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martes, 10 de julio de 2012

Lo que se Pierde en un Segundo

Anne se tumbó sobre el suelo frío mirando la cristalera que daba al espacio exterior y comenzó a contar las estrellas, su madre la había dicho que era imposible contar todas las estrellas pero ella no se rendiría hasta que no lo hubiera intentado. Comenzó a contarlas mentalmente: "Una, dos, tres, cuatro..."
Se fue quedando poco a poco dormida en aquel suelo, sus padres se habían ido a cenar fuera, lo que ella no sabía es que nunca regresarían.
La noche pasó y la niña despertó acurrucada en el suelo de la salita, a su lado Galya, su perrita. La noche había sido calentita pero el día sería frío, aunque fuera brillara el sol. Llamaron a la puerta a las doce de la mañana, Anne abrió la puerta y se encontró de frente un hombre rubio de ojos negros y grande, parecía un armario y la niña se asustó un poco, pero en seguida apareció detrás de él su tía Rosalí y ella tranquilizó a la pequeña. Rosalí tenía sus ojos marrones encharcados en lágrimas y rojos, Anne sabía que había llorado, pero aún no sabía por qué.
- Anne, este es Charlie, es un policía muy bueno que quiere hacerte unas preguntas. ¿Quieres contestar o le decimos que venga otro día?- Dijo Rosalí lo más cariñosa que pudo. La niña acababa de perder a su madre y su padre estaba en coma, era muy probable que no despertara nunca.
- Vale, pregúnteme lo que desee, pero antes dígame dónde están mis padres.- Dijo Anne, sabiendo que la respuesta no le iba a gustar.
- Se lo dirá su tía cuando yo me vaya señorita, se nota que la educaron muy bien.- Dijo Charlie con una sonrisa bonachona que reflejaba un poco de lástima en la mirada.
- Esta bien, ¿Qué desea saber?.- Dijo Anne intentando no elucubrar ninguna sospecha de lo que había ocurrido, porque siempre se esperaba lo peor.
-¿Tus padres tenían enemigos?- Dijo el inspector de la forma más amable que pudo.
-No, los vecinos los adoraban y yo más.-Dijo Anne y sus ojos se encharcaron, algo malo le había pasado a sus padres y tenía que ser grave para usar los verbos en pasado.
- Vale, ¿Tu madre ha discutido recientemente con alguien?- Siguió preguntando el inspector aunque su corazón le dolía por tener que hacerle pasar por eso a la niña.
-Pues... Sí, con Belén, mi abuela paterna, pero no creo que una anciana de ochenta años les haya hecho nada...- Dijo Anne y esta vez se le escaparon algunas lágrimas. Su tía la abrazó lo más fuerte que pudo.
- Venga cariño, no llores...-Dijo Rosalí en un intento imposible de consolar a la pequeña.
-Anne, solo me queda una pregunta y ya me voy, ¿De acuerdo?- Dijo Charlie con una cara amable y el corazón destrozado por haberle dicho sin querer a la niña lo ocurrido.
-Esta bien, digámelo y acabemos con esto para que mi tía me cuente lo sucedido.-Dijo Anne sacando fuerzas de donde no creo que quedara nada.
-¿Sabes de alguien que quisiera dañar a tus padres?- Dijo Charlie y aguantó unas lágrimas por la desdicha de la muchacha de pelo rubio y ojos marrones que acababa de romper a llorar como una niña indefensa, justo lo que era, la mala suerte se había cebado con aquel ángel inocente de todo mal.
-No, aunque yo no lo sé todo sobre ellos, sé que me ocultaban algo, pero no sé el que...-Dijo Anne entre las lágrimas que ahogaban sus ojos y miró a su tía que también lloraba.
-Te ocultaban que buscaban un perrito para regalarte y que hiciera compañía a Galya.- Y la tía comenzó llorando esta vez aún más alto.
- No quiero molestar más, otro día vendré y concretaremos los detalles de este caso. Ustedes disculpen el dolor que les haya causado, encontraré al responsable.
Pero nunca lo encontró, ese asesino se convirtió en la horma del zapato de Charlie que no pasa ni un solo día sin recordar el rostro mojado de Anne cuando supo lo que les sucedió a sus padres y el día en el que los tuvo que enterrar, juntos. El padre aguantó vivo unas semanas pero murió, las heridas eran demasiado graves. Anne vivió una vida feliz, pero en su corazón sigue buscando al asesino de sus padres. Algún día recibirá la llamada de Charlie diciéndola que le tiene.

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