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lunes, 11 de marzo de 2013

Mi dulce Príncipe.

Salto de la cama, sonriendo, luchando por ser
eso que te ata a la vida, el sentido de que yo siga.
Tú, mi perfecto acompañante, ¡cuán misteriosos resultan
sus ojos a la luz artificial de la estancia!
¡Cuán hipnóticos resultan para esta pequeña mortal!
¡Cuán impropio de mi sería en mi,
mezclar tu vida y la mía! Y lo hago...

Todavía huelen mis ropas al sudor dulzón de tu piel,
todavía siento en mis sienes las ganas de besarte
y no dejar nunca más que te marches.

Sentir tu aliento en mi cuello, mi dulce príncipe,
eso es lo único que deseo.
Necesitar tus manos en mi cuerpo para entender,
saber, como emprender este vuelo.
Esta aventura trivial denominada vida.
Esta escalada que me da miedo,
a estas alturas no saber si puedo....


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