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sábado, 28 de abril de 2012

Soledad entre la Gente

Frío, detrás del pequeño hotel solo se notan el frío y la soledad de aquella oscura noche. Espero impaciente la llegada de la madrugada... Llevo días sin poder dormir pensando en la mirada amarillenta que se aprecia detrás del contenedor, sé que allí hay algo pero no me atrevo a mirar. Una noche pude ver un fracción del rostro de lo que creo que es una muchacha joven y claramente desnutrida. Procuro dejarle comida cuando me voy, y cuando vuelvo sé que se lo ha comido porque no están. ni ella ni la comida. La verdad es que no me puedo permitir dejarle demasiada comida pero lo intento: Un plátano un día, nada el siguiente... Así llevo casi dos meses y todavía no me dirige la palabra. Creo que lleva muchos años viviendo en la calle, por suerte yo solo tres meses, tres horribles meses de hambre y penurias... Bueno de momento sé que no estoy solo, está esa chiquilla desnutrida que no habla y que tiene en la mirada un toque de tristeza mezclado con un poco de locura.
Un día me levanto y veo a la muchacha acurrucada a mi lado, ha sido una noche muy fría, cuando me levanto ella se despierta y se asusta al verme allí. Solo corre a su escondite y descubro que todavía no me va dirigir la palabra.
Pasan las noches y por fin me habla. Una noche se acerca con una cara de terror indescriptible y me abraza sintiendo mi calor y yo el suyo, le doy de cenar y se sienta a mi lado a charlar. Por fin
- Soy huérfana y huyo de mi familia de acogida.- La sangre se me heló tras oír esas palabras, ¿qué podrían hacer unos padres para que su propia hija se fuera de casa? Pero ella en seguida me aclaró mis dudas:
-Mi padre de cogida bebe mucho y maltrata a todos los niños que tiene adoptados (incluida yo) y a su mujer. La mujer es una señora muy buena y amable pero no parece tener interes en que su marido deje de pegarnos. Cuando nos pega a nosotros no la puede pegar a ella.- Creo que mi rostro reflejo claro horror, porque ella en seguida se ruborizó y dijo:
- Lo siento, no pretendo que te de pena, necesitaba desahogarme con alguien y tú eres muy bueno conmigo.- Después intentó volver a su escondite con los ojos inundados en lágrimas, yo la detuve.
- No te vayas, por favor. No me molesta que me hables de tus problemas, lo que pasa es que me frustra mucho que todavía haya gente así, que daña a la gente que supuestamente quiere.- Al terminar esta frase supe que tenía lágrimas en los ojos, pero las contuve porque ella ya estaba llorando a moco tendido.
-No puedo volver a casa, me matará.-
-No vuelvas, quédate conmigo. Yo te protegeré de ese idiota y conseguiré comida y refugio. Mañana iré a buscar un empleo y con el primer sueldo iremos a buscar un piso, no pienso dejar que te mueras.- Dije con las lágrimas surcándome las mejillas. En ese momento supe lo mucho que esa muchacha me importaba... Y no la pensaba dejar morirse, ni herirse, ni nada que la pudiera hacer algo de daño. Por mínimo que fuera.
Me fijé en su cara, estaba blanca y le pedí que me digera lo que la ocurría.
-Tengo miedo.-
-¿De qué? Nadie te hará daño mientras yo esté aquí.-
-Pero tú me puedes hacer daño.- Dijo con un relejo de sinceridad y temor en la cara.
-Nunca te haré daño. Te lo prometo.- Dije totalmente en serio y ella pareció notar que era verdad porque me abrazó y me beso suavemente los labios.
La amé el resto de nuestras vidas, que fueron ricas, felices y llenas de hijos.

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