haciéndolo, no permitiré que la violencia haga que mi discurso se quede mudo.
Este año es ligeramente agridulce, siento el peso de la máscara
que hoy, aquí, tristemente me conduce,
porque tengo miedo de salir de mi cascarón
de nuevo y enfrentarme a la realidad
que tantas veces se me negó.
A esta verdad fingida y altiva
que no consigo descifrar.
Pero a veces, durante a penas unos momentos,
consigo ver un poco de luz de mi luna
mientras espero que llegue ese sol que se me prometió.
Ese sol con el que sueño a veces y que me hace vibrar.
Esos ojos que hagan juego con sus ojos y me hagan soñar.
Porque nunca me voy a rendir de vivir mi vida
tal y como siempre he querido vivirla.
No como marcan las profecías autocumplidas.
Porque soy más fuerte de lo que nadie se puede si quiera llegar a imaginar.
No voy a dejar pasar el teneros a mi lado, ninguna oportunidad.
Hoy es mi cumpleaños y me dedico palabras de ánimo,
para esta cabeza rota en mil millones de pedazos
que quiere volver a sonreír de nuevo y besar otros labios.
Con la misma ilusión que la primera vez que los míos besaron.
Intentaron arrebatarme mi fuerza, pero no saben que soy
una serpiente que muda la piel y sigue perfecta.
Un reptil que no va a parar hasta tener absolutamente todo
lo que desea de su vida de felicidad repleta.