Te despiertas un día,
y tu techo ya no es blanco ceniza,
ahora manantiales lilas
recorren y manchan tus mejillas.
Un día te das cuenta,
de que no estás sola, que somos cientas.
Te das cuenta de la red que nos une
y que nos da libres riendas.
Una tarde cualquiera,
te sientas a un lado de la acera,
a observar como funciona esa enrejada línea.
Y descubres en ella grietas.
Un amanecer se viste,
con esos colores tristes
de aquellas que ya no sonríen,
de aquellas que ya no viven.
Y en el medio del miedo de tu alma,
encuentras también la calma,
encuentras valor y ganas.
Y luchas, por todas y cada una de tus hermanas.
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