Vistas de página en total

sábado, 20 de julio de 2013

Atada a la Vida.

A veces nuestros demonios deciden cambiar el curso de nuestros latidos, deciden cambiarnos la vida y nos transforman sin previo aviso, justo en el momento en el que hemos conseguido aceptarnos a nosotros mismos (con lo difícil que nos resulta eso a estos seres racionales de inteligencia superior) En ese momento no le damos importancia, no nos damos cuenta de quién éramos y quién somos. Luego te dicen que has cambiado, que ya no eres la misma persona de antes... Y tú les ignoras.
Porque somos así de gilipollas, porque nos cuesta admitir que aquello que nos parecía correcto, ha cambiado. Para siempre. Nunca podremos volver a ser los mismos, no, nunca conseguiríamos alcanzar esa forma de pensar que nuestro cerebro, nuestro cuerpo, ha desechado por errónea.
Siempre intentamos ser diferentes para que la gente nos acepte, pero no nos damos cuenta que, lo primero que tenemos que hacer para poder cambiar, es aceptarnos a nosotros mismos. Enfrentarnos a nuestros demonios y hacer las peces con ellos. Aunque esto lleve mucho tiempo, aunque signifique dejar atrás mucho silencio, aunque nos dé miedo. Aunque no sepas muy bien cómo hacerlo.

Te quedas sentada en el suelo, sin saber hacia donde tienes que avanzar... Y te das cuenta de que eso, al final, es lo que menos te tiene que preocupar. Porque son tus temidos miedos los que guía tus pies sobre el suelo duro de tu vida, los que deciden por ti hacia donde giras. Los que te obligan a ser diferente. Los que tienen que aceptarte algún día. Cada decisión en la vida es muy importante, cada día que pasa cambiamos el futuro y creamos uno de cero, para unos mejor y para otros peor de lo que ellos mismos se esperan que van a obtener de la vida que les ha tocado vivir. Todo está en nuestras manos, aunque el miedo nos las ate.



No hay comentarios:

Publicar un comentario