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lunes, 28 de noviembre de 2016

Ni Una Menos.

Entré abruptamente en el baño, cerrando la puerta de un portazo tras de mí. Con las piernas temblando y la cara empapada en lágrimas, sudor y miedo.
Me quedé por un momento mirando mi imagen, mientras me acercaba al espejo que tenía delante. Toqué con cuidado mi ojo, que se estaba volviendo violáceo, y una descarga de dolor recorrió la zona. Eso había dolido.
Me lavé la cara con abundante agua templada y, después, comencé a maquillar el morado que me había salido en el ojo. No quería que se viera. Era signo de mi debilidad y del terror que había sacudido todo mi cuerpo con anterioridad. Apenas unos minutos antes, tal vez más de lo que mi cuerpo era consciente en ese momento. No sabía cuanto tiempo había pasado. Solo recordaba estar sentada en una esquina con las manos en la cara, cubriendo mi cabeza, mientras lloraba con violencia. Solo recuerdo el teléfono que me sacó del trance en el que estaba sumida. No lo cogí, ni siquiera sé cuánto tiempo estaría sonando, me levanté del suelo, miré el cuerpo que se desangraba a unos pasos de mí, y corrí al baño.
Solo recuerdo eso.
Por un momento soy consciente de mí misma, consigo salir del trance que supone el shock que he vivido. Me miro el cuerpo y las ropas manchadas de sangre. Mía y suya. Me fijo en las heridas que antes me habían pasado desapercibidas y las curo con tiento, tengo un tajo importante en la pierna... Me escuece pero no parece grave. Termino de lavarme, oculto como puedo mis heridas, me cambio de ropa y me voy.
Al salir esquivo, sin mirarlo, el cuerpo que hay en el salón. Inerte, sin vida. Salgo por la puerta, bajo las escaleras y llego a la calle. Allí comienzo mi carrera contra todos mis demonios. Ahí empieza mi pelea.
Me meto un chupa-chups en la boca, mis labios rojos rodean la bola caramelizada, me monto en mi coche y me voy.

miércoles, 9 de noviembre de 2016

Tengo ganas

Tengo ganas de que me arranques la piel
a tiras, que bebas de mis fluidos corporales
y susurres palabras sobre mis labios,
cualquiera de los dos.

Tengo ganas de que seas la mano que
me quite la ropa, quien acaricia mi espalda
mientras duermo, quiero que seas
todo lo que espero.

Tengo ganas de despertar contigo
a mi lado, de tenerte conmigo,
de soñarte conmigo, de sentirte.
De beberte a sorbos muy lentos.

Tengo ganas de estar en la cama tumbada,
desnuda, y que te acerques a mi espalda,
acariciando todas mis costuras,
todas mis taras.

Tengo ganas de que pase el tiempo
y que recordemos juntos esto.
O que me ayudes a recordar todo
aquello que ya no recuerdo.

Tengo ganas de pasar mi vida,
a tu lado, compartirla contigo.
Compartir alegrías y penas.
Y la aventura de seguir siendo.