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lunes, 5 de marzo de 2012

Para López ^^

Una gran puesta de sol decoraba la montaña nevada de aquel interesante páramo alejado de la ciudad y del ruido. La mirada de Álvaro estaba pérdida en aquel impresionante sol, no paraba de pensar en aquella chiquilla pelirroja que, meses atrás, había sido su mundo. Pero ella ahora ya no estaba, se había ido a su lugar de procedencia, la Luna. Si, Ahelicad era una marciana de piel rosada pero ojos de color rojizos con tonos verduscos en la pupila azulada. Era una "chica" tímida, divertida, coqueta y mimosa, pero sentía que le apuñalaban cada vez que recordaba su pelo y su mirada, y, acto seguido, recordaba que ya no estaba allí y que no iba a volver.
De repente sintió una gran punzada y unos ojos que clavaban su mirada en su nuca. Se giró y no vio nada, se sintió desfallecer y despertó en un cuarto blanquecino y frío. Estaba desconcertado, era la nave de Ahelicad. Pero eso era imposible, aquella nave se había quedado empotrada contra la ladera de aquella inmensa montaña. Ahelicad se había chocado contra ella al llegar al planeta, y ninguno había conseguido rescatar aquella majestuosa nave y, mucho menos, arreglarla.
Entonces entró en el cuarto un hombre de la misma complexión de Ahelicad pero con una gran barba morada, Álvaro intentó alejarse de aquel extraño hombre sin resultados favorables, estaba atado a la maravillosa y cómoda cama. Aquel hombre se acercó  a él con un cuenco en la mano, se lo tendió y Álvaro pudo observar que en ella había comida para él. Se lo comió sin rechistar, tenía demasiada hambre para rechistar por el sabor o el aspecto de dicha comida. Después de la entrada de aquel extraño ser lesiguió la entrada de Ahelicad a aquel cuarto. El rostro de Álvaro se iluminó al observar la identidad de aquella muchacha, visiblemente mejorada, su especie en lugar de envejecer, rejuvenecía. Ahora aquella muchacha de 300 años aprecía tener solo 20 años humanos, se acercó a Álvaro y le besó despacio y con muchisima dulzura. La mente de Álvaro se fue desviando de lo que allí acontecía y llegaba a los recuerdos del verano pasado, en el cual había conocido a Ahelicad y se había enamorado por primera vez. Su vida había cambiado, ahora era feliz, a su lado.
Ahelicad soltó las ataduras de Álvaro y le acompañó a su nueva vida a su lado. Se sintió feliz toda su vida y creó una especie mezclada con Ahelicad que sería la especie que años después gobernara la Tierra.

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