Vistas de página en total

lunes, 16 de noviembre de 2015

Luna de Lágrimas.

Oigo voces fuera de mi habitación, es noche sin luna, así que la calle ha quedado terriblemente oscura. Solo las estrellas la iluminan, es lo que tiene que todo se desatara y se llevara consigo la electricidad. Abro los ojos en la oscuridad de mi cuarto, mi oído se centra más en las voces de fuera y mis músculos se relajan: Son Noir y Zephyr. Cuando me quiero dar cuenta, veo por completo la habitación, a pesar de estar a oscuras, la magia hace maravillas. Me pongo mi bata y salgo al pasillo, donde me los encuentro discutiendo a regañadientes, lo más bajo que pueden, pero ambos se dan cuenta de que no es suficiente.
-Sabes que necesita descansar, Noir, no está sana.- Dice Zephyr en un tono lo más calmado posible.
-Y tú sabes que si no salimos de aquí pronto, ninguno estará sano me temo. Puede descansar en la siguiente parada.- Dice el lupino con aire airado, deben de estar cerca.
-Bueno, nenes, ya vale de discutir. Sois como críos. Es mi misión y mi vida, quién no quiera seguirme que no lo haga. Pero aquí mando yo. Y saldremos en cuanto coma algo, me muero de hambre.- Digo pasando entre ellos con una sonrisa pícara que me es devuelta por ambos y me siguen detrás observando mis caderas contonearse. Vaya dos, si es que son más simples que el mecanismo de un chupete, seguro que ya ni recuerdan de lo que discutían hace a penas un minuto. Suspiro pensando que me es demasiado fácil salirme con la mía desde que tengo mis ojos hipnóticos, aunque en cuanto despierten de la hipnosis... Se enfadarán, Noir más que Zephyr. Él ya está acostumbrado a queme salga con la mía.
Llegamos a la cocina y me preparo un emparedado, huelo la sangre antes de que abran la puerta incluso, huelo las vísceras que manchan sus manos y sus ropas, huelo su sudor mezclado en las heridas purulentas que marcan su cuerpo. Simplemente me siento.
Abre la puerta y entra en la cocina al tiempo que Noir y Zehyr se ponen ante mí en forma de defensa, yo solo miro los ingredientes de mi emparedado mientras lo hago con calma.
-Hola Jinete, ¿Cómo tú por aquí?- Le digo con calma a mi viejo... ¿Amigo?
-Te buscan, Eire, deberías tener más cuidado con tus escondites, es demasiado fácil entrar.- Me dice tomando asiento frente a mí en el sillón.
-Lo sé, este par no me dejó proteger la casa porque saldremos tras mi almuerzo, no nos quedaremos mucho, estamos cerca de la Catedral.- Digo mirándolo por fin mientras pongo en un plato mi bocadillo.
-Bueno, pero ya sabes que la seguridad es lo primero, no queremos que Gabriel abra Pandora y solo te necesita a ti para ello. Lo sabes.- Me dice con sus ojos vacíos machados de imágenes que no me gustaría tener que volver a ver. Pero es una habilidad de este ser, te enseña tus peores recuerdos.
-Tranquilidad todo el mundo, por dios, que huelo lo que se acerca antes de que se acerque demasiado... Aunque sé que eso no te servirá de mucho, ¿no?- Le digo mientras muerdo mi comida.-Deberíais comer vosotros también, el camino es largo, quedan 10 kilómetros.- Les digo a los tres sin apenas mirarlos. Queda bastante camino, pero lo importante es llegar antes de que lo hagan ellos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario