Vistas de página en total

sábado, 28 de diciembre de 2013

Adiós 2013

Un año, tiempo, solo tiempo. 
Eso es lo que se mide en este mismo momento,
cosas que han ido pasando 
a lo largo del ancho y tortuoso calendario.

Mi tiempo se desvanece 
acontece mientras escribo, mientras revivo
cada tarde en esta cama.
Cada sollozo entre lágrimas desbordadas.

Cada calma entorpecida
por cada problema que te para mientras avanzas.
Miro como los años 
van haciendo mella en mi rostro, como cada vez 
parezco más... Débil.

Y me quedo, un solo segundo, hago balance 
me maldigo por eso que
debería haber hecho y, tal vez, no hice.

No me arrepiento,
grito al espejo que me responde entre críticas.
No, no hay nada malo
en lo que me acecha este fin de año, en este último
día que queda de este tiempo
que poco a poco está pasando, está acabando. 

Vuelvo a gritar, 
esta vez grito dos palabras: Nunca más. 
No, no quiero llorar.
Otro año que empieza, otro que se va. 
Otras miradas que
algún día dejarán de llegar a esta puerta que dejará
de estar abierta.

Otro año que empieza.
Otras palabras que callan intentando aferrarse
al tiempo que las marca.
Y entonces te callas, el mundo se acaba.


lunes, 23 de diciembre de 2013

Y te Marchas.

Sale el sol, un día más, unas horas más.
Cae la luna sobre sus cabellos rojos,
sobre sus ojos verdes que encandilan,
por encima de esa mirada que tanto miras.
Intento sosegar mi corazón y se desboca
al contacto atónito de tu boca contra lo
que se supone que es mi boca.
Aunque no estoy muy segura,
estoy perdida entre las sensaciones que
se encuentran en mi alma, en mi tormenta.

Salgo de la habitación, me miras, yo solo callo.
Salgo de la casa, con los ojos hundidos en llanto.
Te quedas en silencio, susurro cosas que no
encuentran sentido alguno en tus oídos,
me buscas, te encuentro. Me rindo, me salvas.
Y así nos pasamos las mañanas, entre la tempestad
y aquella ansiada y turbulenta calma.
Cantas en mis oídos algo que anoche susurrabas,
me quedo callada tratando de descifrar lo que cantas.
No sé, tal vez no quede nada por saber.

Se hace la noche, se queda la casa a oscuras,
no te importa. Solo me cuidas mientras yo,
como siempre, me lamento entre sábanas.
Entre sentimientos que se disipan en un momento
en el que deberían mantenerse vivos. Y me besas.
De nuevo marcas mis labios con los tuyos enrojecidos,
por el frío, de la estancia en la que acontece todas las
maravillas de este mundo conocido y por conocer.
Gracias mundo por este regalo, gracias por dejar
que goce de su compañía en mi letargo.

Hundo mi mano en tu melena y te beso de nuevo,
rozas mis brazos con la punta de los dedos mientras
sigues el trazo deforme de mis cicatrices,
siguiendo con tus uñas mi dolor y mis sueños
que un día rompieron en mil piezas que hoy,
con tus dedos, reconstruyes, débilmente me
hundes las uñas en mi espalda, me besas de nuevo,
me muerdes, me arañas y me vas desnudando poco a poco.
Me enciendo, mi calor me consume desde la punta de esos dedos
y te maldigo, por lo que acabas de hacerme, me desatas. Y te marchas.

domingo, 22 de diciembre de 2013

Ya no queda Mucho.

Se hace duro, me quedo en silencio y olvido. Me quedo callada tratando de aparentar estar bien. Pero se me hace duro. Es difícil aparentar estar bien mientras el dolor me taladra cada milímetro de mi, no puedo fingir que todo sigue bien, no soy capaz de parecer convincente ante una mentira como esa. No, no puedo seguir luchando contra algo que ni siquiera puedo ver, algo que se encuentra dentro de mi, que es parte de mi. Que me quita poco a poco el aliento, cada fortaleza.
Me quedo sin nada por lo que seguir, pero entonces llega él, toma mi mano y me levanta suavemente del suelo, susurrándome que puedo con todo. Que todo está siendo injusto, que no merezco esto, que el día de mañana tienen que compensarme cada lágrima y que no permitirá que llore ni una sola vez más. Que para él soy lo más importante y que no queda nada más que seguir adelante con la vida intentando mantenerme... Pues eso, viva.
No sé, a veces pienso que se equivoca, que he tenido que hacer algo para que me toque esto a mi. Puede que creáis que son quejas de niñata que no tiene ni idea de lo que es pasarlo mal en la vida, creo que os equivocáis. He pasado muchas cosas que otras personas más mayores y más maduras no hubieran sido capaces de soportar. Se supone que soy la fuerte, la luchadora, se supone que puedo con esto y con mil cosas más. Se suponen demasiadas cosas que en la práctica no son tan sencillas, porque no tengo una vida normal, no tengo forma alguna de ser una persona normal. Me autocompadezco de mi, supongo, nunca he entendido hasta que punto una persona es realista y hasta que punto se autocompadece, es una cosa muy subjetiva. Yo considero que todo lo que os escribo es así, pero me sé de unos cuantos que me darían una colleja correctiva si pudieran, pero no pueden. Es difícil el día a día, me es muy complicado mantener mi vida como está para seguir sonriendo cuando el mundo sigue avanzando y las cosas siguen cambiando, siempre cambian, siempre desaparece lo bueno lo primero y se queda lo malo para el final. Siempre intentan hacernos creer que necesitamos ese cambio sin darnos la opción de mantenernos en esta situación un poquito más, disfrutar de lo que nos hace felices un poco más. Puede que penséis que esto es muy negativo y que yo no escribo casi nunca estas cosas, pero es que las cosas cambian. Bueno, las circunstancias cambian. Cuánto más vivo, menos positividad me queda, pero bueno, mientras respire estaré bien, total, siempre podría ser peor. Total, siempre podría estar muerta y eso sería peor.

miércoles, 11 de diciembre de 2013

Me Cansa la Vida, me Detiene la Muerte.

Me siento mirando al infinito.
"¿Por qué siempre acabo sentada?"
Me pregunto entre el silencio
de esta vacía estancia.
Será por el desgaste del tiempo
que me tiene demasiado cansada,
demasiado agotada de soportar
aquello que queda aquí mientras avanzas.

Medito, me miro en el infinito,
en el tiempo que pasa sobre esta cama.
Me quedo en silencio, eso me tranquiliza,
sosiega mi atormentada alma.
Camino por el pasillo, intentando
tranquilizar mi cuerpo entre  lágrimas
y sollozos de los que no respondo.

Se detiene de pronto mi corazón,
dejo de respirar mientras hablas,
cantas en mi oído partes de
aquellas maravillosas baladas.
Se eriza mi piel, la acaricias
con aquella piel que me rescata.
No puedo hablar, no me queda
nada por decir, ni una sola palabra.

Lucho por tu calor en esta
tormentosa y acalorada mañana,
camino entre el miedo, que
lentamente desata mi mente callada.
Descubro miles de calles que
anoche no serían descifradas,
descubro los latidos que me
encuentro dentro de mi caja torácica.

No sé qué más decir, tú, bueno,
tú simplemente callas.
no sabes qué decir,
ahora ya no queda nada,
solos tú y yo, aquí,
encerrados en esta sala.
Te beso, detengo el tiempo.
Tal vez te vayas, pero te quiero.