cada parte de mi ser despierta de su letargo para comenzar a saltar por el echo de que llueva... Ser feliz y que, por una puta vez, una persona no sea la causa. Sigo paseando, ya acabé con las compras, llego a casa y subo por las escaleras. Vivo en un tercero, tampoco acabo cansada, abro la puerta de mi casa y entro. Me tumbo boca arriba en el sofá a pensar, no pretendo que sea fácil, no pretendo cambiar lo que simplemente es así. Pero prefiero comerme la cabeza, a darme cuenta de que no me importas lo suficiente como para emparanoiarme por ti. Empiezo a pensar en lo que podría hacer para cambiar lo que tengo, en lo que no he hecho y lo que debería hacer. No puedo evitar empezar de nuevo con el "¿Y si...?" ¿Y si no consigo llegar a tu corazón? ¿Y si no consigo quererte tanto como me gustaría? ¿Y si no puedo decirte la verdad y me quedo sin mi oportunidad? ¿Y si nunca me olvido de mis equivocaciones? Levanto mi cuerpo dolorido del sofá y me decido a comer algo de la nevera, un poco de fiambre y pan calmará mi hambre hasta que la noche me diga que debo cenar... Solo el sol es mi reloj, el tiempo pasa solo con la caída del sol, y me da miedo que llegue la noche y yo siga sola.
Me prohibo seguir pensando en ello, salgo a la calle y me tumbo en la hierba, es mucho más cómoda que mi sofá... Miro formas en las nubes, hasta que las nubes desaparecen y cae la noche, vuelvo a casa y me duermo, con el miedo en el cuerpo y el corazón empequeñecido por el temor.