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sábado, 18 de agosto de 2012

Lluvia en el Jardín.

Las lágrimas corrieron al encuentro de las palabras venideras de los labios que deseaba besar, que resbalaron por sus mejillas un montón de veces y que ahora se paralizaban en un intento por reprimir mis lágrimas. Paseé la mirada por la estancia en la que ambos nos encontrábamos y que sería testigo de lo que allí aconteciera. Fuera la lluvia amenazaba con aguar les la fiesta a los niños, pero yo deseaba que lloviera, me tranquilizaba tanto sentir las gotitas de lluvia mojando mi pálida piel...
De pronto me detuve en tus labios de nuevo, no podía evitar sentir un increíble deseo de besarlos, pero todavía no es el momento, veo que la tormenta se desata en el jardín, que las gotas mojan los cuerpecitos de los niños que corren a refugiarse en la casa. Yo le cojo del brazo, lo levanto como puedo del sofá y lo arrastró al jardín. Él sonríe al notar la lluvia sobre su joven cara. "Lástima que seas ciego, te estás perdiendo un paisaje impresionante." Pienso y evito decir en alto, no me gustaría ofenderte, prefiero que sigas en el jardín conmigo.
Noto un peso sobre mis hombros, me abrazas tiritando. Yo te miro desde unos centímetros más abajo a los increíbles ojos azules que no pueden ver más allá de su oscuridad y siento rabia, rabia de que te estés perdiendo la vida, rabia de no poder demostrarte lo que ocurre en el jardín, rabia de que no hayas visto nunca el sol ni el cielo estrellado en una noche de verano. Siento rabia, pero también siento amor. Amor por la belleza que captas en tus palabras para simplemente decirme que me quieres, amor por las miradas vacías que significan tanto para esta tonta, amor por tus caricias... Amor, sin más. De repente tomo una decisión, en un solo segundo mi mente enloquece y realizo la acción más extraña que jamás me verás hacer: Te beso, me acerco a ti y te plato mi mejor beso. Tú cierras los ojos y disfrutas el momento, algo que demuestra que tal vez me quieras, que seamos felices... Tranquila, no te embales, que solo ha cerrado los ojos. Me despego de ti, te miro a las cuencas vacías. Tú buscas mi rostro, lo estrechas entre tus manos y me vuelves a besar, cuando me despego de ti me susurras al oído "Te quiero" Mientras tus cuencas vacías me observan. Yo suspiro, no pensaba que te escucharía decir eso nunca, no pensaba que fuera feliz, no pensaba que fuera capaz de arriesgarme. Pero lo he hecho, y lo he hecho por ti.

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