martes, 30 de julio de 2024

Leona

La miro desde mi sillón, ensimismada. Viste un vestido blanco y corto, que se le ciñe al cuerpo maravillosamente. No lleva nada debajo, eso lo sé. Me quedo embobada mirando sus senos marcarse el la tela y sus pezones ponerse duros en contacto con el vestido. De pronto sigo bajando la vista, como una leona que observa impasible a su presa. Simplemente esperando a que se muestre ante mí. Ella sonríe, con esa sonrisa pícara que sé lo que significa. En ese momento logro volver a la conversación, agito mi cabeza y le miro la cara.
-Vaya, por fin has vuelto en sí. Pensaba que ya te había perdido...- Dice con tono de sorna.
+La verdad es que sí, me había perdido por completo en lo jodidamente bien que te queda ese vestido. Parece hecho específicamente para ti.- Le digo y se acerca a mí, acortando la escasa distancia que había entre nosotras. Coloca mi pierna derecha entre sus piernas y me abraza. Quedando mi cabeza entre sus pechos perfectos. Se hace tan tentador morderlos... Pero me contengo. Me paro a disfrutar de ese contacto tan sumamente inocente de la diosa que tengo ante mí. Rodeo sus caderas con mis brazos y me quedo ahí, mientras me acaricia el pelo, en lo que parece un paraíso.
De pronto, agarra mi rostro y me besa. Me besa con la fiereza de una manada de leonas devorándome desde el interior de mi vientre. Y me suelta de su beso, quedando ambas mirándonos a los ojos. Nos encanta quedarnos embobadas mirándonos a los ojos. Sonrío y ella sonríe conmigo. En ese momento, sin apartar la mirada, levanto mi mano izquierda y le acaricio la mejilla. Se ha inclinado hacia delante para que quedemos a la misma altura. Sabe que yo no puedo levantar mucho el cuello. La acaricio suavemente y veo como se acurruca contra el contacto de mi mano en su mejilla. Cómo si de un gatito se tratase. Me deleito en ese momento, en recorrer su rostro con caricias y, sin pensarlo, la beso. Vuelvo a fundir mis labios con los suyos, entrelazando nuestras lenguas en su boca y en la mía. Encendiendo el fuego que llegará a devorarnos vivas esta noche. Ella se apoya más en mi pierna, esa que tiene entre las suyas, y noto su sexo caliente y húmedo contra mi pierna desnuda. Mi pijama de verano a penas me cubre nada. Comienza a restregarse contra mi pierna y me prende aún más. Acaricio su cuello y desciendo con mis labios siguiendo mi mano. Muerdo con suavidad y escucho cómo suelta un pequeño gemido contra mi oído. En ese momento, entre jadeos de ambas, noto como se contrae sobre mí y en un susurro le digo "¿Seguimos en la cama?" No me responde. Simplemente se levanta, se gira contoneándose y me arrastra de la mano que no sé en qué momento me ha agarrado. Me lleva a la cama y aparta todo lo que pueda molestarnos. Yo la observo, de nuevo, anonadada. No puedo hacer mucho más, estoy absolutamente maravillada por la criatura salvaje y hermosa que tengo delante. La veo desnudarse, es fácil, solo llevaba ese vestido. Y se queda mirándome desnuda ante mi.
-¿No vas a desnudarte? Yo también quiero verte entera. Yo también quiero disfrutarte.- Me dice tan cerca de la boca que se me escapa un pequeño gemido. Me apresuro a quitarme la ropa mientras veo cómo me observa desde la cama, disfrutando del espectáculo. Sonríe de esa manera tan seductora y, cuando estoy completamente desnuda, me tumbo sobre ella y vuelvo a besarla. Bajo mi mano derecha por su cuerpo, acariciándolo suavemente y llego a su vulva. Comienzo a acariciarla mientras sigo besando sus labios, su cuello, su rostro. A ella. Voy subiendo la intensidad según escucho sus gemidos en mi boca, voy a hacer que vuelva a mojarse entera. Sigo acariciando su clítoris con suavidad pero firmeza. Sin hacerle daño pero disfrutando del contacto de su piel. Y en un momento dado pone esa cara de placer que me vuelve loca y se corre sobre mis dedos.
