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martes, 7 de agosto de 2012

¿Y si...?

Caminar por la ciudad, evitando mirar a la gente que pasa, con la cabeza gacha y pensando en mis cosas. No puedo levantar la mirada porque siento todos los ojos que se clavan en mi espalda para criticarme nada más haya pasado, necesitar alguien que esté allí para no sentir el miedo que me causa el puro echo de pasar frente a los que antes me criticaban sin cortarse un pelo. Llegar a mi destino, encontrarme con que soy la primera en llegar, quererme enterrar bajo un millón de capas de abrigo para que nadie me vea, para evitar sus miradas de soslayo, miradas de reproche por algo que escapa a mi comprensión. Sentarme en el suelo con los cascos puestos y la música a todo trapo. Se me escapa una media sonrisa al saltar una de tus canciones en la lista de reproducción de mi teléfono, recuerdo aquella tarde escuchándola y vuelvo a sonreír, creo que alguien lo nota porque en seguida me doy cuenta de que hay varias personas mirándome, y que no es por desprecios, me tienen envidia. Por sonreír cuando se supone que me están poniendo a parir, por estar a gusto en un sitio en el que debería sacar una pistola y asesinarlos a todos. Pero entonces llegas, con tu pelo rubio al viento, con tus baqueros rotos, con tu camiseta negra y tu mejor sonrisa. De esas que solo me regalas a mi. Te me acercas por la espalda, me asustas, yo me quedo en el suelo, pero me quito los cascos y te pregunto que haces ahí, no te esperaba.
-Pues he quedado con unos amigos, ¿Y tú?-Dices siempre manteniendo tu hermosa sonrisa y besándome en los labios.
-Se supone que había quedado, pero no estoy muy a gusto aquí...-Digo intentando ocultar todo lo que me hacen sentir los millares de ojos que me están escrutando con más curiosidad ahora que estás conmigo.
-Pues entonces vente conmigo.-Dices tú con tu mágica sonrisa.
-No habías quedado, no me gustaría molestar.-Dije poniéndome roja.
-Tú nunca molestas.-Dices y me besas en la frente, un gesto tuyo que siempre me ha parecido una monada. Me quedo contigo, me paso la tarde entre risas, tonterías y abrazos tontos que me encantan.
¿Y si lo digo todo en ese instante? ¿Y si todo va bien? ¿Y si me agobio y acabo escapando? ¿Y si el miedo ahoga mis palabras? ¿Y si te parezco una niña tonta que no sabe lo que quiere?
Bueno, da igual, ya he llegado a casa, ya no puedo decir ni hacer nada. Pero ha sido una de las mejores tardes de mi vida.

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