Vistas de página en total

domingo, 30 de diciembre de 2012

Sabes a Gloria, Pequeño.

Me he sentado una vez más sobre este frío y solitario colchón a pensar, a recordar de nuevo.
He sentido un escalofrío al pensar en como ha cambiado todo. Ya no estoy sola. Lo estuve y no supe ver como, yo misma, me pedía que fuera fuerte. Que quedaban cosas por las que luchar cada noche y cada día. Que te echaría de menos pero que esa sensación desaparecería, con el paso del tiempo, acompañada del ardor que sentía al verte. En eso he hecho trampas, no he conseguido volver a verte desde el día en que tuve que apartar mi mirada para no romper a llorar. Te eché de menos durante muchas noches frías, pero jamás pensé que podría ser tan feliz lejos de tu sonrisa.
Le miro fijamente a sus ojazos verdes, esperando, él mira mis ojos que son cristales en un fondo blanco sin fin, y entiende mis sentimientos, mi miedo, mis ganas de que me bese, me abrace y me diga que me ama. Ya no siento todo ese miedo, se desvanece tras sus pupilas, huyendo de mi. Por fin.
Ya no siento ese frío de soledad, ahora solo siento los latidos de mi corazón imitando los suyos. Creo que podré seguir siendo yo durante mucho tiempo y esquivo este extraño sentimiento, noche tras noche. Por fin decido enfrentarme y pienso dónde estará aquella caja en la que escondí todos esos recuerdos custodiados por toda aquella soledad. Y desencadeno muchos sentimientos, sobretodo frustración, quiero saber cosas y no puedo. Recuerdo cada hallazgo y un sentimiento extraño se posa sobre mis pestañas. Creo que es más incertidumbre, demasiado tarde para pensar, mejor voy a dormir, mañana será un nuevo día... Tal vez lleno de más preguntas. Tal vez lleno de más respuestas sin una pregunta que les dé sentido, que las complete en este mundo incompleto. Un día más. Perfecto cuando es contigo.


A veces pienso que el camino 
lo creo yo con el paso de
mis pies.
Luego recuerdo:
No todo está terminado,
queda mucho que andar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario