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viernes, 6 de abril de 2012

La Tierra

Alex caminaba por la cubierta del barco que ahora era su hogar. Los tripulantes de aquel navío eran su familia y sus habitaciones su mundo. Llevaban tres meses de viaje y no habían encontrado tierra por ninguna parte, el nuevo mundo al que la raza humana había llegado parecía ser únicamente agua. Ninguna de las imágenes que el satélite había cogido daban a entender que hubiera tierra y, por lo tanto, tampoco había agua bebible. Pero se habían metido en el barco para comprobar aquello, por si la tierra era demasiado pequeña para que el satélite la captara. De momento ni rastro. Excepto por las aves que viajaban por encima de sus cabezas, parecían muy bien alimentadas y descansadas, tendría que haber algún lugar en el que aquellas aves pudieran descansar. Una nave pasaba todos los meses por encima de sus cabezas para entregarles agua para un mes.
Una mañana Alex se levantó antes de la hora del desayuno y decidió ir a la zona de estribor del barco. Allí vio la cola de un animal marino, la cuestión es que las escamas eran de una tonalidad rosada y brillante. El animal hulló cuando notó que Alex lo observaba. Alex se quedó maravillado con la hermosura del animal, pero no observó nada más que su cola. Alex estuvo varios días yendo al mismo lugar donde había encontrado al extraño animal. Una mañana, muy pronto, Alex volvió a observar la cola del animal y el resto de su fisiología: era lo que ahora, en la Tierra, conocemos como una sirena. Pero llevaba una camiseta como una "persona" normal. se acercó a la muchacha y la preguntó su nombre, la chica susurró una cosa en otro idioma que él no conocía. Lo poco que entendió le hizo ver que la muchacha pertenecía a una tribu que vivía en el mar y que nadie debía verla hablando con ningún ser de las piernas, como ellos los llamaban. Alex le dio una concha del mar para que la muchacha comprediera que no quería hacerla daño, sino ser su amigo. La chica se puso la concha sobre sus preciosos labios y comenzó a cantar, de ella salió una hermosa melodía que atrajo al restro de su tribu a la superficie, incluido el que parecía el rey y el padre de esta encantadora muchacha. El rey le concedió a Alex el deseo de visitar su mundo marino con el resto de su tripulación, el rey les dio un traje que les permitía respirar bajo el agua y fueron allí. Observaron que las aguas eran de color verdoso desde el interior y que todo lo que les rodeaba era precioso... Las hojas de las algas marinas brillaban con el poco sol que entraba por la superficie y los animales les tenían algo de miedo pero eran de unas formas maravillosamente curiosas. Vivieron durante otros seis meses más con ellos y Alex conoció mejor a Yaunma, la sirena. Se enamoró perdidamente de ella, necesitó mucha fuerza para avandonarla... Pero tenía que volver a su aburrida vida en la verdadera Tierra. En el planeta de Yaunma no había ni una sola porción de tierra en la que plantar comida o en la que pudiera haber agua potable. tuvieron que abandonar la probabilidad de que la raza humana huyera a ese planeta y se extinguió junto con el Sol. Todos lo humanos perecieron excepto Alex. Yaunma le había ido a buscar e hizo un par de cambios en su genética para convertirlo en un sirenio y vivió para siempre con ella.

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