Vistas de página en total

domingo, 14 de abril de 2013

Agua de Color Oro.

Se oye el ruido de los cascos de un caballo, ella llega por detrás de los árboles, como salida de un cuento, encima de su precioso corcel blanco. Se me llenan los ojos de lágrimas, la mujer a la que amo más que a nada, soy el hombre más afortunado de esta pequeña porción de paraíso. Lleva ese magnífico vestido azul turquesa que le queda tan magnífico, con aquellas botas de montar negras a juego con el cinturón que lleva el vestido... Cómo amo a esta muchacha, ¿cómo puedo quererla tanto? Cada vez que sus pequeños ojos verdes se cruzan con mis cristales negros, se me corta la respiración, no soy capaz de decir nada, solo puedo besarla, cogerla de la cintura y abrazarla mientras la miro a los ojos... Mi preciosa aventurera... Cuánto te quiero...
Ella no sabía por qué le había pedido que viniera al claro del río "Los Malditos". Quiero que sea mi esposa, quiero que sea todo lo que me da ganas de vivir, aunque ya lo sea. Quiero que todo el universo sepa con verla que la amo más que a nada en este basto espacio.
Se bajó de su caballo, posó sus esbeltas piernas sobra la fina hierba rojiza, el cielo se veía tan brillante y anaranjado como de costumbre. Me encantaba esta parte del bosque, aquí la hierba era de un rojo más intenso y el agua era del dorado más bonito y brillante que te puedas imaginar. Por eso elegí este lugar para pedirle que se casara conmigo. Creo que me dirá que sí, aunque no sé cómo se lo diré ni si quiera sé si seré capaz de decirlo todo seguido sin que se me escapen las lágrimas. Mi cosita sexy, que bonita que estás con ese precioso vestido, con esa preciosa sonrisa, con tus rizos rubios alborotados por el traqueteo del caballo. Que preciosidad tengo ante mis ojos, soy el ser más feliz del universo.
Nos sentamos a orillas del río, con un tapete azul oscuro, pusimos sobre éste el almuerzo y lo devoramos esperando saciar las ganas de comer, pero nunca es suficiente. Al terminar la miré a los ojos y supe exactamente qué quería decir:
-Hola, nunca se me dio demasiado bien hablar cuando tenía que hacerlo, siempre hablo a destiempo. Y cuando me pongo nervioso hablo mucho y mis palabras no tienen sentido y empiezo a tartamudear y no sé como expresarme. Bueno, a lo que voy. ¿Quieres casarte conmigo?- Digo todo lo claro y lento que me permite el temblor de todo mi cuerpo. De repente solo se oye silencio, el mundo ha enmudecido para mi, solo quiero oírla a ella hablar.
-Mi vida, sabes perfectamente que te amo más que a nada. ¿Qué te hace pensar que me voy a negar a ser tu mujer?- Dice esa hermosura mientras me acaricia la mejilla, cuando dice las palabras mágicas yo me apresuro a besarla, mi futura esposa, la madre de mis hijos. Mi único amor.


No hay comentarios:

Publicar un comentario