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miércoles, 20 de abril de 2022

La Playa del tiempo

Salíamos de ese barco empapadas, con el pelo cubierto de sal, la piel seca por la brisa marina y los músculos suplicando sentarnos a descansar. Dan se alejó a hacer una llamada, nosotras seguimos caminando. No tengo muy claro a dónde, aunque quizá ella sí.
Yaz, me quedo embobada mirándola caminar despacio, sin apartar los ojos del horizonte. Entonces se gira y me mira con esos ojos color avellana profundos que esconden mucho más que el vórtice temporal. Sonríe y yo noto ese nudo en mi garganta. Ese nudo que es todo el amor que me nace queriendo salir de dentro de mis dos corazones. Aparto la mirada de forma suave para fijarme en sus manos, temblorosas, ella vuelve a girar el rostro hacia la puesta de sol. Ya no sonríe. ¿De nuevo habré hecho que se sienta incómoda? Torpemente busco su mano mientras seguimos caminando. La agarro con firmeza y veo como ella mira ese gesto, me mira a mí y traga saliva. El resto del camino lo hacemos cogidas de la mano, en silencio. Tiene la piel tersa por la sal, pero sigue siendo suave y se está volviendo cálida bajo mi mano. Creo que tenía algo de frío, aunque es normal, estamos empapadas.
De pronto nos encontramos de pie, la una junto a la otra, cogidas de la mano. Mirando ese atardecer que nos regala este instante, en este momento, con la única persona con la que quiero estar ahora mismo. Y no lo estoy mirando. Es muchísimo más hermosa ella, con su pelo enmarañado por la tormenta de sucesos. De pronto, ella gira su rostro y me encuentra mirándola. Se sonroja pero no aparta la mirada. Entonces una suave brisa hace que su pelo se le cuele delante de los ojos y ambas nos soltamos. Pero antes de que ella pueda apartarlo, ya está mi mano colocando su mechón detrás de la oreja. Y de pronto nos quedamos congeladas en ese instante. Mirándonos a los ojos, con mi mano en su oreja, descendiendo tímidamente a su mejilla. Entonces, se me corta el aliento y se me para el pulso de los dos corazones. Solo oigo su respiración. ¿Cuándo me he acercado tanto a ella? Y sin pensarlo demasiado, con mi mano aún en su mejilla, coloco la otra en su cintura y la beso. Ella responde al beso con fiereza. Como si lo hubiera estado deseando. Y hunde sus manos en mi pelo enredado. No sé cuánto tiempo dura ese beso, pero me sabe a todo el tiempo condensado en su aliento.
Nos fallan las fuerzas en las piernas y de pronto estamos sobre la arena besándonos y riéndonos a la vez.
-Has tardado demasiado, ¿No crees?- Dice Yaz con una sonrisa pícara tumbada en la arena debajo de mí.
-Nunca es tarde si la dicha es buena, ¿No? Además, tenía que buscar el momento perfecto, quiero que lo recuerdes cuando yo ya no esté.-La respondo con un nudo en la garganta recordando que mi tiempo se acaba y que no puedo enlatar ese momento para siempre.
-No digas eso, no quiero pensar en eso.-Me dice Yaz con los ojos empapados en lágrimas. Nos quedamos en silencio, una al lado de la otra, mirando el atardecer. No sé cuánto tiempo estamos así, ensimismadas en nuestros propios pensamientos, pero entonces rompo el silencio.-No puedo encariñarse de nadie. No puedo porque sé que si me encariño, tarde o temprano dolerá.- Y me quedo mirándola en silencio con lo que creo que es una cara de terror. Terror de perderla.
-Mi abuela solía decir que ser valiente significa saber que algo va a doler y hacerlo de todos modos si es lo que deseas.- Dice ella sin mirarme, para finalmente girarse y quedarse esperando mi respuesta con mirada seria.
-¿No podemos vivir en el presente? Simplemente disfrutar de lo que tenemos, mientras lo tengamos. Mientras sea nuestro.- La digo mirándola a los ojos con muchas ganas de llorar.
-Me gustaría- Dice mientras traga saliva y coge un canto rodado de la arena.-Pide un deseo y lánzalo al mar.-
-Deseo...-
-¡No puedes decir tu deseo en voz alta!-Me interrumpe ella antes de que pueda decir nada.
-De donde yo vengo sí. Desearía que este momento fuera para siempre.-Digo firmemente mientras lanzo la piedra al agua que se pierde en el horizonte y el mar. Ella me mira y yo me quedo embobada mirándola mientras se le llenan los ojos de lágrimas. Pero fuerza una leve sonrisa.
-¡Ey! ¡Chicas! Me estoy quedando congelado, ¿Nos vamos?-Grita de pronto Dan desde la puerta de la TARDIS y nosotras nos sobresaltamos. Yaz se levanta torpemente mientras se seca los ojos y echa andar con un suave "sí, vamos"
Yo me quedo un poco rezagada, me agacho y cojo otra de esas piedritas de la arena y la guardo en el bolsillo de mi abrigo. Quiero un pedacito de esta playa que me recuerde este instante cuando yo ya no sea yo.

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