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domingo, 16 de septiembre de 2012

Recuerdos Enlatados en una Pared

Mi mirada se posa sobre aquella pared, en las gotitas de pintura que se habían quedado para formar parte de cada historia, de cada recuerdo, de cada beso... Paseaba mi mente entre las formas que era capaz de imaginar en la pared, en cada recuadro encontraba una hermosa figura que me traía los recuerdos que iban ligados a aquella pared, unos recuerdos que perdurarían en ella hasta que, los que debían recordar, abandonaran la casa donde se crearon sus sueños, donde nacieron sus ilusiones, donde se repartieron mil besos y mil veces se lloró, pero esas lágrimas siempre hubo alguien que las acabó secando. Vi marcharse por la puerta otro transeúnte más de mi vida, otra alma que perduraría en aquella pared para siempre y recordé aquellas tardes de sofá viendo películas antiguas, mientras escuchaba el latido de su corazón en mi oído, abrazados en el minúsculo sofá, tapados con una manta para que el frío no nos atrapase, comiendo palomitas y riendo y llorando con cada situación. Recordé como me quedaba embobada mirándote a los ojos, sin poder evitarlo, porque me absorben hacía una realidad diferente, una realidad mejor. En ella nunca sales por aquella puerta, nunca me dejas sola de nuevo, siempre estás ahí, siempre me secas las lágrimas que se van apoderando de mis ojos. Por eso es mejor quedarme embobada y no pensar que aquello no es eterno, que un día saldrás por aquella puerta para no regresar, suerte que todavía queda mucho para eso. 
El ruido del timbre me despierta de mis recuerdos, disipa esa fina nube que se ha formado sobre mi cabeza y que ahora ya no recuerda. Me levanto del sofá, me acabo de dar cuenta de que estoy sola en casa. Contesto, tú. ¿Qué haces que no estás trabajando? Cuando subas lo averiguaré. Entras por la puerta, empapado en lágrimas y sudor. No quiero saberlo, sé que no quiero saberlo. ¿Cuánto tiempo estuve recordando? No pudo ser tanto como marca el reloj... La mirada se posa sobre las agujas de ese reloj, que antes marcaban dos horas y media menos. Tú me despiertas de mi ensoñación con un beso, eso tranquiliza todo mi cuerpo, me abrazo a ti, aunque noto que estas sudando y es lo que menos te puede apetecer, pero tú me abrazas más fuerte y noto como tus lágrimas se posan sobre mi pelo, como te escondes de la tristeza entre mis cabellos.Y yo te abrazo más fuerte. 
Te cojo de la mano y te siento en el sofá y, entonces, te digo:
-No sé lo que te pasa, pero no quiero verte llorar, así que, ¿Ves aquella pared? En ella fue donde me besaste la primera vez que subiste a esta casa, allí fue donde me dejaste sin aliento por primera vez. Y quiero que pienses en aquella tarde, que recuerdes todo lo que sentimos en cuestión de segundos y que sonrías otra vez. Después puedes contarme lo que haya pasado.
Vi a mi amor esbozar una sonrisa fingida, le vi mover los labios y contarme lo que ocurría, y más tarde también le vi marchar, pero solo porque le obligó la vida. Si ella no le hubiera obligado, hubiera continuado a mi lado, porque realmente me quería y eso es lo que yo siempre guardaré en esa pared, siempre lo mantendré enlatado para recordar todo lo que ha pasado. 

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