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sábado, 7 de abril de 2012

La Horca

Una mañana Lander caminaba hacía el bosque buscando unas hierbas medicinales que el Galeno le había pedido, para curar al muchacho de la casa del panadero. El muchacho, llevaba unos cuantos días bomitando sangre y parecía que no iba a aguantar mucho. El Galeno pretendían darle una muerte digna, como toda su familia quería. Aunque Lander no estaba tan seguro de aquello, debía obedecerle, era el único que le apoyaba y le había acogido en su casa cuando no tenía a donde ir. Era su familia. Lander no era un Galeno, era el encargado de ahorcar a los que desobedecían a la autoridad, de vez en cuando ayudaba al Galeno en sus tareas más sencillas. Pero el nuevo sargento de la guardia militar era cruel y, desde que este había llagado al poder, Lander se había visto obligado a matar injustamente a unos cuantos campesinos que no tenían con que pagar los impuestos, por esta razón prefería ayudar al Galeno a conservar vidas que arrebatárselas a unos inocentes. Lander llegó a un lago donde la aguas cristalinas dejaban ver el fondo y pensó que sería potable. Se equivocaba. Nada más beber cayó desmayado, el agua estaba envenenada.
Despertó en una choza mal hecha, en el corazón del propio bosque. Se levantó despacio, intentando no marearse, y una hermosa muchacha de cabellos rubios y ojos negros y profundos entró, clavando la mirada en el muchacho. Se acercó a él y le ofreció un poco de agua para saciar su sed. Este aceptó, llevaba sin beber mucho tiempo. La muchacha se llamaba Minerva y era la hechicera más solicitada entre los campesinos que necesitaban de sus servicios, aunque el nuevo sargento no pretendía permitir que los campesinos recurrieran a la magia para salvar sus vidas, así que lo prohibió. Quién usara la magia sería ahorcado en la plaza del pueblo y Lander sería el encargado de hacerlo.
La muchacha le pidió a Lander que se quedara un par de días para asegurar que el veneno se eliminaba completamente de su organismo, no puso impedimento en lo que ella le pedía. Era francamente atractiva, el tiempo que pasara con ella sería un sueño. Pasaron los días y se enamoraron, las cosquillas por la noche, los abrazos y besos por las mañanas y las caricias a media tarde... Era todo perfecto. Pero Lander se fue, una mañana Minerva regresó del mercado y se encontró una nota sobre la mesa de la cocina:
"Minerva,
Te quiero demasiado y no quiero ponerte en peligro. Si me quedo más tiempo en tu casa, comenzarán a buscarme y te encontraran a ti, tal vez te maten y harán que yo haga el trabajo sucio, harán que yo ponga la cuerda alrededor de tu cuello y que de a la palanca para acabar con tu vida. No puedo permitirlo. Por esa razón te digo adiós.
Siempre tuyo,
Lander."
Minerva se desplomó sobre la silla de la cocina y llenó de lágrimas la carta. Comenzó a escuchar unos cascos de un caballo. Minerva se escondió en el momento en el que un guardia entraba en su casa y comenzaba a buscarla. La encontró.
Se llevó a la muchacha a la corte y el rey la condeno a la horca. Lander se desplomó al conocer la noticia y pidió clemencia hacía la muchacha lo que hizo que la muerte de esta fuera más horrible, la torturaron antes de matarla.
Al alba Lander se levantó sabiendo que ese día iba a matar a la única persona que iba a querer nunca. Llegó a la plaza sin ganas de seguir viviendo, se colocó delante de Minerva, la besó y le colocó la bolsa y la cuerda alrededor del cuello. Antes de marcharse le susurró al oído:
Te quiero y siempre lo haré.Se acercó a la palanca y observó las miradas de los campesinos atónitos por lo que acababa de ocurrir en esa plaza. Tiró de la palanca y observó como el cuerpo de Minerva se iba quedando poco a poco inmóvil. Después cogió su machete y se rasgó el cuello, muriendo junto a su amada.

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