Vistas de página en total

viernes, 5 de diciembre de 2014

Rock and Roll

Sale el sol sobre los gélidos edificios de la ciudad, tiñendo el cielo de un tono rosado que se refleja en su guitarra blanca de edición coleccionista. Yo estoy tumbada sobre el colchón desvencijado del hotel, o al menos me parece un hotel, mi cuerpo se contrae y relaja mientras los escalofríos me recorren ferozmente. Oigo pasos a mi espalda que se aproximan suavemente a la cama, se sientan y recorren dulcemente el contorno de mi columna con la yema de su dedo. Me giro y me encuentro con sus ojos color avellana observándome... Me siente tan pequeña...
Bajo la mirada y veo que trae el desayuno, ¿Será para mí? Mi corazón pega un vuelco de solo pensarlo.  Él... simplemente me sonríe dulcemente y posa la bandeja sobre mis rodillas mientras me incorporo en la cama, me da un dulce beso en la frente y me susurra al oído: Buenos días, nena.
Con su melodiosa voz de cantante que enciende una chispa en lo profundo de mí.
Por fin miro la bandeja: un zumo, un café, unas tostadas con mi mermelada favorita (¿se lo dije en algún punto de la noche?) y bollería variada. Por primera vez me percato de que tengo hambre, ya que mi estómago emite un quejido que me sonroja.
-Espero que sea de tu agrado, Rose no sabía lo que te gustaba, así que optó por la variedad.- Dice en un tono de voz suave y alegre. ¿Quién es Rose?- Es mi cocinera, lleva en esta casa desde que la compré, es casi como mi segunda madre.- Dice él adelantándose a mis pensamientos, supongo que por la cara de incredulidad que he debido de poner. Comienzo a tomar mi café, escuchando otro quejido de mi estómago, agarro la taza entre mis manos notando el reconfortante calor y le pego un gran sorbo, está delicioso.
-Luego me gustaría darle las gracias a Rose, el café está delicioso.- Susurro con la taza sobre los labios oliendo el suave contraste del café avellanado de mi taza.
-Podrás agradecérselo las veces que desees.- Una luz ilumina su sonrisa confiriéndole un aspecto un tanto tétrico. Pero extrañamente eso enciende una fuerte llamarada de deseo en mi interior.
Devoro mi desayuno con rapidez bajo su atenta mirada, Eso me incomoda de sobremanera, pero no digo nada. Después de desayunar decido darme un baño para eliminar de mi cuerpo toda la purpurina y relajar mis músculos. Cuando salgo del baño él ya no está en la habitación, su guitarra tampoco, y comienzo a escuchar en algún punto de la gran casa unos acordes que me resultan familiares, así que, sin pensarlo salgo en busca de esa deliciosa melodía. Entro en la sala y él está allí, me oye llegar y me mira. Sonríe y un ardor me prende desde dentro, pero no comprendo su reacción.
-Has venido en toalla hasta aquí, nena, así no voy a poder concentrarme.- Dice mientras me miro y, efectivamente, he venido sin nada más que una toalla, me sonrojo y él sonríe.- Valió por hoy, acompañaré a mi invitada a la habitación y le arrancaré esa toalla para poder contemplar ese magnífico cuerpo, desnudo para mí.- Se dice a sí mismo lo suficientemente alto para que yo lo escuche.

No hay comentarios:

Publicar un comentario