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martes, 30 de mayo de 2017

Piel.

Realmente mi piel es parte de mi historia.
En ella llevo marcados los recuerdos de aquellas caricias, los besos rebuscados y las miradas.
Tiene marcado también las aventuras y los riesgos. Y sobretodo mis batallas, las que he ganado y las que he perdido también.
Mi piel es mi papel, sobre el que escribir las letras de este maravilloso cuento. Las letras que son cicatrices, que son arrugas, que son estrías o que son tatuajes hechos a conciencia para contar algo.
Mi historia la cuentan 5 cicatrices, dos tatuajes (de momento) y toda una lluvia eléctrica de estrías en mi tripa.
Aún soy joven, aún no tengo arrugas, no que marquen el paso del tiempo.
Entonces, si cuentan lo que soy, cómo soy, ¿por qué me juzgan sin pararse a mirarlas? ¿Por qué no leen en ellas lo que hay escrito, todas esas palabras? ¿Por qué juzgas mi dolor según lo que tú quieres entender y ves a simple vista? Mi historia se sigue escribiendo, sigue marcando cada surco de mi piel, y tú sigues juzgando aquello que no eres capaz de ver o entender.
¿Qué esperar de un hijo sano de esta enferma sociedad?

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