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lunes, 27 de febrero de 2012

Noches de Luna LLena

Alice sintió que se le rompía el alma cuando vio como otra chica abrazaba a Eidan. No la había visto antes y sintió muchos celos de ese abrazo. Cuando Eidan y la muchacha se despidieron, Alice, se acercó a Eidan y preguntó por la chica, era su prima que  había venido a visitarle. Alice se sintió genial y asintió con una gran sonrisa cruzándole la cara.
Aquella tarde estaban solos, nadie más podía ir a dar una vuelta por ahí. Alice estaba muy agusto con Eidan y estuvieron hablando de sus cosas toda la tarde. Meses antes Alice se había armado de valor y le había dicho todo lo que sentía a Eidan, él le había dicho que estaba enamorado de Claudia, una chica que Alice conocía de estar con Eidan, y habían quedado solo como amigos. Cuando estaban solos, Eidan, hablaba de Claudia con Alice, quien se sentía fatal, porque aún amaba a Eidan y no le hacía ni pizca de gracia que le hablara de ella. Pero aquella tarde sus conversaciones se fueron hacía otros temas más interesantes para Alice. Al final de la tarde Eidan le confesó que ya no estaba tan seguro de seguir enamorado de Claudia porque se había convertido en una chica completamente distinta de la que era cuando él se enamoró de ella. A Alice casi se le sale el corazón del sitio y miraba a Eidan con picardía y con una idea rondandole por la cabeza: Besarle. Pero no se atrevió por si solo lo decía porque habían discutido o algo por el estilo y quedaba como una tonta acosadora. Eidan fue un caballero, como siempre, y la acompañó a casa. Se despidieron en la puerta con dos besos en las mejillas y un abrazo.
Eidan marchó pensando en todo lo que había ocurrido aquella tarde, hacía un par de días que pensaba algo distinto de Alice, ya no la veía solo como una amiga, era demasiado divertida, extrovertida, alocada, romántica y mimosa como para que no la hubiera visto de otra forma. Sabía que tal vez Alice le hubiera olvidado después de que la hubiera rechazado meses antes, cosa que ahora le parecía la mayor tontería que nunca había hecho, pero no perdía la esperanza, la quería.
De pronto se dio cuenta de que era la primera vez que admitía lo que sentía por Alice, aunque todavía no estaba seguro de sentirlo...
Aquella noche ninguno de los dos pudo dormir. Mientras, en la calle brillaba una enorme y brillante luna llena que inundaba todo el cielo con un cálido brillo azulado y precioso, era una de esas noches en las que te encantaría vivir en el campo para ver todas y cada una de las estrellas que brillaban en el cielo. Alice y Eidan pensaron lo mismo y se encontraron en la casacada que, el  verano anterior, había sido el escenario de sus primeros encuentros. Allí y en aquella noche mágica Alice y Eidan mezclaron sus almas en un apasionado y precioso beso, que sería el primer beso para ambos pero no el último de aquella relación.

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