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domingo, 24 de noviembre de 2013

No Quiero Morir.

En ese preciso instante me di cuenta que nada merecía la pena si tú no estabas allí para compartirlo conmigo, ahora es cuando sé lo mucho que significas para esta idiota. Se me llenan los ojos de lágrimas, tú me miras desde el borde del puente, esperando algo, no sé muy bien que esperas de mi. No tengo nada que ofrecerte, anda que merezca la pena, solo sé que no quiero que lo hagas. Solo sé que me hundiría si desaparecieras de este mundo como esa estrella fugaz que surca el cielo... No tengo nada que ofrecerte, joder, sino te lo daría todo, no puedo perderte, no ahí, no ahora.
Silencio, solo oigo el sonido de mis latidos alborotados y mi respiración entrecortada buscando una realidad que escapa de mi compresión, no por favor, no lo hagas. No. Y todo un mundo de sentimientos se me pasan delante de los ojos mientras voy viendo como decides que no puedes seguir esperando algo que no puedo darte, algo que no sé que es, algo que buscas desesperadamente, pero que yo hace tiempo que perdí. Supongo que es eso que quita el miedo, que proporciona sonrisas... ¿Qué sentimiento era ese? ¿Cómo se llamaba? No sé, supongo que quieres que te diga que todo va a estar bien, que no importa nada todo lo que haya pasado. Pero en realidad a cualquiera le da igual lo que yo diga, qué importa ya... No vale la pena nada, pero es que
-No quiero morir.-Susurro en un intento por calmar mis latidos, y los tuyos supongo.
Pero veo como te impulsas hacia atrás y saltas, corro en un intento inútil por agarrarte a la vida que quiero vivir contigo, pero saltas, se detiene el tiempo en mi respiración, se me para el corazón por un segundo, se me agota la vida, se me pierde la mente en un millón de cosas que se me pasan.
-Te quiero.- Dices mientras caes. Y entonces lo entiendo. Nada de lo que hubiera hecho hubiera cambiado aquello, porque no merezco estar a tu lado y lo sé desde aquel momento, no podría haber sustentado tu vida atada al simple echo de la mía, no podríamos haber sido uno. Pero joder, podrías haber encontrado a otra, podrías haber luchado por tu vida.
Corro lo más rápido que puedo para bajar la escalinata de piedra hasta la orilla del río en el que supongo que está tu cuerpo sin vida, pero no te veo, es demasiado de noche, no hay demasiada luz y supongo que tengo demasiado miedo. Me quedo allí, durante lo que se me hicieron segundos, hasta que aparece un coche de policía y me lleva, no había sido segundos. Llevaba allí sentada mirando las aguas frías durante 3 días, esperando que emergieras del fondo de aquel río, esperando que nada de aquello hubiera ocurrido.
Pero ocurrió.

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