Dejo de masturbarle cuando me he asegurado que ha acabado, acerco mis dedos a mi boca y la saboreo. Me encanta cómo sabe. Mientras me deleito con su sabor, ella me empuja sobre las cama y quedo boca arriba, mirándole a los ojos. Ella extiende la mano hacia el cajón de la mesita y saca un dildo con su arnés correspondiente y, sin dejar de mirarme, se lo coloca. Me vuelve loca pensar en lo que va a pasar a continuación. Se acerca aún más a mí, con el dildo acercándose despacio a mí vagina. Enciende la vibración del juguete y lo frota sobre mi clítoris mientras sonríe. No puedo evitar morderme los labios, es tan... Jodidamente sexy. Hace que me corra solo con la vibración, frotando el juguete suavemente, y cuando sabe que me he corrido, introduce el juguete en mi interior. Suelto un gemido más fuerte que los anteriores. Ella empieza a empujar dentro de mí sin parar mientras me observa. Sonríe con esa cara de dominancia de saberse dueña y señora de todo mi cuerpo. Soy suya.
De pronto agarra una de mis tetas y comienza a apretarla con fiereza, acercándose a mi boca a la vez. Sin dejar de penetrarme. Sin parar de darme todos los placeres a la vez. Dudo mucho aguantar más. Me besa los labios con ternura y fiereza. Y yo me quedo mirándole a los ojos mientras me corro. Dejo escapar todos los gemidos que me salen, por muy altos que sean, quiero disfrutarla sin prisa. Sin que nada ni nadie más importe. Solo nosotras en esta habitación.
Me contraigo y dejo salir todo mi fluido mientras disfruto del orgasmo. Nos miramos con ternura y ella, simplemente, me besa.
-Te adoro.- Susurra contra mis labios.
+Yo también te adoro, mi diosa- Le respondo mientras devoro sus labios.
En ese momento, la miro jadeante ante mí, con todo el amor que me cabe en el pecho. Y la acaricio.
+¿Puedo comerte el coño?- Le susurro, deseo saborearla en mi boca hasta sentir que se derrite. Ella sonríe.
-Claro que puedes, mi vida.- Se tumba sobre la cama y se quita el arnés. Está realmente mojada.
+¿Te has corrido otra vez?-
-Sí, mientras te prenetaba la vibración ayudó, jajaja.- Nos reímos en la cama mientras me acerco a su vulva. La exploro primero con los labios, despacio, repartiendo besos por todos lados. Saboreando su interior con ternura. Entonces sacó mi lengua y comienzo a acariciar cada pliegue de su vulva, introduzco mi lengua en su vagina y luego subo con suavidad en zigzag hasta su clítoris. Comienzo a lamerlo con intensidad, dejándome la lengua en hacerla disfrutar. Noto como poco a poco se va encendiendo más, porque comienza a mover las caderas. Comienza a utilizar toda mi boca y mi nariz para darse placer y me empapa absolutamente toda la cara. Adoro cuando hace eso. Disfruto de su calor, con delicadeza pero con intensidad, noto como se va mojando y la miro desde su vulva, sin dejar de lamerle. La veo erguirse mientras pone los ojos en blanco y sé que está cerca. Sé que no le queda resistencia para aguantar las ganas de correrse. Y entonces me coge con fuerza la cabeza y la usa para darse placer mientras se corre por toda mi cara. Qué espectáculo más maravilloso acabo de presenciar.
Terminamos en la cama, abrazándonos y dándonos besos hasta el amanecer. Sin dejar de provocarnos y darnos placer la una a la otra. Disfrutando juntas de nuestros cuerpos.