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martes, 4 de marzo de 2014

Inmortal.

Recorre la ciudad a oscuras, con las piernas temblorosas, siente frío en cada parte de su ser. Tiene miedo. No sabe qué hace allí, cómo ha llegado hasta aquella calle sucia y oscura es un misterio para ella. Solo va donde sus piernas la llevan, donde su corazón se va desbocando mientras ella se siente... ¿Bien? No está segura de dónde está, pero sigue caminando calle arriba con sus zapatitos chocando en el asfalto húmedo, en sus recuerdos olvidados por un momento.
Ha perdido a la persona que ama, su mente prefiere obligarla a olvidar y espera que cuando llegue a casa ella esté allí. Sube unos escalones, le tiemblan las manos, se da cuenta de que lleva unas llaves en la mano y sigue subiendo. Llega al tercer piso, introduce la llave y gira, oye unos zapatos contra el suelo que van hacia la puerta, intenta huir, pero ya es demasiado tarde. Una mano suave la agarra del brazo, se gira y allí está Katherin, con su maquillaje emborronado de haber estado llorando, o sudando, o simplemente durmiendo... Y todos los recuerdos llegan a la mente de Minerva como una exhalación. Recuerda el Pub, los hombres de negro que entraron y luego el cuerpo de Katherin ensangrentado en el suelo. ¿Cómo era posible que ahora estuviera perfectamente, sin ningún rasguño? Minerva relaja un poco su cuerpo con expresión desconcertada y se acerca a Katherin. Coge con sus manos el rostro de la muchacha, buscando el mínimo rastro de sangre o heridas, no encuentra nada. Y se funde con ella en un beso perfecto, sin saber qué extraño milagro imposible ha sucedido para que ella esté allí, delante suyo, haciéndola sentir... Bien.
Silencio entre ellas, algo ha cambiado en la atmósfera de la casa y ellas solo entran dentro. Se sientan en el sofá, cerrando la puerta tras de sí, y se acurrucan la una junto a la otra, abrazadas. Katherin habla por fin:
-Soy inmortal.
-Eso es científicamente imposible, tiene que haber otra explicación...
-¿Recuerdas el lago, el del camping del año pasado?-Le dice a Minerva intentando que comprenda.
-Claro que lo recuerdo, fue donde me pediste matrimonio...
-También fue dónde casi me ahogo. Todos dijeron que fue un milagro que sobreviviera. No fue un milagro, es que no me puedo morir. ¿Sabes eso de que cuando quieres a alguien no puedes volver a separarte de ella? Pues creo que te quiero tanto que no puedo morir.- Dice ante una Minerva asombrada.
Simplemente la besa, no tiene nada más que decir o hacer, solo la besa. Una vida eterna es menos larga al lado de la persona que amas. Y es que cuando tocas a la persona que quieres por primera vez, sientes que jamás podrás dejarla marchar.

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