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miércoles, 4 de julio de 2012

Flor de Lis

Desperté en mi cama, sudada por la intranquilidad de la noche, la madrugada había llegado y ya veía mi habitación con claridad gracias a la luz que entraba por la terraza. Me senté en la cama, todavía quedaba mucho para que sonara el despertador pero yo ya no tenía sueño, miré la terraza y en ella vi una hermosa gatita negra de ojos grandes y verdes. Me miraba desde el borde de la terraza en el que ella estaba sentada. Me levanté lentamente y me acerqué a la puerta de la terraza y la abrí de par en par, acto que la gata entendió como una invitación para entrar en mi casa y meterse conmigo en la cama. Gracias a su compañía y a su calor conseguí dormir hasta la hora que tenía asignada para levantarme y prepararme para irme a trabajar. Le dejé a Crístal una latita de atún en el suelo de la cocina y un taper lleno de agua por si decidía quedarse por allí, también la dejé la puerta de la terraza abierta, por si quería marcharse por donde había venido. Cuando volví del trabajo creí que se había marchado, encontré el atún vacío y el agua sin tocar, pero cuando llegué al salón vi a Crístal tumbada en mi sofá de cinco mil euros, creí que me molestaría más, en cambio me senté a su lado con un libro y comencé a leerlo en su compañía mientras le acariciaba el lomo suave...
Estuvo de inquilina en mi casa durante un mes, en el que la cogí cariño, pero la última semana de enero llamaron a la puerta abrí y conocí a Robert, un chico de veintisiete años con el pelo negro, los ojos verdes y musculoso.
-¿Has visto una gatita negra, de ojos verdes...?- Cuando todavía no había acabado la descripción apareció Crístal por detrás mío.
-¿Esta?- Pregunté esperando que la respuesta fuera: No- Llegó a mi casa hace un mes y, aunque he puesto un cartel abajo, nadie había venido a por ella hasta ahora... No te preocupes la he cuidado este tiempo.- Dije cuando noté que sí era su gata.- ¿Cómo se llama? Yo la he llamado Crístal... Pero me gustaría conocer su nombre real.-
-Lis. Como la flor de tu terraza.- Dijo Robert con la mirada plasmada en mi ventana- Yo soy Robert, y nunca me había fijado en que tú tenías esas flores ahí. Le puse el nombre porque, el día que la traje a casa, desapareció durante tres horas y volvió con una de esas flores en el collar.- Dijo el muchacho, yo le invité a entrar y nos pusimos a hablar.
Tres meses después él y Lis se vinieron a vivir conmigo, aquella gatita me había encontrado el amor de mi vida.

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