Vistas de página en total

domingo, 11 de marzo de 2012

Adiós

Los ojos azules se me llenaron de lágrimas cuando abandonó aquel edificio sin apenas despedirse. Decía que no soportaba seguir viviendo aquella mentira, que ya no me quería y que necesitaba irse a otro lugar. Yo no soportaba la idea de vivir sin aquel imbécil que me sacaba una sonrisa cuando más lo necesitaba y me ayudaba a llorar. No quería seguir viviendo si no era a su lado y así, con este pensamiento rondandome la mente, cogí el bote de pastillas que decoraba la mesita de noche del imbécil, pastillas que iba a hechar de menos enseguida y podría verme morir. Sin más, decidí cumplir aquellos macabros pensamientos e ingerí unas 30 pastillas mientras me sentaba a esperar la muerte, y al imbécil.
Él entró rápidamente en la habitación cuando mis ojos comenzaban a decir adiós a todo lo conocido y a lo desconocido. Se apresuró a comprobar cuantas había ingerido y si me podía salvar. Cuando hubo comprobado esto se dio cuento de que ya no tenía remedio por muy rápido que la ambulancia llegase yo ya estaba perdida. Se acercó a mi y me beso suavemente en los labios. A continuación se sentó a mi lado mientras me decía que era una tonta por haber hecho semejante estupidez, que él me amaba pero que no quería seguir sufriendo ni haciéndome sufrir y, diciendo esto, me dormí para siempre.

2 comentarios: