Vistas de página en total

sábado, 29 de marzo de 2025

Larguísimo invierno

Es raro no saber qué escribir,
tener las manos manchadas de tinta,
pero no tener la valentía de poder decir
todo aquello que se me atragantaría.
Nunca había tenido esta sensación
de no tener claro si es todo,
nada, amistad o ese gran amor.
Siempre tenía sospechas que mi cabeza 
se empañaba en esconder de mi vista
porque eran demasiado buenas.
Ahora solo es aquello con lo que siempre soñaría.

Al mismo tiempo no quiero evitar tu proceso,
no quiero llegar y desbaratar todos tus planes de sosiego.
Mereces todos los cuidados que quiero darte,
pero no quiero imponerte aquello que necesito decirte.
Me siento chiquitita cuando no sé qué hacer con lo que quiero.
Estoy muy acostumbrada a luchar con todo lo que tengo
para conseguir cada una de las piezas con las que construyo
todo este hermoso e inmenso tablero.

Siempre he sido una mujer de armas tomar,
aunque procure no tomarlas si no es absolutamente necesario.
Y ahora parezco indefensa delante de esta tempestad.
Esperando a saber si el viento viene para sofocar mi fuego,
o si las llamas ardientes que veo, vienen aquí para hacerme quemar.

Soy la bruja que siempre quise ser, eso no cabe duda.
Pero esta bruja no es capaz de adivinar jamás su propio futuro,
siempre me pongo en todos los extremos.
O soy indulgente con quién quiere que me devoren los cuervos,
o soy demasiado dura con quién me quiere y me cuida.
No tengo término medio para evitar que el miedo me consuma.

Necesito dejar de tenerle miedo al miedo.
Necesito dejar que la rana me dé fortuna.
Necesito que los eclipses pasen para dejar en paz a mí luna.
Necesito que el sol brille por encima de toda está bruma.

lunes, 24 de marzo de 2025

La Sombra de mi dolor.

¿Cómo puedo describir el dolor? ¿Cómo hablar de algo que tantas veces me ha quitado el sueño y las ganas de seguir peleando? No sé cómo voy a pensar en esto sin romperme. Es difícil abrir las llagas de mi piel y destriparme en silencio sobre un tema que me atormenta cada día. Mi cuerpo doliente sobrevive a base de drogas y de cuidados de aquellas personas que entienden lo que me pasa. Sobrevivo a costa siempre de mi mente que me
grita que tengo que seguir los ritmos asesinos del capital o matarme sin saber si lo dice porque simplemente no soy suficiente o porque el dolor es insoportable. Y estoy aquí otra madrugada, delante del ordenador con el dolor en la punta de la lengua y las cicatrices palpitando. Con la certeza de otra noche en vela por no poder hacer callar los nervios que gritan todos los colores del dolor. Aquí estoy delante de la nada, escupiendo de nuevo todo.
Descargando la rabia en esto, intentando entender también lo que significa. Lo que significo. Puede que el dolor no sea algo que esté en tu vida habitualmente, o quizá sí. Es más fácil interesarse sobre el dolor cuando lo vives. Pero lo que está claro es que por muchas similitudes que tengamos, habrá muchas otras cosas que vivirás tú y que yo no comprenda. Y viceversa. Ese es el problema del dolor y buscar tratamiento, cada caso es único. Cada momento es único y cada vida es única. Y no puedo contar ningún secreto para seguir adelante, porque a mí también me cuesta seguir cuando duele. Solo me queda agarrarme a aquellas cosas que me mantienen esperanzada de poder vivir libremente con mi dolor, mis limitaciones y mis demonios. Agárrate a aquellas personas que te hagan la vida más fácil, y huye de todo aquello que te genere más sufrimiento. Es absurdo agarrarse a un clavo ardiendo: te va a hacer daño y no va a darte un motivo para seguir viviendo aunque lo parezca. Da miedo, lo sé, pero cualquier clavo ardiendo no es suficiente para ayudarnos, necesitamos personas que sean el agua caliente que alivie el dolor de espalda.
Necesitamos personas que sean capaces de apartar todo a un lado para que puedas tumbarte en su cama cuando te da un ataque o un brote de dolor. Necesitamos gente dispuesta a cuidarnos sin pedir nada a cambio y sin juzgar lo que necesitamos. Y eso no lo
vas a encontrar en cualquier sitio, lo vas a tener que buscar entre cientos de miles de rostros falsos que te van a hacer daño. Y da miedo enfrentarte al dolor sola, el dolor es muy solitario. Encontrar a personas que entiendan por lo que pasamos, es complicado porque la institución de la monogamia nos ha enseñado que nuestro valor se encuentra en nuestra productividad. Y las tullidas, doloridas, locas y neurodivergentes no somos productivas. No queremos serlo.
Me han pedido que hable del dolor y voy a hablar de lo que es el amor en torno al dolor. Porque veo cada día muches compas spoonies que están completamente soles. Que les
han abandonado porque su dolor era demasiado apabullante para quién no quiere entendernos. No puedo dejar de pensar en que el dolor forma parte de nosotres, que es parte de este cuerpo y de esta mente que soy. Y si no aceptas mi dolor no puedo sostener una vida que no es suficientemente amable con mis sufrires. Cuando hablamos de amor
libre, siempre lo hacemos desde una perspectiva extremadamente normativa (en torno a la capacidad). Eso implica colocar mis necesidades, que evidentemente son distintas a las del
resto del mundo, como necesidades "tóxicas". Solo porque el dolor es siempre un ingrediente de esas necesidades. Un ingrediente de lo que voy a pedirte y de lo que debes considerar a la hora de ser conmigo. Y también acaba provocando que se patologice y criminalice a las personas que vivimos con dolor como personas que no merecemos ser amadas. Como personas que te van a consumir dentro de su dolor.
Y sí, vivir junto a quién es en gran medida dolor, es muy duro. A veces somos una bola de fuego que no permite a nadie acercarse. Y lo peor es que en esos momentos es cuando
más necesitamos que alguien se acerque a sofocar ese fuego. Y a menudo esa persona sale magullada y huye. Pero cuando la tempestad termina, aunque sea de forma momentánea, somos un oasis del que todo el mundo bebe y puede apoyarse. Porque el
dolor, muchas veces, hace que seamos personas que quieren ayudar y cuidar a quiénes aman. Y puede que a menudo no seamos "suficiente" para muches. O al menos esa es la sensación que nos dejan en el alma. Pero cuando encontramos a las personas que nos
entienden, a menudo otras personas que son dolor, descubrimos que efectivamente merecemos ser amadas. Y que no éramos nosotras el problema, ni nuestro dolor. El problema siempre es el capitalismo que enseña que el amor debe estar sujeto a una normatividad no dolorida que no podemos ni queremos ser. Y aprendemos de eso, actuamos en valor a eso, y hacemos daño en el proceso. Debemos pelear contra esas
enseñanzas del amor romántico y la institución de la monogamia, que nos hacen hacer daño a quiénes nos acompañan. Y también buscar a aquellas personas dispuestas a
aprender a cuidarnos en estos términos mucho más amables con nuestras vivencias.
Tenemos suficiente con aguantar muchas veces estos sufrires en nuestro día a día como para que encima tengamos que luchar contra aquellas personas que no nos quieren
entender ni acompañar de verdad. Que solo pretenden tutelar nuestro dolor y decirnos cómo es mejor que lo gestionemos. Nadie sabe mejor que nosotres lo que necesitamos.
Aunque eso pueda variar en valor al momento en el que nos encontremos y el dolor que sintamos. Seguimos conociéndonos mejor que nadie. Y esta bien que nos intentéis ayudar o
aconsejar, pero siempre después de que os lo hayamos pedido. Y siempre desde los cuidados mutuos, desde la sororidad, no desde la superioridad moral de creer que sabéis mejor.
Amar y ser amada pasa por aceptar a menudo que no nos cuiden todo lo que necesitamos por miedo a que sea demasiado. Pero la realidad es que lo que es demasiado es que tengamos que aguantar el capacitismo en nuestros hogares y lugares seguros. Merecemos
cuidados y merecemos amor. Independientemente siempre de todo lo que nos abruma y nos agota dentro de nuestros dolores. Estoy cansada de que mi dolor sea demasiado, pero también tengo la suerte de tener cerca a gente para la que nunca seré demasiado. Gente que me merezco, porque el sentimiento absurdo de que no nos merecemos a quién nos cuida, es también capacitista. Me merezco a las personas maravillosas que tengo a mi
alrededor y que sostienen mi vida entre sus brazos con sus cuidados en las formas que sean posibles por su parte. Y esto es extensible a cualquier persona que vive con dolor. Busquemos siempre gente que nos dé lo que necesitamos, pero sin pretender que lo adivinen. Pedir ayuda no es malo. Todo el mundo necesita ayuda, es hora de que empecemos a pedirla sin miedo y apartemos la concepción individualizada de lo que deben ser las relaciones. Todo esto desde la perspectiva de las redes de cuidados que nos cuiden también de las personas que pretendan aprovechar nuestra vulnerabilidad para hacernos
daño. Siempre vamos a depender de la gente que nos rodea, pero hagamos que nadie sea imprescindible para que la violencia capacitista no se disfrace de cuidados.
No tengas miedo de tu dolor, te protege de aquellas personas para las que los problemas iban a ser siempre demasiado. Y aún mejor, te acerca a aquellas personas que da igual las
dificultades que atravieses, van a estar a tu lado para gestionar todo lo que pase. Permíteteser en libertad con aquellas personas que te acompañen y cuiden, no temas la soledad porque ésta te acerca a las personas que se van a quedar de verdad. Aunque parezca que nunca llegan, llegarán. La vida es demasiado dolorosa para vivirla con aquellas personas que no nos cuidan.