Quiero tener un horario normal de sueño, pero a la vez me gusta mucho más vivir de noche. Ojalá le gustase a alguien más, ojalá alguien me acompañara en mis insomnios. Y entonces me acuerdo de cómo empecé a hablar con ella... Y se me clavan como un puñal todas esas noches que se durmió al teléfono conmigo, esas noches que la veía dormir y que yo disfrutaba en silencio de su simple compañía. Se me clavan como mil dagas esas noches que pasábamos viendo cosas juntas o esas otras en las que hablábamos de mil temas hasta que nos quedábamos dormidas. Duele, más de lo que me gustaría.
Toda esta puñetera mierda porque no hacerme caso a mí misma: No te ilusiones, es demasiado buena para ti, no va a salir bien.
Y no salió bien, nunca me sale bien, siempre soy la última opción de todo el mundo porque soy prescindible. Porque no valgo, porque soy esa loca, intensa y exagerada que te agobia y que se preocupa en exceso hasta que te pierde. Soy esa gilipollas que se siente sola simplemente porque no sabe cuándo y cómo hablar las cosas. Porque le da miedo decir que quiere a alguien por si vuelven a decirle que no es suficiente.
Otra noche más, la misma mierda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario