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miércoles, 4 de marzo de 2015

Alguna Ola perdida en el Desierto.

Solía tener ganas de luchar, ganas de seguir adelante, ganas de sonreír al mundo a pesar de todo los matices oscuros que manchaban los colores del arco iris. Pero es que a veces las cosas son demasiado duras, a veces no se puede pretender estar siempre en pie en mitad de la tormenta, a veces es el viento el que nos quiebra, a la altura de las rodillas. Y manchamos nuestros pantalones con el barro del húmedo suelo, con la sangre de todos aquellos que un día decidieron salir corriendo y dejarnos atrás con todo nuestro miedo encima, con todas las partidas perdidas encima y con una sonrisa falsa en el rostro.
De pronto el sol brilla más fuerte y más alto en el cielo, pero tú te notas demasiado lejos de todo aquello, entre tu propia oscuridad, sumido en el miedo. Quieres gritar, salir corriendo, pero todo lo que te rodea te tiene prisionero. ¿Qué clase de libertad es esta que no nos deja decidir cuando morir? ¿Qué clase de libertad es esa que no nos deja gritar lo que creemos que no es correcto a la cara de los que deberían pensar en nosotros? ¿Qué clase de vida es esa que no podemos vivir sin que nadie nos ate a un trozo de papel o de metal? Tengo miedo, siempre lo he tenido, jamás he sabido por qué creen que soy fuerte. Me paso las noches en vela, con miedo al día que vendrá, con dolor en mi cabeza o en mi espalda o en mi brazo o en mi corazón. Con dolor en tantos lugares que deberían estar ya bien que temo que las cosas cambien de nuevo. Que todo el infierno se enfrente a mi de nuevo y esta vez me gane el pulso que iniciamos hace ya tanto tiempo. Y aquí apareces tú, mi razón por la que sigo en pie, mi talón de Aquiles y mi mayor miedo. Aquí apareces tú, desatas miles de pensamientos, miles de cosas que quiero seguir haciendo, y justo después me besas y todo queda más allá de la tormenta.
Salgo corriendo de aquello que tantas noches me persigue, salgo corriendo antes incluso de verlo, porque ya estoy tan acostumbrada a huir que ni me cuestiono si me seguirá siguiendo. Tengo tantos remordimientos, tanta culpa acumulada en cada mililitro de sangre, en cada célula de mi cuerpo, que siento que me voy descomponiendo poco a poco por dentro. Soy un velero en mitad del mar, mientras sopla fuertemente el viento, mientras lo engulle alguna ola perdida en el desierto.
Quiero salir de este estúpido laberinto y le grito a la historia que me devuelva ese hilo que una vez sacó a tantos de este mismo sitio, grito por poder salir de mi caja mientras el tiempo sigue girando y mientras el mundo me va consumiendo, bebiendo de los pecados que contengo. Quiero escapar del estado intemporal de mis pupilas, del miedo al paso de las horas, quiero reír mientras sigo llorando.

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