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miércoles, 4 de abril de 2012

Hojas de Abeto

Un brillante y enorme sol se vislumbraba entre las montañas nevadas, la nieve acababa de dejar de caer y había dado una tregua a los cansados y perdidos exploradores.Caty llevaba días andando buscando su casa, Alex había encontrado a Caty en un arroyo, él había ido a beber agua y Caty se había desmallado ante sus ojos. Antes de encontrar el arroyo Caty había estado andando durante días, sin encontrar otra fuente de agua. Justo cuando iba a beber, sus fuerzas cedieron y se desmayó sin poderlo remediar. Alex corrió a recogerla del suelo y la dio agua para intentar que mejorara, en dos horas Caty estaba despierta y ya se había puesto en marcha. Llevaba dos semanas perdida en el bosque y el alimento le costaba encontrarlo casi tanto como el agua por lo que, cuando vio que Alex era un excelente cazador y recolector no se separó de él y, con cautela, le pidió que la acompañara a buscar la salida del espeso bosque. Nada les iba favorablemente a estos dos chiquillos perdidos en la nada, el bosque era de abetos y la espesura le impedía encontrar la salida. Los animales, por suerte, no estaban acostumbrados a la caza y eran tan incautos que caían en las trampas mediocres de los muchachos. En nada se hicieron amigos en aquellas circunstancias hacía falta alguien con el que hablar para no volverse loco. Por las noches encendían una fogata y se echaban en su saco de dormir ha hablar de sus antiguas vidas, bajo las estrellas, recorrían todas sus conversaciones poco a poco con tranquilidad y cada detalle era importante para el otro, ya que al no saber el pasado de su amigo, lo necesitaba para entender la historia, empezaban a creer que nunca saldrían de aquel bosque, llevaban meses andando si encontrar la salida. Las comidas eran copiosas y la compañía maravillosa, todo el bosque se daba cuenta de que se sentían atraídos, y eso que todo lo que les rodeaba eran animales y plantas. Un día a Alex se le ocurrió una idea para salir de aquella trampa mortal que era el bosque para aquellos inexperimentados senderistas, decidieron seguir el curso del río. Todas las ciudades se construyen al rededor de una fuente de  agua y seguir un río es una buena forma de llegar a la ciudad. Estuvieron varios días de viaje y por fin llegaron a un pueblecito chiquitito en el que les alimentaron correctamente y les acogieron. Eran una gente muy simpática y amable, les dio pena tener que dejarles para seguir su camino hacía sus respectivas ciudades. Alex era de Zamora y Caty de Alicante, estaban en Marvella. A ambos les quedaba lejos su hogar pero por lo menos ya sabían donde estaban y como llegar a sus casas. Aunque no se atrevían a hablar de que harían, porque ninguno se quería despedir... Pero ya era tarde, estaban llegando a la primera parada: Zamora. Llegaron y los ojos de Caty se comenzaron a llenar de lágrimas, amargantes lágrimas causadas por la tristeza de despedir a Alex, su gran amor del bosque. Tuvo que tragarse sus lágrimas para evitar que Alex notara su tristeza y decidiera irse con ella. Debían seguir sus caminos, cada cual el suyo y, si más tarde se encontraban, mejor. Caty no estaba acostumbrada a decir lo que sentía y lo que sentía era amor. Caty se descubrió pensando en lo que sentía por el muchacho y se dio cuenta de que era la primera vez que pensaba en ello. Le quería.
Al llegar a Zamora  un nudo ató la garganta y la voz de la muchacha. No parecía contenta de que aquel extraño viaje hubiera acabado. Alex se percató de ello.
Llegaron a la casona lujosa y enorme de Alex y por fin durmieron juntos. Tras esa noche no se quisieron separar y Caty se quedó en la casa de Alex que era mucho mejor que la suya.

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