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sábado, 17 de octubre de 2015

Luna de Sangre.

Miro a mi reloj, las tres de la tarde, ¿Dónde está? Comienzo a impacientarme... Quiero Acabar con esto cuanto antes, me carcome por dentro mientras miro algún punto en la lejanía. De pronto su olor inunda mis fosas nasales, sé que está cerca, huele a perro mojado, a pelaje húmedo por la lluvia que lleva cayendo desde bien entrada la mañana. Se acerca por mi espalda, pasando su mano por mi cadera y abrazándome, se siente tan cálido su tacto... Es tan reconfortante... De pronto todo a mi alrededor se seca, ya no hay frío, todo parece más... Humano y menos caos. Pero pronto abro los ojos y miro esa ciudad devastada por las hordas de seres imposibles... Aunque yo soy uno de ellos y protejo todo esto, yo no soy como los demás, nunca lo he sido. Nunca he encajado ni en un bando, ni en el otro.
Ahora todo esta cubierto de cenizas, las calles teñidas de gris, rojo y negro, el silencio se hace palpable... Y yo solo tengo mi mirada rasgada, desafiante y verde azulada. Miro por fin a los ojos amarillos de mi acompañante peludo, el cual me sonríe y besa suavemente en los labios, todo mi cuerpo humano responde a su contacto, todo yo quiere besarlo.
Estamos esperando a alguien más, mi otra mitad se eriza y sale a la superficie, dejando ver mi escapada piel y mi pelo convertido en serpientes de un blanco ceniza precioso. Ya está cerca, ella puede sentirlo. Así que mi lobo me suelta, sabe que mi otra parte se lanzará a su brazos en cuanto gire la esquina.
-Hola chicos, ¿Llego muy tarde?- Dice con esa sonrisa bobalicona que me encanta.
-Solo lo normal, Zephyr, Como siempre.- Dice el lupino mirando con un deje al humano ataviado de cuero negro y varias pistolas. Necesita defenderse de quien quiere matarle... No es corta la lista. Eligió a la gorgona equivocada como esposa. Me acerco y le beso los labios.
-¿Traes algo divertido para mí?- Digo esbozando una sonrisa pícara, le había pedido una daga curva para defenderme a corto alcance, mi humano es el encargado de las armas en nuestro equipo. Este extraño equipo que hemos hecho al desatarse el caos.
-¿De verdad lo necesitas preguntar, nena?- Dice mientras saca de su cinturón dos dagas de hoja curva con el mango de cuero verde entretejido como si fueran escamas. Me encantan. Se las quito de las manos besándole con fiereza, notando como nuestras cuerpos se pegan en uno solo con ese beso, me las meto el la liga que llevo bajo mi vestido de cuero tipo amazona negro y me preparo. Me encantan estos trajes, me permiten mayor movilidad.
-Y yo... ¿No traes nada para mí?- Dice el lobo mirándole socarrón.
-Claro que sí, Noir, te traigo comida. Y bueno... Puedes elegir una de mis armas de fuego, te la dejo.- Dice sacándole una tajada de carne de una bolsa de cuero. A Noir le brillan fugazmente los ojos al ver la carne reciente chorrear sangre, me rugen las tripas, pero me he prometido aguantar hasta estar con todos antes de comer... Yo como más que ellos, necesito al menos dos conejos para mantenerme bien en el combate que se avecina.
-Bien, chicos, es hora de ir hasta la Catedral del Pecado. Allí están el resto de los nuestros. Hay que prepararse.- Digo mientras me enfundo la capucha del vestido y desaparece mi apariencia de gorgona. Noir pone su cobertura humana también y coge una de las pistolas de Zephyr. Ambos saben que vienen a por mí, ninguno pensamos dejar que nos maten. Se avecina una noche movidita, en el cielo no deja de brillar esa luna roja que salió el día que llegó a la Tierra la oscuridad.

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