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jueves, 27 de diciembre de 2012

Distancia y Lágrimas Desbordadas.

No lo echaba de menos, no.
Pero de vez en cuando viene bien
huir de la realidad para sumirse
en la distante eternidad.
Caminar entre el ruido de
esta pequeña y enorme ciudad.
No escuchar nada más que los coches,
la gente, mi mente lejana y tus latidos cercanos.
Un pensamiento claro: No quiero cambiar
esto por nada de lo que pueda llegar.

No busco nada entre estos parajes,
solo quiero que te quedes y no sigas distante.
Que me beses, me muerdas, me arañes...
Me hagas sentir que no habrá jamás nadie
que me complete de la misma forma en la que tú lo haces.
Y tienes frío, se te amoratan los labios, pero me besas
y se queda todo ese temor muy lejos... De ambos.
Escucho en mi mente miles de palabras, sin sentido,
miles de recuerdos, ya perdidos, enterrados en el olvido.
Intentaras ocultarlo, intentarás no llorar al recordarlo,
pero una cosa es cierta: Ocurrió y tal vez fue lo mejor
de todo este mundo cruel y solitario,
que llora la lluvia de tu tejado. Mojando los sueños
desterrando las pesadillas aquellas en las que
 tú no estás a mi lado.

Ya no echo de menos aquellas tardes... Bueno, ya no las necesito.
Ahora disfruto cada aliento de tu voz, cada respiración entrecortada,
cada palabra intentando explicar cada sentimiento de esos
que no eres capaz de demostrar con echos, de los que te sacan
los latidos sonoros  de este corazón ajeno y distante.
Este corazón alegre que te besará mil veces, cada segundo;
soñará con despertar a tu lado, cada instante.
No busques la verdad, crea tu propia realidad y cree en ti.
Por algo eres esta realidad distante y pasajera que alegra
mi mirada, mi sonrisa, mi vida y la completa de manera afortunada.
Te he echado de menos, ahora te siento cada vez más dentro,
te quiero aquí a mi lado, pero no es lo único que quiero...
También quiero nuestro futuro, juntos, este que planeas sonriendo
como si el mundo no cambiara cada segundo que pasa.

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