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martes, 14 de enero de 2014

Ni Siquiera de Pasada.

Hace frío, siento mi piel de gallina bajo la camiseta,
siento el miedo en mi garganta,
las lágrimas que simplemente se secan.
Los pensamientos van pasando despacio,
por delante de mi angustiada cabeza,
los terrores se hacen palpables,
en un momento que no sé si tal vez
queda algo por lo que seguir despierta.

-No llores, princesa.-Pienso frente a mi
brillante reflejo de apariencia taciturna.
Me seco las lágrimas en un intento por borrarlas,
suspiro a mil sombras que se dispersan en un sala,
vacía, de mi casa, vacía, de mi vida, vacía. De mi silencio.
De mi miedo apagado sobre tu pecho.
Callas, simplemente estás aquí, no dices nada. No ahora.
No en este momento infinito que me desgarra las carcajadas.

-No vale la pena hacerme sonreír ahora- pienso.-
-¿por eso no lo haces?- Comprendo, espero.
Caigo bajo el suelo, bajo lo que quedaba de mi,
de mi alma, de mi ser maltratado por el paso de los años.
Por el miedo al mañana, y al pasado, y al otro...
Castigo mi cuerpo con la intención de ser suficiente,
con la pretensión de que me acepten, intentando ser
lo que debía ser en cada momento y no fui.

Últimos alientos entre las sonrisas de un amanecer.
Miedo de nuevo, silencio en el vacío de mi cuerpo,
calles sin consuelo que caen en el recuerdo obstinado
que se aferra por ser algo que nunca debió ser.
Caigo de nuevo en un sentimiento nuevo para alguien viejo,
cansado del mundo que le va tocando, de la manera de vivir
este regalo que tal vez no se merezca, esta vida sin razones,
solo con trampas a contra partida de la felicidad manifiesta.




lunes, 6 de enero de 2014

Vainilla.

Camino en silencio por las callejuelas de aquella oscurecida noche, supongo que el humo de los coches no ayuda para que pueda ver lo que me rodea. Voy de camino a su casa, como cada miércoles a las diez, si llego tarde me castiga... Me recorre un escalofrío por todo el cuerpo, tal vez hoy prefiera llegar tarde. 
Me paro un momento en el bar de enfrente a comprar algo para comer pero, para mi desgracia, allí está, sentado. Esperándome con la mirada fija en un punto del infinito que me encantaría registrar, tal y como a mi me gusta. Me recorre algo parecido a un escalofrío, pero es más bien una excitación incontrolable por su culpa, es tan condenadamente hermoso... Trago saliva mientras él se levanta, coge su chaqueta y se acerca a la puerta donde yo me he quedado paralizada, supongo que ha notado que no me lo esperaba y sonríe, Dios, ¿por qué tiene que sonreír justo ahora, con todas mis defensas bajas? Otra oleada de excitación me recorre el cuerpo, él, por su parte, se acerca a mi, me coloca su chaqueta en mis hombros y me besa. Hacía una semana que no notaba el contacto tan cálido y suave de sus labios. Entonces ocurre, profundiza el beso, recorre con su mano mi espalda hasta llegar a mi melena y enrosca su mano en mi pelo, dando un suave tirón.
-Pretendías engañarme, ¿verdad? Vaya, a la pequeña sumisa le gustan mis castigos, es todo un elogio por tu parte. Anda, sube para el apartamento, que ya he comprado yo algo para comer.- Suelta mi pelo y me agarra el culo con cierta violencia. Me encanta cuando se pone furtivo. 
Yo simplemente agacho la cabeza y obedezco. Metiendo mis manos en los huecos de las mangas de su chaqueta, huele a él. Otro maldito escalofrío, hoy parece que va a ser un día divertido. Abre la puerta de la casa y allí me encuentro todo lo que me podía esperar y una pequeña y gran sorpresa, una mesa en plan romántico con velas y todo. Él coge la bolsa del bar y comienza a abrir los tuppers, en uno están unos magníficos espaghetis a la carbonara, mi plato favorito. En el otro me doy de lleno con unos perfectos y calientes Mont Bleu, mi otro plato favorito. Y para finalizar, de postre, un Tiramissu casero. Creo que se me cae la baba. Él me mira y sonríe, joder, es tan perfecto... Ha hecho todo esto por mi, aunque no sé qué celebramos.
Pasa el tiempo y acontece la mejor velada de toda mi vida, con el hombre del que llevo enamorada más de un año, mi Amo, pero del que no puedo estar enamorada porque nuestro acuerdo me lo impide, pero él me vuelve a besar. Y todos esos pensamientos aturdidos se desvanecen y vuelvo de golpe a mi nube de perfección. Él no me quita ojo, supongo que el vestido es demasiado incluso para él, ya me lo dijo Luke antes de salir de casa... Bueno, así por lo menos después pasaremos un buen rato, aunque como se retrase mucho me tendré que ir, si no salgo de la casa a las seis de la mañana, me castiga. 
-Hoy pretendo que te quedes a dormir, preciosa.- Susurra él en mi oído leyendo mi mente.
Y entonces me rodea, se planta frente a mi, me besa y saca de su bolsillo un estuche de raso negro, creo que el corazón me da un vuelco, una doble pirueta hacia atrás cruzada con tirabuzón final y se me acumulan las lágrimas en los ojos. Comienza a decirme algo, aunque ahora mismo me va a dar algo.
-Cariño, sé que crees que soy un inhumano sin corazón, incapaz de sentir lo que siento, incapaz de estar con alguien por miedo al compromiso, supongo que por miedo a mi mismo. Pero no es así. Me ha encantado que seas mi sumisa durante estos casi dos años, pero ahora quiero que seas algo más.-Abre la caja y dentro hay un preciosos anillo- Quiero que seas mi esposa, mi precioso postre de Vainilla.- Dice él finalizando con una tímida sonrisa. Yo rompo a llorar en un intento por decir que sí, pero simplemente le beso. Todo va a ser perfecto desde ahora en adelante.