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viernes, 10 de julio de 2015

Olas de Cielo.

La tarde se tornaba calurosa sobre las montañas que coronaban la ciudad, llevaba allí parada durante horas, mirando el vacío bajo mis pies, sentada en la orilla del acantilado con la mirada puesta en algún punto de la lejanía. Quería saltar, pero no podía hacerlo. Nadie sabía dónde estaba, nadie sabía dónde me había ido tras aquellos años perdida en mi mente, perdida en mil recuerdos que no quería recordar. Tenía todo bajo mis pies, cada centímetro de tierra habitable a mi alcance. Y yo allí, parada en el culo del mundo, perdida, sin más deseos que el de no despertar mañana. Sin más deseos que el de morir y que no haya nada más después, que todo se acabe aquí y ahora. Que todo el sufrimiento se acabe ya.
Oí unos pasos a mi espalda, supuse que sería algún transeúnte de paso por el acantilado, cuando se sentó a mi lado en la orilla del acantilado con los ojos puestos en el horizonte.
-Pronto esa gran bola de fuego desaparecerá para dar lugar a la luna y a las demás estrellas que iluminarán la noche con su luz. ¿De verdad quieres perderte eso?- Imposible, ¿qué hace aquí? Nadie sabe dónde estoy, nadie se había preocupado en averiguarlo tampoco.
-¿Qué haces aquí? No le dije a nadie dónde iba...- Susurro mirándole a los ojos enrojecidos de llorar.
-Hice la promesa hace muchos años de no abandonarte jamás, pasara lo que pasara, aunque los años nos separaran o la distancia sangrara en mi cabeza. Da igual todo, siempre estaré cuidándote, pequeña.- Me susurra abrazándome suavemente y apartándome de la orilla, yo ya he roto a llorar, justo cuando todo parecía perdido, cuando no creía que a nadie le importara, cuando creía que no tenía ninguna razón para seguir adelante. Aparece, me cambia el ritmo de los latidos y me destroza el corazón en mil pedacitos para luego armarlo de nuevo frente a mí, con piezas del suyo propio, con trozos de lo que nos une juntos, de todo lo que hemos vivido y nada más importa. Así me quedo, mirándole a los ojos y entendiendo que todo lo que pensaba no era así y que toda la verdad viene colgada de su mano.
Y así vuelve a salvarme de mí misma, así vuelve a destrozar toda tristeza y a llenarme de ese amor que solo él me da.

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